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La lluvia en Sevilla será una maravilla, pero en Burgos tiene querencia de aguanieve, con esos goterones densos que no golpean el parabrisas, toc, sino que suenan a chof desparramado. «Igual se nos ha ido la mano con el termostato, hacer un congreso en ... Burgos en noviembre es lo que tiene», admitió el anfitrión, Luis Tudanca. «No creo que os haya sorprendido el frío que os habéis encontrado al llegar, incluso la nieve», anticipó Daniel de la Rosa, alcalde de la ciudad. A las ocho de la mañana, con 1 grado, según el termómetro digital que se ve en lo alto de un edificio desde el Fórum Evolución, El Espolón era una calle de Charles Dickens con copos de nieve. En las navidades pasadas aparecería un PSOE con luchas internas, como aquella de Julio Villarrubia y Óscar López, ahora de regreso como gurú asesor del presidente Sánchez. En las presentes, un Luis Tudanca que ha hecho de argamasa para compactar el partido pero que sabe que no gobernará Castilla y León hasta que sume casi por sí solo los 41 procuradores que necesita, visto lo visto, y que se prepara para unas elecciones anticipadas que se intuyen pero no se saben. Y en las navidades futuras… «Le pido a la ciudadanía, cuando quieran convocar esas elecciones, que la mayoría sea más rotunda para que le cambio sea imparable y nadie lo pueda bloquear», pidió Pedro Sánchez. Pero en el cuento esas, las futuribles, eran las únicas navidades cuyo curso se podía cambiar, así que a saber.
Augurios hay para todos, desde luego. Cuando la sala de prensa aún se veía vacía, con el monitor encendido, sin portátiles ni tiquitiquis de teclado, una voz emergió del altavoz. «En esta tierra es imposible cambiar nada», tronó. Toma profecía. Luis Tudanca, claro, prefiere agarrarse a los posos que leyó Daniel de la Rosa. «Vas a ganar y vas a gobernar», le dijo. Aunque quizá la superstición y la adivinación haya que obviarlos. Al fin y al cabo, luego se supo, con los protagonistas ya sobre el escenario y mil personas rebosando el Fórum Evolución, que la frase de la sala de prensa era un enunciado sacado de contexto del vídeo con el que el PSOE presentaba su eslogan, «Pasión por Castilla y León». O como diría la zamorana Ana Sánchez, secretaria de Organización, «por Castilla y por León», para no herir sensibilidades.
Congreso autonómico del PSOECyL
Antonio G. Encinas
Antonio G. Encinas
«Hay quórum», dijo la propia Ana Sánchez cuando anunció la presencia del 93% de los delegados socialistas acreditados, 244 de 265. Faltaron algunos de los invitados previstos, eso sí. Como José Luis Rodríguez Zapatero o Guillermo Fernández Vara, que envió un vídeo. «Querido Luis, eres un modelo de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio en circunstancias muy difíciles y por eso te tengo tanta admiración», le dijo. Faltaron los que han fallecido, que recibieron su homenaje con sus nombres y fotos en la pantalla. Los aplausos arreciaban, lógico, en el sector del auditorio que identificaba por un momento en la foto a uno de los suyos, y supusieron el momento emotivo de la mañana.
Estuvieron, eso sí, todos los demás. O casi. Tres ex secretarios generales del PSOE, Juan José Laborda, Óscar López y Jesús Quijano. El que fuera presidente socialista de la Junta, Demetrio Madrid, ovacionado por el auditorio con la efusividad que merece haber sido el último que ganó en las urnas hasta Tudanca y hace ya más de tres décadas. Los eurodiputados Iratxe García e Ibán García. Adriana Lastra, Santos Cerdán, Mari Luz Martínez Seijo, Javier Izquierdo, Ander Gil, Francisco Boya, los alcaldes Clara Luquero (Segovia) y Carlos Martínez (Soria). A Daniel de la Rosa le apetecía nombrar a todos, casi como hacer expreso un agradecimiento individual por haber traído semejante evento colectivo a la ciudad. Pero en ese afán, le habrían dicho sus asesores que siempre existe el riesgo de dejarse a alguien. Y se dejó a Óscar Puente, alcalde de Valladolid. Que no pasó inadvertido precisamente cuando Pedro Sánchez y Luis Tudanca enfilaron el pasillo hacia el escenario y llegaron a su altura. El abrazo del secretario general con su paladín en tiempos de primarias fue sincero. El de Puente y Tudanca, una declaración de unión política y personal.
Luego los discursos. «Que sean breves», anunció De la Rosa. Que casi se estiró más que Luis Tudanca y luego tuvo que interrumpir a Faustino Temprano porque se le iba el horario. Pedro Sánchez eligió dos sustantivos, «derecha y ultraderecha», y los coaligó en un sintagma intencionado que es un argumentario electoral resumido en un «o nosotros o ellos». Y apoyado por ese «socialismo es libertad» de Faustino Temprano que se contrapone bien al «comunismo o libertad» ayusista.
Porque Isabel Díaz Ayuso no podía faltar, claro. Casi es más temor el que despierta la líder madrileña en el PSOE que Pablo Casado, al que apenas se dedicó un toquecito sarcástico pese a que actuó unas horas antes en León, sorprendentemente a tiro de autovía en una comunidad que aún no visto acabada la N-122. «Ayuso se va a 37 kilómetros de Madrid, a una localidad con 50.000 habitantes - Colmenar Viejo-, a hablar de la España vaciada. Acabará pidiendo dinero para luchar por la despoblación en Madrid», se burló Tudanca.
Acabada la escenografía pública, llegó el turno del análisis privado. Tudanca expuso su labor durante los últimos cuatro años y lo sometió al examen y dictamen de sus delegados y secretarios provinciales. 233 aprobaron su gestión. 10 se abstuvieron. Uno votó en contra. La soledad del opositor interno en este inusual PSOE hormigonado de Castilla y León. Mañana Tudanca será secretario general de nuevo. En el vestíbulo del Fórum Evolución, 'La tienda del PSOE' prepara los 'souvenirs' para los militantes más fieles o, al menos, los que más sienten el gusto de llevar los colores. Desde llaveros, bolsas de tela y calcetines hasta cuadernos con el rostro de Pablo Iglesias -el socialista, no el ex vicepresidente, claro- o los ídolos recientes del PSOE fallecidos a destiempo, como Pedro Zerolo, Carmen Alborch o Carme Chacón. Al fin y al cabo, al lado está el Museo de la Evolución Humana y no hay museo sin su tienda de recuerdos.
Fuera, en Burgos, la nieve volvía a decorar la realidad.
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