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Alrededor del veinte por ciento de la población es alérgica a las gramíneas. Es la principal alergia de polen en Burgos, la que afecta a un número mayor de ciudadanos, y esta primavera parece que no va a ser especialmente intensa. La sequía del otoño ... y el invierno influyen, de modo que los pronósticos apuntan a que va a haber menos polen de gramíneas, aunque «Burgos es una provincia muy variable».
Así lo recuerda Pedro Carretero, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). La polinización de las gramíneas empieza a mediados de mayo o principios de junio, y suele caracterizarse por niveles altos y constantes. Sin embargo, todo depende del tiempo, de las temperaturas y de las lluvias. Si hace frío o llueve, los niveles serán menos intensos.
Con normalidad se ha vivido la temporada de cupresáceas, que está acabando, apunta Carretero. Es la segunda causa de alergia al polen en Burgos y, este año, ha tenido pólenes esporádicos, salvo la primera quincena de febrero, en la que fueron muy diarios. También se destaca, como algo un tanto atípico, los niveles muy altos de Nochevieja, pues el buen tiempo siempre los eleva.
Si bien hay menos alérgicos a las cupresáceas que a las gramíneas (aunque también hay casos que comparten ambas alergias), en Burgos es un polen que no debemos descuidar. En la capital es importante, pues hay una elevada presencia de cupresáceas en el Castillo, por ejemplo. Y también en la provincia, pues la zona de los sabinares del Arlanza también es complicada para los alérgicos.
Pedro Carretero insiste en que son estos dos pólenes los que causan más alergias en Burgos, pues el polen del plátano de sombra, que es un clásico en otras provincias, aquí apenas tiene incidencia. Puede haber alguna zona con niveles altos, pero la polinización dura un par de semanas y solo afecta a quien reside muy cerca. Lo mismo ocurre con el olivo, que si bien está aumentando el número de alérgicos, es más residual.
El jefe de Alergología del HUBU recuerda que lo más importante es conocer nuestras alergias para controlarlas. Ante cualquier síntoma, se debe consultar y en el servicio hospitalario realizan el correspondiente estudio, se determina la alergia, la intensidad de la misma, se pone un tratamiento y se hace un seguimiento, para que la alergia afecte lo menos posible a la vida de los pacientes.
Y dentro de los tratamientos posibles, el doctor Carretero recuerda que está la inmunoterapia. Hay vacunas que «curan» de las alergias al polen, una solución de por vida que merece la pena cuando la alergia es intensa. Si los síntomas perduran muchos días, son muy frecuentes y limitan tu vida, si además de conjutivitis y rinitis hay asma, la recomendación de los alergólogos es la vacunación.
En un tratamiento de tres años. Todos los meses «un pinchacito que no produce grandes efectos secundarios» y, completado, el alérgico deja de tener síntomas o los tiene en mucha menor medida. Por ese motivo, insiste Pedro Carretero, es una solución muy útil para los que peor lo pasan, y muy a tener en cuenta si hay problemas respiratorios.
Además, las vacunas se pueden poner a partir de los cinco años, que es cuando debutan los síntomas de las alergias (aunque estas pueden aparecer en cualquier momento de la vida). En cuanto se ve cómo evoluciona la alergia, la intensidad, los problemas que genera se puede tomar una decisión sobre vacunarse o no. «Tener una curación, en medicina, es mucho», admite el doctor Carretero.
El uso de las mascarillas frente a la covid-19 ha tenido muchos efectos colaterales positivos y, en el caso de los alérgicos, ha sido una disminución de los síntomas respiratorios. «La mascarilla es un protector, una barrera frente al contacto con el polen», recuerda Pedro Carretero, e igual que se recomienda el uso de gafas, también el de mascarillas, para aliviar los síntomas.
Eso sí, el jefe de Alergología es consciente de que volverán a ver niveles habituales ahora que nos estamos desprendiendo de las mascarillas. Por cierto, que la calima que sufrimos semanas atrás no afecta para nada a un aumento o disminución de los pólenes, aunque sía a los pacientes con problemas respiratorios. De ahí que también se recomendase, esos días, utilizar mascarillas en la calle.
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