La juventud burgalesa tiene peor salud mental en el último año. La ansiedad ante «las circunstancias de la vida diaria» es el principal motivo y se ha acrecentado desde la aparición de la pandemia de covid. Así lo revela Juan Antonio Gª Mellado, Jefe ... de Servicio de Psiquiatría en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU).
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La ansiedad es la principal patología en aumento. Afecta a varias generaciones de jóvenes que han vivido dos años en unas circunstancias excepcionales. Por ejemplo, el aislamiento, las clases online, la obligación de permanecer en casa y las relaciones personales reducidas a las redes sociales.
Los datos señalan que las mujeres padecen más ansiedad y ejecutan más intentos de suicidio que los hombres. Asimismo, los varones consuman más suicidios que las féminas, hecho que corrobora el Instituto de la Juventud. Sin embargo, «la ansiedad y la depresión generan el mismo sufrimiento independientemente del género», asegura Mellado sin dudar.
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YOLANDA FERNÁNDEZ BLANCO
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Algunas patologías, «que siempre han existido» se han acrecentado a lo largo del último año, lo que supone una «accesibilidad más compleja» a la atención sanitaria. Destaca el incremento de trastornos de la conducta alimentaria, especialmente la anorexia. También crecen el consumo de sustancias y las conductas antisocial entre la población joven.
Si bien las cifras apuntan a la aparición de más casos de enfermedades de salud mental, en realidad se debe a una mayor visibilización. «Más que se haya incrementado, se ha hecho más visible», asegura Mellado.
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Los casos de ansiedad han aumentado alrededor de un 20% en urgencias del HUBU durante el último año, según el jefe de servicio de pisquiatría. También atienden más conductas suicidas. Se trata de una situación que preocupa a los servicios de psiquiatría y de salud mental de Burgos.
Por otra parte, la cuestión de fondo es el contexto de la sociedad actual, donde reinan la gratificación inmediata y la baja tolerancia a la frustración, en parte, relacionadas con las redes sociales. El psiquiatra detecta que los niños tienen una educación basada en gratificaciones, así como en «la inmediatez y la anticipación».
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Esto genera estrés y, como consecuencia, puede aparecer la ansiedad. La situación se agrava cuando pasa a ser crónico, con síntomas depresivos. Hay que permanecer alerta ante señal de cambios de comportamiento tales como pérdida de confianza o de comunicación.
Respecto a los adolescentes, requieren de atención médica por crisis de ansiedad, vinculadas directamente con la realidad que viven en el entorno familiar, educativo y social.
Otro desencadenante de enfermedades mentales es el consumo de drogas entre la juventud, en un contexto social que lo normaliza cada vez más. «Muchas veces el consumo de sustancias es el detonante de la aparición de cuadros psiquiátricos graves, como la psicosis y la esquizofrenia», valora Mellado.
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Los niños menores de 14 años acuden a los centros sanitarios de forma más frecuente que hace dos décadas. Los sanitarios del HUBU aprecian una mayor detección precoz de «síntomas del espectro autista» y del déficit de atención con hiperactividad. Los menores también presentan «conductas impulsivas en el domicilio o en los juegos».
Hablar con esa persona que lo está pasando mal es muy importante para evitar que el siguiente paso sea el suicidio. Además, hay que evitar minimizar los problemas de los demás, por ejemplo, al comentar «esto que te pasa no es importante».
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Elena García y Angélica del Torno, enfermeras de psiquiatría del HUBU y miembros de APRESUIC, coinciden en que muchas veces creemos que hablar de suicidio es negativo. «Los pacientes se sorprenden cuando les decimos: ¿Has pensado en suicidarte? Cuando lo oyen se sienten más liberados porque nadie se lo había preguntado.»
«La clave es hablar» siempre con una escucha activa. Esto desmiente el mito de que el hecho de decirlo incite a consumar el suicidio. «Por desgracia, es algo de lo que no se habla». Si la gente asumiera más o preguntase más a menudo sobre el tema «ganaríamos mucho».
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También es imprescindible que las personas con una salud mental alterada busquen ayuda médica en atención primaria. En el caso de que parezca grave hay que llevarle a urgencias o llamar al 112 porque, a veces, entran en círculo vicioso al creer que «en el hospital no ayudan, solo dan pastillas».
Siempre se puede contactar con el número telefónico 024 para la prevención del suicidio, así como con el teléfono de la esperanza 717 00 37 17. Son gratuitos y ayudan a personas con ansiedad o ideas autoliticas, entre otras patologías.
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A nivel personal, es importante desarrollar actividad física, ya sea caminar o practicar algún deporte. Tampoco hay que olvidarse de mantener relaciones sociales saludables.
«La actividad física moderada y la alimentación sana son los dos ejes sobre los que pilotan una buena salud mental en la población general», asegura Mellado.
Respecto al ámbito educativo, recomienda disminuir la presión que ejercen para maximizar el rendimiento, tanto por parte de los compañeros como de los padres. La cultura del esfuerzo puede generar frustraciones. Al final, quienes no logran ser el número uno, optan por buscar el protagonismo en otros aspectos, ya sean positivos o negativos.
El Jefe de Servicio de Psiquiatría recomienda que la población aproveche el tiempo libre disponible en verano para cubrir estos aspectos básicos. Es más fácil de lograr sin la rutina laboral o estudiantil.
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