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Juan Manuel Valentín Tejero rechazó los tratamientos de rehabilitación de su patología –trastorno antisocial de la personalidad y pedofilia–, y tiempo tuvo para ello, durante los veintiún años y cinco meses que estuvo en prisión por el crimen de Olga Sangrador, la niña de 9 ... años que raptó en Villalón de Campos, violó y asesinó en 1992. Eso no le impidió beneficiarse de los más que benévolos beneficios legales que condujeron a un nutrido grupo de depredadores sexuales a abandonar la cárcel hace cuatro años. Los informes penitenciarios advirtieron entonces, y es literal, que «salía exactamente igual, con el mismo peligro, que cuando entró en prisión». El tiempo parece dar la razón ahora a sus evaluadores. El asesino y violador vallisoletano ha vuelto esta misma semana a ingresar en la prisión madrileña de Soto del Real, esta vez, acusado de supuestos abusos sexuales cometidos sobre una niña durante las últimas navidades, según confirmaron fuentes de la Policía Nacional a raíz de la información sobre la detención que adelantó Europa Press.
El violador múltiple, hoy de 56 años, fue detenido el pasado martes en la provincia de Guipúzcoa, donde fue localizado por los policías nacionales, a instancias de una jueza de Instrucción de los Juzgados de la Plaza de Castilla (Madrid), después de que Juan Manuel Valentín Tejero se negara de manera reiterada a responder a los sucesivos requerimientos enviados por la misma para responder de la denuncia por supuestos abusos
sexuales (no violación) que había presentado un allegado. El denunciante señalaba al eterno sospechoso como el autor de dichos abusos sobre su propia nieta, menor de edad, aprovechando que había pasado con ellos las navidades del año pasado en un domicilio de la comunidad madrileña.
Los agentes y la jueza abrieron la correspondiente investigación y finalmente la segunda ordenó a la Policía Nacional la detención de Juan Manuel Valentín Tejero, quien fue localizado y detenido el martes en Guipúzcoa. El detenido alegó después ante la jueza, ya en Madrid, que se encontraba en el País Vasco temporalmente, aunque su domicilio habitual se encuentra en Madrid, «para buscar trabajo».
La titular del juzgado acordó después, a buen seguro dados sus antecedentes, enviarle a la prisión madrileña de Soto del Real por un supuesto delito de abusos sexuales, donde permanece recluido a la espera del avance de las pesquisas.
Así que el depredador sexual oriundo del barrio de LaVictoria, que en su día encadenó seis condenas por violación hasta que dio un paso más y acabó con la vida de la pequeña Olga Sangrador en 1992, no ha llegado a cumplir cuatro años en libertad. Juan Manuel Valentín Tejero abandonó la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) el 27 de noviembre de 2013 después de cumplir 21 años y 5 meses, de una condena global de 63 años, 9 meses y 1 día, al beneficiarse de una sentencia previa del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que abolió la aplicación retroactiva de la denominada ‘doctrina Parot’ (para reos condenados, como era el caso, antes de 2006). Así que para aquel 27 de noviembre de 2013 había sumado tantos beneficios penitenciarios que, en teoría, debió salir antes, incluso, de la prisión –el 12 de abril de 2012–. Es decir, que legalmente cumplió más de lo debido.
Los recursos presentados por la asociación Clara Campoamor, que en su día representó a los padres de la niña de Villalón de Campos, fueron infructuosos. Ellos pedían que se continuarán aplicando los beneficios penitenciarios, conforme a la citada ‘doctrina Parot’, sobre el total de la pena, es decir, los 63 años, 9 meses y 1 día, y no sobre el máximo legal de 30 años que está establecido como límite máximo de encarcelamiento. El criterio impuesto por el alto tribunal europeo prevaleció y Juan Manuel Valentín Tejero, autor de seis violaciones y del brutal crimen de Olga Sangrador, volvió a la calle trece días después que otro asesino, Pedro Luis Gallego, el 'violador del ascensor'. «El problema ahora lo tiene la sociedad», advirtió entonces Pablo, el padre de Leticia, una de las víctimas de Gallego. El tiempo, en apariencia, parece también darle la razón. La investigación está abierta.
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