Los propietarios del edificio Campo estudian un uso para el inmueble tras décadas cerrado

Ahora, los propietarios del edificio, que ha sobrevivido a multitud de avatares a pesar de no albergar apenas actividad durante cuarenta años, ya tienen vía libre para poder actuar sobre él bajo una serie de preceptos, centrados en la conservación de los elementos estructurales y estéticos del inmueble.

Eso sí, de momento, no se ha decidido el destino del mismo, tal y como reconocen los propietarios, que ahora mismo están valorando todas las opciones posibles, que son muchas. De hecho, han sido numerosas las ocasiones en las que diferentes inversores se han puesto en contacto con ellos a lo largo de las últimas décadas para sondear la posibilidad de desarrollar algún tipo de actividad. Sin embargo, hasta la fecha no se ha concretado ninguna de esas opciones, debido fundamentalmente a las cargas urbanísticas que arrastraba el inmueble.

En este sentido, los propietarios reconocen que el abanico de posibilidades es muy amplio. El edificio ahora mismo cuenta con calificación de uso comercial, pero no se descarta, ni mucho menos, solicitar un cambio de uso en función de las propuestas que pudieran pudieran ponerse sobre la mesa, ya sean vinculadas al sector hotelero, comercial o residencial. De hecho, se está valorando incluso la posibilidad de impulsar algún proyecto de manera particular, sin la entrada en la ecuación de inversores ajenos.

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Lo que está claro, insisten, es que «se va a buscar lo mejor para los propietarios, pero también para la ciudad». Y es que, el edificio Campo es lo suficientemente singular y está ubicado en un lugar tan estratégico que no todas las opciones son válidas. «Es parte de la iconografía urbana de un punto fundamental de Burgos», resumen los propietarios al tiempo que insisten en que «no hay prisa» para tomar la decisión. «No hemos tenido prisa en 40 años y no la vamos a tener ahora», subrayan.

A este respecto, contar con actividad en el bajo comercial otorga cierto margen de maniobra, toda vez que gracias a ello se han conseguido afrontar los gastos derivados del mantenimiento del propio edificio.

En todo caso, la modificación del PGOU permite ahora mismo afrontar el futuro inmediato con una mayor seguridad jurídica, ya que pone fin a un conflicto urbanístico que según los propietarios ha impedido su reapertura durante todos estos años.

De hecho, el edificio estuvo cerca de ser derribado hace un par de décadas en virtud de una orden del Ayuntamiento. Sin embargo, los propietarios acabaron ganando la batalla judicial en el Tribunal Supremo y el inmueble se salvó del derribo. No obstante, las dos últimas plantas del edificio estaban fuera de ordenamiento, lo que significaba que cualquier nueva actividad debía venir de la mano del derribo de esas dos plantas, algo que condicionaba cualquier operación.

Y eso es precisamente lo que ha cambiado tras la modificación del PGOU, que establece una protección integral a todo el inmueble en su conjunto, en virtud de su trascendencia histórica y arquitectónica. Así de hecho lo han avalado todos y cada uno de los expertos consultados durante el trámite urbanístico, que han señalado que el edificio es un ejemplo singular de la arquitectura de la época del desarrollismo español y que por tanto, debe ser protegido. Así, tanto el Colegio de Arquitectos, como el departamento de Patrimonio y el Docomomo, entidad encargada de promover la conservación del patrimonio moderno en España y Portugal, han avalado el expediente, que ya es firme.

«En ciudades como Madrid hay edificios similares que se han conservado como oro en paño», por lo que establecer algún tipo de protección especial al edificio Campo era «lógico», a juicio de los propietarios, que a lo largo de los próximos meses prevén deshojar la margarita.