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Alrededor de 20 personas con algún tipo de discapacidad física o alguna dificultad de movilidad se sacan el carné de conducir en Burgos al año. Para poder hacerlo necesitan un coche adaptado. En Burgos este coche se encuentra en la autoescuela Centro Técnico de Conductores, que da servicio a Burgos capital, pero también a los alumnos de Aranda de Duero, Miranda de Ebro y Palencia. Además, algún alumno de Vitoria se desplaza hasta Miranda para poder aprender a conducir, cuenta Román, profesor de la autoescuela.
Gonzalo Rodríguez es uno de los profesores que se pone a los mandos de este vehículo. Para los tutores no hay mucha diferencia a la hora de enseñar a conducir a un persona que necesita una adaptación en el coche y a otra que no lo tiene. Todo es similar, tienen los pedales para manejar el vehículo como en cualquier otro.
«Para enderezarles la dirección tocamos el volante como en un coche sin adaptaciones», explica Gonzalo. El coche es automático, es decir, no hay palanca para cambiar las marchas y no existe el pedal del embrague. A partir de ahí dependerá del alumno y las adaptaciones que necesite. Para los profesores también supone un pedal menos, no es necesario que controlen el embrague y normalmente «solo» tienen que frenar.
«El vehículo está adaptado para diferentes tipos de necesidades. Hay personas que tienen amputada o inmovilizada una de sus extremidades, para personas con algún tipo de paraplejia o que no pueda mover ninguna de las dos piernas», indica Gonzalo.
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Si el alumno que se monta en el coche no puede manejar ninguno de los dos pies todo lo necesario se encuentra en el volante. El acelerador es un aro que rodea el volante por dentro, se presiona con las manos y el coche coge velocidad. «Además, está la 'bola', que permite manejar el volante a la vez que se va acelerando», afirma Gonzalo.
«Adaptado en la bola está todo el equipo eléctrico del vehículo. Aquí se puede manipular los intermitentes. A la vez que giras el volante tienes todas las opciones eléctricas del coche: intermitentes, luz de emergencia, alumbrado de corto y largo alcance, limpiaparabrisas…», enseña Gonzalo.
El vehículo permite adaptar su manejo según las necesidades del alumno. «Si la bola la colocas al lado derecho permitirá a una persona a la que le falte el brazo izquierdo o tenga una movilidad reducida de ese lado poder conducir con su mano derecha. Con la mano derecha puede utilizar el acelerador, el freno y todo el equipo eléctrico», cuenta el profesor. Todo un coche movido con una única mano. Si la discapacidad fuera en el brazo derecho la bola se extrae con facilidad para colocarla al otro lado del volante del vehículo. Además, el freno también se maneja con la mano.
Pero también puede ocurrir que la adaptación sea porque uno de sus miembros inferiores no pueda moverse o haya sufrido una amputación. «En ese caso el acelerador y el freno pueden usarse con cualquier de los dos pies. De los tres pedales que tiene el coche hay dos aceleradores, para poder usarlo tanto con el pie derecho como con el izquierdo. Si tienes los brazos en perfecto estado, pero inmovilizada la pierna derecha, puedes manejar los pedales solo con pie izquierdo y viceversa», cuenta.
«Este vehículo posibilita que una persona pueda conseguir un permiso de conducir extraordinario, que es como se llama», explica Gonzalo. «Tiene ciertas limitaciones, las personas con algún tipo de discapacidad no obtienen el permiso por diez años, sino que tendrán que volver a pasar el psicotécnico antes porque se tiene un control más exhaustivo».
«También puede ser que la DGT imponga algún tipo de limitación, de velocidad, por ejemplo, o incluso, cuando nos hacemos mayores, limitaciones de recorrido», explica. Estas limitaciones no son exclusivas de personas con discapacidad, también puede ser por edad.
«Hay personas mayores que utilizan el coche para ir de su pueblo a uno más grande para acceder a servicios que en su localidad no hay y se les limita el radio de conducción a 50 kilómetros, por ejemplo», explica.
Conducir un coche adaptado es tan fácil o tan difícil como uno sin ellas. «A mí lo que me resulta más complicado es hacer las maniobras a baja velocidad, para estacionar, por ejemplo», confiesa Gonzalo. «Cuando tienes que maniobrar en un hueco muy pequeñito tienes que tener mucho tacto para que el coche lo muevas solamente unos pocos centímetros, tienes que manipular el giro, el acelerador… Pero las personas que conducen un coche adaptado automatizan todas estas maniobras como los que usan un coche sin adaptaciones», afirma Gonzalo.
«Si yo condujera este coche por ciudad sería como un novato», confiesa el profesor, al tiempo que afirma que se sorprendió la primera vez que se puso a sus mandos «que no es difícil usar el freno». «Este freno es muy progresivo y como tenemos más tacto con las manos que con los pies los alumnos nuevos dan menos tirones con el freno adaptado que con el pedal», reconoce.
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