Los gigantones y gigantillos son figuras esenciales en los Sampedros. Archivo Municipal

Los primeros Sampedros

La ciudad de Burgos decidió cambiar a finales del siglo XIX el calendario de las fiestas mayores de septiembre a junio por «razones climatológicas»

BURGOS conecta

L.Sierra / ICAL

Miércoles, 29 de junio 2022, 09:12

La última semana de junio es sinónimo de fiesta en la ciudad de Burgos. La festividad de San Pedro y San Pablo es la efeméride festiva por excelencia de la ciudad castellano y leonesa pero no siempre fue así. Burgos ha escogido a lo ... largo de su historia distintas fechas a la hora de celebrar sus fiestas mayores. En todas un denominador común: toros, actos y gentío, aunque el clima, como sucede en la actualidad, no siempre ha sido del todo benevolente.

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Los primeros 'Sampedros' que se celebraron en la ciudad de Burgos se enmarcan en la España de 1873, coincidente en el tiempo con la I República Española. En este momento, el Ayuntamiento de la capital decidió cambiar la fecha de sus fiestas mayores de septiembre a junio por razones climatológicas y de asistencia de forasteros.

Así se recoge en las actas municipales que custodia el Archivo Municipal de Burgos. En las mismas aparece un acuerdo rubricado por el presidente municipal, Federico Fernández Izquierdo, que hace partícipe a la ciudadanía del cambio de celebración de la Feria de la Santa Cruz, que se venía celebrando en Burgos en el mes de septiembre, a la Feria de San Pedro y San Pablo, que se procedería a celebrar en el mes de junio. Entre las razones municipales, una de peso: el fresco habitual de la ciudad burgalesa. Los expertos consideraron que existían más probabilidades de calor en el mes de junio que en septiembre, al tiempo que se consideró que en septiembre la posibilidad de acoger a foráneos y visitantes podría ser menor que en verano «por la multitud de fiestas que había en Castilla» en los meses de agosto y septiembre.

La Feria de la Santa Cruz se vino celebrando todo el siglo XIX coincidiendo con la segunda semana de septiembre. En uno de los carteles, a los que tuvo acceso Ical, se comprueba que se trataba de una feria de cuatro días de duración en la que las actividades lúdicas y la exposición de ganados tenían un papel preponderante. También las corridas de toros que desde el siglo XVI se venían realizando en la Plaza Mayor y del Mercado de Burgos para gusto de burgaleses y visitantes con corridas que en ocasiones duraban horas.

Las fiestas de hace dos siglos

Una de las personas que más conoce cómo eran esos Sampedros primigenios es Pilar Figal, la responsable de un pormenorizado estudio que estos días acerca cómo eran las fiestas mayores de hace dos siglos a los burgaleses a través de las redes sociales de la cuenta del Archivo Municipal de Burgos. «Las fiestas eran muy distintas. Burgos era muy conocida en la Edad Media por sus fiestas y por las fuentes de vino que durante muchos años se instalaron en la Plaza Mayor para que disfrutaran los vecinos durante los días de asueto. No sé qué pasaría si esas fuentes estuvieran en la actualidad...», sostiene en declaraciones a Ical.

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Durante los primeros años, las fiestas de junio y las de septiembre coincidieron en el tiempo desapareciendo las segundas unos años después por ausencia de presupuesto y por la escasa asistencia. Fue entonces cuando las fiestas dedicadas a los apóstoles cobraron todo el protagonismo como atestiguan los carteles que custodia el archivo y que permiten conocer cómo eran los Sampedros de finales del XIX y de comienzos del siglo XX.

Archivo Municipal de Burgos

El cartel de 1887 anunciaba a bombo y platillo cuatro días de fiestas mayores con atractivos tales como los fuegos de artificio, «dos magníficas corridas de toros» y la presencia de los vecinos más ilustres de la ciudad, los Gigantones. Unos años después, en 1900, las fiestas mantenían sus cuatro días festivos incluyendo novedades como los pasacalles y dianas, además de la feria de ganados que hasta hace pocos años se mantuvo en La Milanera.

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El cartel de 1928 anunciaba dos corridas de toros, celebradas en la Plaza Mayor de la cuidad, con la presencia de los espadas Marcial Lalanda y Zurito, además de actividades como 'el día de la jota' y «grandes partidos de fútbol». Muy similares fueron las fiestas de junio de 1936- pocos días antes de que estallara la Guerra Civil- con verbenas en las calles de la cuidad, conciertos, exposiciones y teatro. Esas fiestas comenzaron el 28 de junio y se prolongaron hasta el día 12 del siguiente mes.

Toros en plazas y calles

Uno de los denominadores comunes de los Sampedros se corresponde con la fiesta nacional. Desde el siglo XVI e incluso antes, tal y como revela Figal, la ciudad celebraba fiestas con toros para agasajar a la población y a reyes como Carlos I que llegó incluso a bajar al ruedo para «hacer de torero» en una de sus visitas a Burgos. «Los festejos taurinos se celebraban en la Plaza Mayor y en la del Mercado y allí iba toda la población a pasar el día. Hay documentos que hablan de que el Ayuntamiento llegaba a traer para un día hasta 48 toros», argumenta la bibliotecaria del Archivo Municipal de Burgos.

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La peligrosidad era alta en estos festejos, antesala de las corridas de toros que aparecieron en el siglo XVIII y XIX. Los cosos eran de madera y en ocasiones, la ciudad debía de hacer frente a los «numerosos muertos» que dejaban estos festejos a tenor de la ausencia de seguridad u otros efectos de la prolongada fiesta. «Muchas veces los festejos se pausaban al llegar la noche porque ya no se veía para seguir», añade Figal.

Antes de que Burgos contara con su primera plaza de toros propiamente dicha, el Coso de Vadillos inaugurado en 1867 en la prolongación de la Avenida del Cid, la ciudad era muy conocida por sus encierros. «Hay documentos que hablan de cómo se traían a las reses desde el campo de San Lorenzo-en la actual Villalbilla- hasta Burgos llegando los toros a protagonizar vistosas carreras por el entorno de la calle Santander. «Los encierros de Burgos desaparecieron en el siglo XX pero quién sabe si hubieran sido tan importantes como los de Pamplona», argumenta Figal.

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Gigantones, danzantes y dulzaina

No menos importante ha sido la presencia desde el siglo XIX de los Gigantones y de los danzantes de Burgos. Precisamente de los segundos se conservan muchas imágenes del imponente fondo fotográfico de Juan Antonio Cortés que da cuenta de los cambios producidos en la indumentaria de los famosos bailarines burgaleses. «Hay una imagen del siglo XIX donde los danzantes aparecen con gorro de paja y una estética muy indiana», asevera la responsable del estudio.

Ese fondo también da cuenta del cambio estético y estilístico de los gigantones que bailaron delante de Hitler en 1939, además del arraigo que ambas piezas han tenido desde hace décadas entre los burgaleses. Quién más, quien menos recuerda un momento de su infancia con la cabeza erguida para contemplar a tan gigantes vecinos. Quién más, quien menos, tiene en mente que la última semana de junio es sinónimo de dulzaina y charanga.

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