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Sacrificio y satisfacción. Dos realidades que definen perfectamente lo que supone formar parte del Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña (GREM) y la Unidad Canina de Salvamento, con sede en Burgos. El sacrificio de entrenar a un perro para que realice la mejor labor ... de rescate posible y la satisfacción de prestar un servicio público, de ayudar a los demás en un momento complicado, ya sea este una desaparición, una explosión, un derrumbe o una catástrofe natural.
Sin embargo, una pesa más que la otra. El sacrificio acaba imponiéndose a la satisfacción, o eso sospecha Álvaro Martínez, el responsable del GREM Burgos, tras comprobar que la unidad no consigue renovarse. Que no llegan nuevos voluntarios y que el GREM se mantiene con los mismos dieciséis miembros de los últimos años, pese a haberse convertido en un referente internacional en su cuarto de siglo de vida.
«Es una disciplina muy exigente», recuerda Martínez, y de gran responsabilidad. «Se requiere mucha implicación» y eso desanima a muchos voluntarios que llegan al GREM pidiendo información, con la firme intención de sumarse a la Unidad Canina. Sin embargo, Martínez afirma que el trabajo es muy gratificante, tanto por trabajar con los perros como por el valor añadido que supone ayudar a las personas y prestar un servicio público.
El problema radica en que «falta mucho voluntariado», pues los servicios se han ido profesionalizando y, entidades como Protección civil, Cruz Roja o el GREM, que todavía operan bajo la fórmula del voluntario, tienen un margen de acción «limitado». Eso también resta atractivo a la actividad, reconoce, lo mismo que si no se visibiliza el trabajo que se realiza y la sociedad no le ve la utilidad.
Por ese motivo están tan satisfechos en el GREM con el proyecto que, desde hace un par de años, coordinan con el Gobierno de Panamá, pues supone un reconocimiento y su consolidación como un referente internacional en el rescate con perros. Mediante contrato, la Unidad Canina de Salvamento está formando un grupo de rescate profesional dentro del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC).
La experiencia está siendo muy positiva, reconoce Martínez, con viajes periódicos a Panamá, visita de los profesionales panameños a Burgos y múltiples horas de formación a distancia. El proyecto, impulsado gracias también a un convenio de colaboración con la Universidad de Burgos, ha permitido también poner negro sobre blanco, en términos de horas de formación y trabajo, lo que supone tener una unidad de perros de rescate completamente operativa.
En Panamá llevan unas 1.000 horas de formación, apunta Martínez, y todavía el grupo no se puede considerar operativo. Para que un perro esté perfectamente entrenado se requieren de unas 2.500 horas de trabajo, más otras 1.000 de mantenimiento del adiestramiento. En el GREM de Burgos se reúnen todas las semanas, al menos una vez, para trabajar en grupo pero cada miembro debe entrenar con su perro entre dos y tres días semanales, como mínimo.
Ahora que se acaba de cumplir un año de la explosión de la Barriada de la Inmaculada, Álvaro Martínez destaca la responsabilidad que asumen unidades como el GREM en este tipo de sucesos. Son las encargadas, a través de sus perros de salvamento, de determinar que «no queda nadie» bajo los escombros. Para llegar a ese punto hace falta mucho entrenamiento. «Esa es la responsabilidad que aceptados», recuerda, pero son meros voluntarios.
De ahí la importancia de contar con el apoyo de las instituciones, especialmente de la Junta de Castilla y León, para que el trabajo que se realiza sea reconocido y, así, animar a los voluntarios a sumarse a un proyecto enriquecedor. El GREM tiene una amplia trayectoria profesional, con participación en rescates por todo el mundo, premios internacionales y reconocimientos profesionales.
Ahora solo les falta ampliar el número y conseguir renovar el equipo para seguir creciendo. Y para sumarse al GREM solo hace falta «tener ganas de implicarse», porque la formación la ofrece el propio grupo a través del convenio con la UBU. Ser activo, dinámico... «y que le gusten los perros», bromea Martínez, y la montaña, pues ambos son la esencia del GREM de Burgos.
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