Ágreda, mundo de convivencia y de oportunidades

Ágreda es una villa llena de oportunidades y con mucho futuro por delante gracias al carácter de su gente, que siente, que cree en su pueblo y que contribuye a fortalecer la cimentación de su futuro y su progreso. La historia ha sido muy generosa con Ágreda, Villa de las Tres Culturas, tierra de frontera entre reinos, gozó de multitud de privilegios y tuvo fuero propio, llegando a acuñar su propia moneda. La iglesia de Nuestra Señora de la Peña fue testigo, el 6 de febrero de 1221, de la boda real entre Jaime I de Aragón y Leonor de Castilla. Cuna y pueblo natal de la venerable sor María de Jesús de Ágreda, mística, evangelizadora y consejera de Felipe IV.

Su actividad económica basada en el sector agrícola ha experimentado un proceso de transformación hacia el sector porcino. Podemos presumir de un gran potencial en el sector agrario, con el actual proyecto para la concentración parcelaria y por la modernización del regadío. La calidad de sus tierras y el microclima especial, le otorgan un elemento diferenciador y una gran riqueza. No puedo pasar por alto un producto único en el mundo, identitario de nuestro pueblo, el excelente y extraordinario cardo rojo de Ágreda.

El sector industrial de la localidad permite la generación de un millar de puestos de trabajo, cuatro polígonos industriales y el desarrollo de un futuro polígono en los Majuelos. El carácter emprendedor de nuestra gente ha consolidado un tejido empresarial sólido, integrado por empresas de prestación de servicios de todo tipo.

El potencial turístico que tiene esta villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico, es enorme, desde el punto de vista histórico, monumental y paisajístico, todo un referente a nivel internacional. La extraordinaria ubicación geográfica y estratégica nos confiere una gran interconexión nacional. Mi compromiso con Ágreda se basa en mi fe en este gran pueblo y su gente.

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