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A pesar de las circunstancias que se están viviendo a nivel planetario debido a la pandemia de covid, una alumna del Grado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y el Máster en Seguridad y Biotecnología Alimentarias decidió continuar con su labor en la localidad ... hondureña de San Juan Pueblo (Departamento de Atlántida). Se trata de Sofía Postigo que siguió adelante con su proyecto en medio de la crisis global más grave de los últimos años.
Postigo relata que en Honduras, como medida preventiva, se planteó evitar las aglomeraciones el 9 de marzo. Aquel día cerraron todos los centros educativos y se suspendieron los eventos en todo el país. «Hasta esa fecha, el tema del coronavirus no era más que una noticia exterior y algo con lo que hacer bromas de forma ocasional», reconoce. El 12 de marzo en el aeropuerto de San Pedro Sula «se ve una imagen diferente», explia Postigo: «A pesar de ser una situación un poco más alarmante, en el resto del país se vive con normalidad y nadie da mayor importancia al tema del virus del que se le había dado hasta entonces».
Sin embargo, el día 16 de marzo se decretó oficialmente el estado de alarma en Honduras. El confinamiento, al igual que en España, empezó a ser obligatorio, se cerraron todas las fronteras y carreteras nacionales y solo permitió abrir a los locales de alimentación, farmacias, bancos y gasolineras, con horarios reducidos, poco aforo y uso obligatorio de medidas de seguridad. «Había gran desconcierto y preocupación por la falta de información y porque en gran parte se pensaba que era más una cuestión política que sanitaria», explica la joven estudiante.
«Ante la sucesión de acontecimientos, decidimos ponernos en contacto con la Embajada, aunque no consiguieron darnos mucha información. Una semana después un operativo de emergencia llevó a cabo la recogida de las personas que regresarían a España», así narra los momentos de incertidumbre que vivió en Sudamérica cuando estalló la crisis. Pero, a pesar de que tuvo la oportunidad de regresar, Postigo decidió quedarse allí: «Una chica que acababa de llegar para cooperar dos meses con nosotros decidió marcharse. Desde que llegué al proyecto en octubre gracias a la colaboración entre Caja Círculo y Centro de Cooperación de Universidad de Burgos he visto las grandes necesidades que existen en esta zona, pero sé que nos encontraremos muchas más cuando todo esto acabe y quiero poder ayudar a subsanarlas antes de volverme», confiesa.
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«Parecía que la gente se había empezado a concienciar», indica, «pero las grandes ciudades se llenaron de protestas y barricadas, hay que pensar que en estos países la mayor parte de la población vive literalmente al día y por lo tanto prefería contagiarse antes que morir de hambre». Es la otra cara de la pandemia, la precariedad en la que dejan las medidas de prevención a aquellas familias que disponen de menos recursos. Para Postigo esto dejaba una incógnita inquietante, «¿Cómo evolucionarían estas protestas? Yo intentaba afrontarlo con la mayor normalidad posible, pero mucha gente pensaba que era el origen de una serie de revueltas que iban a acabar con multitud de muertes y asaltos en el país«, recuerda.
«Las medidas se volvían cada vez más estrictas, la policía patrullaba por las calles, cerraban de forma indefinida los bancos, supermercados y farmacias y cortaban literalmente todas las salidas de los pueblos. A pesar de haber una gran tranquilidad hasta el momento, nadie era capaz de saber a lo que nos enfrentábamos ni que vendría después y eso hizo que comenzase a aflorar el miedo entre la población». La española conoce de primera mano la dificultad de sobrellevar la situación, «cada semana cambian las normas de circulación dependiendo de la terminación del número de identidad, pero en San Juan Pueblo se decide no permitir la apertura de ningún local. Para nosotros resulta catastrófico ya que no se podía acceder al banco y no teníamos dinero en efectivo para afrontar ningún gasto, y además provocaba que no pudiesen suministrarnos el concentrado para alimentar las tilapias y cabía la posibilidad de que muriesen los peces«, declara.
Todos estos incovenientes hicieron que el proyecto en el que trabaja Postigo se viera «fuertemente afectado» pero, pese al miedo, explica que «se plantea intentar seguir con el trabajo, aunque las autoridades lejos de ayudar nos dificultan las cosas. Se consiguen realizar varias pescas, siempre coincidiendo con el día en el que todos podemos salir de casa, con los salvoconductos requeridos y respetando las medidas de seguridad necesarias. Tras la primera pesca se consigue recaudar dinero para realizar un pago mínimo a todas personas que trabajan en él y así poder comer, y con las siguientes se va consiguiendo mantener activo el proyecto«, indica.
Cuando la situación se volvió más tensa, Postigo cuenta que «la municipalidad rectificó y permitió la apertura de los locales básicos porque la gente no tenía comida ni dinero y podían surgir revueltas». La sensación que tuvo entonces es escalofriante: «Al salir a la calle la escena era particular y agobiante, parecía tranquilizadora pero también daba miedo. Filas kilométricas a la puerta de bancos y locales de alimentación, aumento de un 500% en guardias de seguridad en cada establecimiento donde además se realizaba un cuestionario y se tomaba la temperatura«.
Ahora expone que, a pesar de que en gran parte del mundo parece que mejora la situación, «en Honduras la situación es muy incierta, las cifras oficiales de contagios y muertes aumentan por día, mientras en junio comienza una especie de desescalada. Cada día se cuestiona más la veracidad de las informaciones, las medidas que se toman y las consecuencias que ha traído y traerá. Esto deja una sensación extraña que todo el mundo se cuestiona, ¿Cómo es posible que cuando peor están las cosas haya más libertad?«
En este sentido, Postigo asegura que, a modo personal, le preocupa más «la manera en la que están empezando a vivir gran cantidad de familias a las que se les ha cortado la luz, el agua, no tienen productos de higiene básica o incluso alimentos, y cuál será su futuro. Se está hablando de que las consecuencias que está dejando y dejará esta pandemia van a ser mucho peores que las que se presentaron con las ultimas tragedias ocurridas en el país, como el más reciente huracán Mitch. A pesar de ser consciente de la situación que se está viviendo en España, pienso que la actuación que se hace desde allí gracias a la colaboración entre Caja Círculo y el Centro de Cooperación de la Universidad de Burgos va a ser crucial en los próximos tiempos«, concluye.
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