La cultura leonesa, una herencia monumental

El patrimonio no está solamente formado por 'piedras'. Hay un tipo de legado histórico y cultural que sorprende, que asombra, que revela lo que somos y cómo hemos llegado hasta aquí, que es enteramente disfrutable… y del que además podemos ser, cada uno de nosotros, protagonistas: lo podemos recrear y reinventar, hacerlo propio, incorporarlo sin cesar a nuestras vidas. Se trata del patrimonio inmaterial, una suerte de preciado tesoro cultural que rebasa el aquí y el ahora para alcanzar una dimensión colectiva.

En la provincia de León somos muy conscientes de la importancia que este tipo de patrimonio tiene a la hora de entender nuestra personalidad, nuestra aportación al acervo cultural universal, nuestra manera de vernos a nosotros mismos y de cómo nos ven desde fuera.

No siempre ha sido así, dado que en otros tiempos la herencia inmaterial, o bien era poco menos que invisible, o bien se consideraba una especie de 'hermana menor' del patrimonio monumental. Pero, por fortuna, las sensibilidades y los conocimientos han evolucionado y hoy en día ya lo concebimos como lo que realmente es: la viga maestra de cada una de las sociedades que lo hacen posible. En León, el patrimonio inmaterial abarca facetas tan múltiples como sugerentes, a la manera de un puzzle cuyo ensamblaje ofrece la imagen completa de la cultura propia del viejo reino.

Ese deber de preservar y defender el conjunto de saberes, creencias, valores y tradiciones de nuestras comarcas tiene su sancta sanctórum en el Museo Etnográfico Provincial, ubicado en la villa de Mansilla de las Mulas y dependiente del Instituto Leonés de Cultura, que sorprende al visitante tanto por sus dimensiones como por la cantidad de piezas y recursos que ofrece: aperos, indumentaria, artesanías, herramientas, mobiliario, joyería, imágenes, vídeos, réplicas, archivos sonoros, dioramas, maquetas… todo encaminado a hacer comprender al visitante los rasgos antropológicos más señeros del pueblo leonés, marcado siempre por la comunalidad, la diversidad y el minifundismo.

En él pueden comprenderse las claves de mucha de nuestra inmaterialidad, como el papel clave los concejos y las juntas vecinales, el significado de los grandes pendones concejiles, la riqueza en cuanto a juegos y deportes populares, los conocimientos en medicina y albeitería popular, así como en ganadería, agricultura y gestión sostenible del medio –esto es, en la creación de los tan valiosos 'paisajes culturales'–, y en todo lo que respecta al uso de la piedra, la madera, el barro y la pizarra para construcción.

En lugares preferentes del museo está también el mágico universo del antruejo o carnaval tradicional, los ramos navideños, la música y los bailes, las ferias y fiestas y las creencias en cuanto a los ciclos anuales de siembra, cosecha y regeneración. Un largo etcétera de joyas culturales que se suma a la vasta producción de libros que sobre este tipo de temas ha venido propiciando la Diputación de León, las ayudas ofrecidas a investigaciones, festejos y ediciones, y a toda una nueva concepción del patrimonio en la que lo material e inmaterial se unen para revelar la inmensa, inquebrantable y aún no explorada del todo, fortaleza cultural de León.

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