El Burgos CF se queda sin tiempo para remontar en La Rosaleda

Tras el inesperado varapalo, el cuadro burgalés salió en busca de un empate que logró en el minuto 63 por medio de Bermejo. El tanto azuzó a los castellanos, que se lanzaron en busca de un segundo tanto que finalmente no llegó.

Empezaba bien el encuentro el Burgos, con las ideas claras y conscientes de la importancia de igualar la intensidad inicial del Málaga. Apenas dos minutos tardaba Curro en poner un balón al primer palo peinado de manera inteligente por Bermejo y que a punto estuvo de convertir Elgezabal llegando desde atrás al segundo palo.

Cinco minutos después, un centro desde la derecha prendió la mecha de la presionante atmósfera que desde el primer momento se vio en La Rosaleda. N'Diaye caía dentro del área en un forcejeo con Grego Sierra que González Francés, colegiado canario del choque, no interpretó como suficiente para castigar la acción con pena máxima.

La jugada despertó al público y el respetable hizo lo propio con el Málaga, que creció en el partido y metió una marcha atrás para agobiar a un cuadro burgalés que trataba de no complicarse la vida ante el empuje local.

Repetía el técnico blanquinegro el planteamiento con el que cosechó la victoria ante el Racing en El Sardinero, con Elgezabal ocupando el corazón de la zaga y ayudando en salida de balón y Bermejo ejerciendo ese papel de falso nueve para lanzar las ofensivas por los costados con Areso y Matos en los carriles laterales.

Tras un intervalo de intercambio de golpes entre malaguistas y burgaleses, el paso de los minutos fue encauzando el partido hacia el guión esperado con el Málaga dominando el balón y los blanquinegros defendiendo y tratando de aprovechar sus ocasiones al contragolpe.

Camino de la media hora de encuentro, los de Pepe Mel monopolizaban el esférico. Febas y Fran Villalba bajando a recibir abrían hacia las bandas para Lago Junio y Chavarría y las incorporaciones de Javi Jiménez y Delmás para buscar los centros.

Córdoba una, Elgezabal otra, Grego Sierra la siguiente e incluso Raúl Navarro y Atienza en labores defensivas. La zaga burgalesa despejaba cada uno de los quince intentos en que los locales habían probado fortuna para encontrar a su goleador, Rubén Castro.

Por su parte, los de Calero daban réplica con balones largos de Caro que Bermejo y Curro hacían buenos en segunda jugada para la incorporación de sus compañeros.

Pero con pocos efectivos en ataque, las probabilidades de encontrar un remate franco en el área disminuían para los atacantes blanquinegros ante Esteban Burgos, Juande y un N'Diaye especialmente expeditivo en la primera mitad.

La verticalidad era el camino hacia el gol para el Burgos y, en el minuto 37, en apenas tres toques, el conjunto castellano demostró el motivo. La apertura de Bermejo para la internada por la izquierda de Matos encontró la llegada en segunda línea de Raúl Navarro que soltó un zapatazo que no encontró los tres palos defendidos por Yáñez.

Todo hacía prever que ambos equipos enfilarían el camino de los vestuarios con tablas en el marcador. Pero el Málaga tenía otros planes. Un centro medido de Chevarría desde la derecha sirvió a Rubén Castro para anticiparse dentro del área, que intentó ceder para Fran Villalba.

La zaga burgalesa, cómoda durante buena parte del encuentro, se esmeró en rechazar un balón que llegó a la trayectoria de la carrera de Lago Junior, que sin pensárselo un segundo, soltó un latigazo inapelable para fusilar a Caro y poner el absoluto delirio en La Rosaleda y adelantar a su equipo en el minuto 44.

Sin tiempo para más, la primera mitad tocó a su fin con el pitido del colegiado para desgracia de un Burgos que encajó un duro e imprevisto varapalo cuando el partido había entrado en su tramo más espeso.

Ante la necesidad de remontar, la respuesta de Calero tras el paso por vestuarios fue la introducción de Mourad por Juan Hernández, un movimiento que desplazó a Bermejo a la banda izquierda y daba al Burgos una referencia arriba sobre la que apoyarse para avanzar metros y sacudirse el agobio del Málaga.

El tanto azuzó a los de Pepe Mel, que salieron a la segunda mitad con la misma idea de seguir aculando al Burgos. Con una punta de lanza sobre la que pivotar, los balones largos a Mourad se convirtieron en la manera de progresar en ataque para los blanquinegros.

El equipo dio un paso hacia adelante y trató de tener cierta continuidad en acciones ofensivas. Los desplazamientos de Atienza y Elgezabal encontraban, si no al '9' del Burgos, a Bermejo, muy activo durante el choque.

Con la hora de partido cumplida y el cuadro castellano acumulando cada vez más minutos con balón, Calero introdujo a Mumo por Raúl Navarro y lanzó el mensaje a sus jugadores de que había que ir a por el empate. Y llegó.

La réplica por derecha de un contragolpe del Málaga la aprovechó Curro para meter un balón en profundidad para la subida como una locomotora de Areso, que alcanzó la línea de fondo y la puso atrás para la llegada de Bermejo, que no falló.

Si venía creciendo antes del gol, el Burgos se vino arriba tras sumar el empate en el marcador y confirmó su intención de discutir el balón a los de Pepe Mel y, por qué no, ir a por el segundo.

La dupla Bermejo-Matos comenzó a traer de cabeza a la defensa malaguista y Mumo aportó el oxígeno necesario a los blanquinegros para, sin descuidar la labor defensiva, proyectarse en fase ofensiva.

La entrada de tres jugadores desde el banquillo en el minuto 70 refrescó al cuadro andaluz, que mejoró sus prestaciones a cuarto de hora del final del choque empujado también por la urgencia de cosechar la victoria para salir del descenso.

Esta marcha más del Málaga amainó el buen momento del Burgos, que se afanó en cimentar su bloque defensivo ante la pujanza de los locales. Al filo del minuto 80, Calero cambió los dos laterales para afrontar el tramo final del partido con piernas tanto para defender como para sumarse al ataque en busca del segundo tanto.

La desesperación marcaba las acciones malaguistas en ataque ante un conjunto castellano contundente en defensa y con confianza para buscar la victoria.

Metió todo los delanteros Pepe Mel para lograr el 2-1 y, en esas, una falta desde la izquierda encontró la cabeza de Álex Gallar, que no acertó a embocar tras un buen remate picado.

Los últimos instantes del choque se definen con una palabra: locura. El Málaga buscaba con más corazón que fútbol un gol que dejase los tres puntos en La Rosaleda mientras que el Burgos quería aprovechar a la contra para matar el partido y asaltar otro feudo histórico del fútbol español.

El pitido final certificó el reparto de puntos entre andaluces y castellanos en un encuentro trabajado por los de Calero, que supieron aguantar el dominio inicial y sobreponerse al tanto al filo del descanso de Lago Junior e incluso intentar completar la remontada.