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En un mundo acelerado, consumista, de usar y tirar, pararse a mirar lo que tenemos en casa, darle valor a los objetos, pararse a pensar lo que queremos comprar puede sonar hasta revolucionario, innovador. En Burgos, en este punto es donde entra Nathalie Albillos y sus home sweet market, es decir, mercados efímeros en casas donde se venden los objetos de las mismas.
Ella se encarga de poner a la venta los artículos de una vivienda que se ha vendido o se quiere vender o renovar. Los propietarios se ponen en contacto con ella y su socio. Ellos llegan a la casa y evalúan si lo que esconden esas paredes es susceptible de venderse. Junto a los propietarios observan lo que hay, se limpia todo, se coloca, se le pone un precio acorde al mercado y de acuerdo con los dueños y llega el momento del mercado efímero. El próximo que realizan en Burgos se celebra durante tres días y medio y comienza el miércoles 18 de septiembre.
Nathalie se encarga de organizar mercados efímeros en casas de Burgos donde se venden los objetos de esas mismas viviendas. Ella lo tiene claro, «los objetos que tenemos pueden tener una segunda, tercera o cuarta vida, hasta que desaparezcan. Es una forma de que las personas valoren más las cosas». Nathalie lo tiene claro y el público también, ya que la asistencia a estos mercados ha ido aumentando muy notablemente.
Este tipo de mercados es una novedad en España, aunque cada vez se conocen más, y también son algo innovador en Burgos. Pero desde el principio, según reconoce Nathalie, han contado con un público satisfactorio. Aun así, han notado aumento de asistencia del primero al último. El boca a boca ha ido haciendo mucho. «Las personas sienten curiosidad. Por un lado, es algo nuevo aquí. Por otro, es interesante descubrir los tesoros que te puedes encontrar. Hay gente que nos ha llamado para saber cuándo iba a ser la próxima casa porque en verano hemos parado», reconoce esta emprendedora.
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Los precios de cada objeto se estudian mucho. Hay objetos y precios para todos los públicos y bolsillos. Desde personas que quieren curiosear y ver si encuentran un objeto que les llame, hasta coleccionistas, anticuarios o perfiles más expertos.
En esta última casa, por ejemplo, saben que tienen que llamar a estos perfiles más profesionales porque hay objetos antiguos, de coleccionista. Llamarán a anticuarios, músicos, decoradores... «Tenemos ya clientes que nos avisan de que, si entramos en una casa con objetos de un determinado tipo, les avisemos», añade.
El precio lo estudian mucho. Entran en juego su experiencia como decoradores, pero también consultan el mercado, consultan a expertos y, por supuesto, a los propietarios. Aunque el precio objetivo y el subjetivo difieren, Nathalie reconoce que las familias con las que ha trabajado son muy conscientes y confían mucho en ellos, así que les permiten trabajar con mucha autonomía y «eso es un gusto». «Siempre buscamos precios razonables», apunta.
Y entre este público variado de los home sweet market, Nathalie destaca a la gente joven. «Viene mucha, creo que están más concienciados con la segunda mano, con reutilizar, con dar valor a lo que otro retira. Por el precio que está todo, mejor comprarse algo que tenga valor y calidad», apunta.
Lo que no puede obviarse, y no lo hace Nathalie, es el aspecto sentimental al entrar a una casa para vender lo que hay dentro. «Hacemos nuestro trabajo desde el máximo respeto y cariño desde que entramos por la puerta. Sabemos que cada objeto de una casa forma parte de la vida y la historia de una familia», reconoce.
Cuenta Nathalie que empatizan mucho con los dueños porque son conscientes de que vaciar una casa es duro. Normalmente entran en viviendas familiares, con las cosas con las que se han criado y de las que se van a desprender, suele haber situaciones de duelo. «Es duro y a la vez gratificante y reconfortante porque se le va a dar otra vida y valor a esos objetos, no van a acabar en un vertedero ni un almacén», añade.
Cada casa tiene su particularidad y puntos fuertes, en algunas hay más muebles, en otras hay más menaje, pero no en todas las casas se puede hacer un mercado de este tipo. Desde su criterio y experiencia aconsejan a la familia sobre si es viable o no el mercado.
El trabajo personal con los propietarios es importante y lo cuidan mucho porque están entrando a su intimidad, por eso ponen en valor todo. «Ellos también se sienten bien porque ven que valoramos y cuidamos, que estamos buscando otra vida para sus objetos o los objetos familiares. Somos muy sensibles con ello», explica Nathalie. A cada mercado le pueden dedicar un mes o más de preparación.
Lo que hacen al entrar a la casa es sacar todo de contexto. Cada casa está decorada al gusto de sus moradores, por lo que sacan cada objeto de contexto, lo limpian y lo colocan de forma atractiva, como en un mercado.
En la casa en la que ahora trabajan, por ejemplo, la familia tenía muchas antigüedades, objetos valiosos, cuidados, colecciones, habían viajado y se notaba que habían puesto interés en sus compras. Por eso, el salón de la casa lo han puesto como un anticuario, en homenaje a quien allí vivió. «Aquí hay memoria. El pasado siempre lo tenemos presente porque creemos que ayuda para vivir en un futuro consciente», reflexiona.
Además, estos mercados también son una oportunidad para que esas familias ganen algo de dinero y, además, no se tire ese objeto que puede servir a otra persona. Sacar las cosas de casa, además, es una tarea laboriosa o hay que pagar a empresas para que lo retiren. Esto tiene una rentabilidad para la familia, mayor o menor dependiendo de casos, pero algo aporta y, además, se está dando una nueva oportunidad a objetos que podrían acabar en la basura.
El próximo sweet home market, o mercado en una casa, tendrá lugar los días 18 (de 17:00 a 21:00 horas), 19, 20 y 21 de septiembre, de 12 a 14:30 horas y de 18 a 21 horas en la calle León 2, 9°-C en Burgos. Cualquier información se puede consultar en el 680188077.
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