Un soldado ayuda a unas refugiadas ucranianas a trasladar sus pocas pertenencias en Medyka. Ramón Gómez
Misión Ucrania

En el epicentro de la crisis humanitaria: «Pido al mundo paz, esto es una locura»

Nadiya, desde la frontera entre Ucrania y Polonia, implora que se acabe la guerra para que dejen de verse las tristes imágenes de los refugiados que lo dejan todo atrás

Domingo, 20 de marzo 2022, 19:05

Exhausta, apenada y triste. Así se encontraba esta mañana Nadiya tras cruzar la frontera entre Ucrania y Polonia. Llegaba a Medyka, la ciudad por la que acceden a Polonia miles de refugiados cada día, dejando atrás su país y su vida. Seis horas en coche ... para cruzar la línea invisible entre los dos países y estar a salvo.

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Por eso, su mensaje nada más llegar a Polonia fue de paz. «Pido al mundo paz, esto es una locura», recalcaba antes de resoplar al decir que sus padres siguen en Ucrania. Nadiya, junto a su marido Mykhaylo y sus hijos (se llaman igual que los padres), empezarán de cero en Ibiza. Dominan el idioma castellano y, con los ahorros, se alquilarán un apartamento.

Este es uno de los ejemplos que se ven de forma incesante en la frontera. Miles de ucranianos, solo con su maleta, encaraban los últimos metros de su país con tristeza. Están abatidos, por el camino, por dejar su vida y por desconocer qué será de ellos. Y eso que nada más cruzar la frontera hay una ola de solidaridad. Centenares de voluntarios se agolpan en una puerta de vallas verdes para ofrecer agua y comida. Hasta peluches, para sacar una sonrisa a los más pequeños.

Esas personas afrontan los metros finales sin saber que nada más llegar a Polonia serán fotografiados por el único motivo de huir de una guerra. Casi sin saberlo y asustados ante tantas cámaras y voluntarios, llegan hasta el final del camino donde, también sin saberlo, ya llevan encima un cartel imaginario que les identifica como refugiados.

Algunas de las carpas y puestos donde se atiende a los exiliados por la invasión rusa. Álvaro Muñoz

Una voluntaria: «A España no quieren ir. Está muy lejos»

Y todo esto en un día que los presentes aseguran que es una jornada con pocos refugiados. Un exilio marcado únicamente por mujeres y niños y con la idea de volver a su país lo antes posible.

Los hay que deciden quedarse en localidades limítrofes para cuando la guerra acabe. Los hay que no dudan en coger el primer autobús con destino Przemysl y de ahí a Varsovia o a otras ciudades europeas. «A España no quieren ir. Está muy lejos de su país y el idioma es complicado», apunta una voluntaria de nuestro país en la misma frontera.

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