Tradición y devoción en un Curpillos de despedidas y bienvenidas

Al monasterio de Las Huelgas ha acudido Daniel de la Rosa como alcalde en funciones. En algún momento se le ha escuchado mencionar: «vamos a cerrar aquí el mandato». Mientras tanto, a unos metros, en el parque El Parral, Cristina Ayala, quien será nombrada mañana sábado alcaldesa, repartía pinchos y bebidas a los asistentes a la parte profana de esta fiesta con elementos religiosos y militares.

El que será el vicealcalde, Fernando Martínez-Acitores, acudía todavía como concejal en funciones de Vox a la ceremonia eclesiástica.

La tradición mezcla en esta celebración a la religión, el folclore y la diversión más profana. Pero comienza con una misa en el monasterio de Las Huelgas. Allí es la abadesa la que recibe a autoridades políticas, religiosas y militares. Unas autoridades políticas que están de despedida.

Este sábado 17 de junio se conforman los ayuntamientos. Burgos ya sabe que Daniel de la Rosa dejará de ser alcalde, pese a ser la del PSOE la lista más votada. César Rico, presidente de la Diputación, también se retira del cargo. Lo más seguro es que en 2024 sea Borja Suárez, también del Partido Popular, quien acuda al Curpillos como presidente de la Diputación. Porque durante esta celebración acuden concejales y diputados al monasterio de Las Huelgas.

Posteriormente, ha comenzado la procesión. Del monasterio ha partido la comitiva pasadas las doce de la mañana. El Gigantillo y la Gigantilla junto con los Gigantones dirigían. El pendón de las Navas de Tolosa y el Santísimo Sacramento bajo palio como pasos centrales. Un palio que este año han portado también dos mujeres, dos concejalas burgalesas. Como se comentaba, hasta ahora solo hombres lo habían portado.

Por lo demás, una procesión que se mantiene en el tiempo y que conmemora la victoria de los cristianos sobre las tropas musulmanas en la batalla de Las Navas de Tolosa de 1212.

El Curpillos asienta sus raíces en 1331, la primera fecha de la que se tiene conocimiento de su celebración. Cuenta la leyenda que Alfonso VIII se llevó como trofeo el tapiz que adornaba la tienda del sultán Muhammad al-Nsir, conocido entre los cristianos como Miramamolín. La pieza original se conserva en el Museo de Telas Medievales, que alberga el propio Monasterio de Las Huelgas Reales. Lo que se saca en procesión es una reproducción, a fin de conservar el original.

Tras la procesión, desfile y parada militar entran en acción los elementos más típicamente burgaleses y que dan colorido y sonido a la fiesta: los Gigantones, Gigantillos, Danzantes y Tetines.

El calor acompañaba en esta jornada y del monasterio los asistentes se han desplazado hasta el parque de El Parral, donde se celebra la romería o jira. Gastronomía y bebida a cargo de las peñas burgalesas en un ambiente festivo