El Burgos se queda sin premio

El Burgos, que afrontaba el choque como una suerte de reválida tras el varapalo sufrido el pasado lunes en Tenerife, saltó al campo con la intención de dominar la pelota, dificultar el despliegue del rival e imponer el ritmo al partido.

Para ello, Calero volvió a apostar por la defensa de cinco hombres que parece haberse consolidado en las últimas jornadas. Eso sí, con numerosos cambios de nombres, otra vez. El técnico madrileño volvió a sorprender a propios y extraños, dando entrada de inicio a hombres como Miguel Rubio, Zabaco o Fran García, ausentes en las últimas jornadas. Pero quizá, el cambio que más sorprendió fue la presencia de Claudio Medina en punta de ataque.

Y lo cierto es que la apuesta, al menos en los primeros compases, le salió bien a Calero. Fueron sus chicos quienes asumieron la iniciativa en el juego, cerrando bien los espacios e intentando construir desde el centro del campo. La presencia de Juanma aportó mayor profundidad al equipo por la izquierda, y era por esa banda por la que el Burgos basculaba su juego de ataque ante un Zaragoza muy ordenado, pero algo carente de ideas de medio campo hacia adelante.

No obstante, las ocasiones no terminaban de llegar. Y es que, más allá de algún acercamiento aislado, los primeros 25 minutos transcurrieron sin pena ni gloria. Fue entonces cuando el Burgos comenzó a apretar de verdad, pisando área con peligro. Primero fue Navarro quien puso un magnífico centro a la olla que no encontró rematador claro, ni a la primera ni en el rechace. Y luego fue Juanma quien se inventaba un zapatazo desde la frontal que se estrellaba en el palo.

Esas dos ocasiones parecieron despertar definitivamente al Burgos, que encerró durante bastantes minutos al Zaragoza en su propio campo. La presión y la perfecta lectura de las líneas de pase de los de Calero dificultaban al conjunto maño desplegar su fútbol, pero aún así, las ocasiones claras no terminaban de llegar.

Tampoco terminaba de desperezarse el Zaragoza, que en toda la primera mitad apenas inquietó a Herrero. Si acaso, una falta directa que Zapater estrelló en la barrera y una buena internada de Iván que acabó con un disparo demasiado cruzado. De hecho, al equipo aragonés le costó un mundo desperezarse y sólo en los últimos minutos de la primera parte consiguió discutir la posesión al Burgos, pero de nuevo, sin mayor peligro.

El cuadro blanquinegro estaba siendo mejor sobre el césped, pero el empate a cero con el que se llegó al descanso era fiel reflejo de la falta de pegada que estaban demostrando unos y otros.

El partido, no obstante, ganó en interés tras el paso por los vestuarios. El Zaragoza parecía algo más cómodo sobre el césped y comenzó a mover la pelota con más calma, dejado, eso sí, más espacios al Burgos para desplegar sus transiciones.

Nada más regresar al campo, Valcarce, con una chilena a la que sin duda le faltaba algo de chile, y Juanma, con un disparo desde la frontal atajado en dos tiempos por Álvarez, movieron el avispero. Bermejo y Francho dieron la réplica del Zaragoza instantes después, con dos buenas ocasiones que murieron sin encontrar portería por falta de puntería y una buena actuación defensiva, respectivamente.

Sea como fuere, lo cierto es que el partido había ganado en revoluciones y profundidad. Y era de nuevo el Burgos el que parecía más a gusto. 'Mumo' lo intentó por partida doble, con sendos lanzamientos desde la frontal a los que le faltó mordiente. Mientras tanto, el Zaragoza comenzaba a ganar metros en cada despliegue, acercándose poco a poco a la portería de Herrero. La zaga del Burgos respondía al envite, siendo generosa en las coberturas y cerrando bien las líneas de pase y disparo.

El partido estaba cada vez más abierto y se avecinaba un final de infarto. Valcarce la tuvo en el 78 tras aprovechar un buen balón en profundidad, pero su disparo fue fácil para Álvarez. Y cuando quizá más apretaba el Burgos, llegó el jarro de agua fría. Una pérdida en posición de ataque del cuadro burgalés se convirtió en un buen contragolpe del Zaragoza, que pisó área con hasta tres hombres. Álvaro recibía por la izquierda, recortaba y dibujaba un disparo perfecto al segundo palo. Poco pudo hacer Herrero.

El Zaragoza tenía en su mano sumar la primera victoria tras nueve empates seguidos y no dessprovechó la oportunidad, encerrándose en su área y achicando todos los balones que le llegaban al área. El Burgos se volcó, con más corazón que cabeza, y a punto estuvo de empatar en el descuento, pero el pase de la muerte de Navarro no encontró rematador en boca de gol.

Al final, un ajustado 1-0 que quizá no haga justicia a lo visto sobre le césped, pero el fútbol entiende de goles. El Zaragoza marcó uno y el Burgos no.