La población joven se refugia en la periferia de Burgos

Esa es una de las principales conclusiones que se pueden extraer del análisis de los datos demográficos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan cómo los jóvenes y, sobre todo, las familias de nueva creación, están alejándose cada vez más del centro urbano de Burgos, apostando por otras alternativas que en los últimos años han ido ganando peso en el reparto demográfico.

Cierto es que los habitantes de la capital provincial cuentan con una edad media de 45,1 años, inferior a la media provincial (47,1) y muy alejada del municipio más envejecido (Tinieblas, 73 años de media), pero también es cierto que la ciudad no ha escapado del paulatino envejecimiento y la edad media se ha incrementado en dos años durante el último lustro.

A partir de ahí, en todo caso, las diferencias entre barrios de la propia capital son muy evidentes. Básicamente, los barrios 'más jóvenes' son a su vez los más 'nuevos'. Entornos como Fuentecillas y, sobre todo, Gamonal Norte, actualmente en proceso de consolidación urbana tras años de parálisis, tienen edades medias que en algunas secciones censales bajan de los 30 años.

En esas zonas, ver a familias jóvenes con niños pequeños jugando en los parques es más habitual que en otros puntos del casco urbano. Eso sí, en muchos casos, estos barrios de nueva creación son de carácter plenamente residencial y carecen de los servicios que sí ofrecen otras zonas más consolidadas.

Muy diferente es la fotografía de situación en los barrios más antiguos. Allí, el precio de la vivienda y la propia estructura social, con familias ya asentadas desde hace décadas, ha ahuyentado a la población más joven, y algunas secciones censales del ensanche y de Gamonal-Capiscol cuentan con edades medias superiores a los 55 años, muy por encima de la media local y provincial.

Eso sí, en este ámbito hay una pequeña nota discordante. Y es que, el centro histórico, que durante muchos años ha sido el más envejecido de la ciudad, ya no lo es. O al menos no tanto. Allí, las diferentes secciones censales cuentan con edades medias más próximas a la del conjunto de la ciudad gracias a un pequeño proceso de «renovación», que no de «rejuvenecimiento».

Así lo explica la profesora de Geografía de la UBU Marta Martínez, quien vincula esta mínima «renovación» a un proceso de reemplazo de los antiguos habitantes del centro histórico. «En el caso del ensanche y de Gamonal es diferente», abunda, puesto que en muchos casos se trata de «familias que llegaron en los años 70' y 80' y siguen allí». Esto es, aún no ha habido reemplazo generacional, aunque es posible que no tarde mucho.

En todo caso, el fenómeno no se circunscribe exclusivamente al casco urbano de la capital provincial, sino que trasciende de sus límites. Y de manera muy significativa, por cierto.

No en vano, la paulatina, aunque todavía limitada, consolidación de las localidades del área periurbana de la ciudad ha atraído en las últimas dos décadas a nuevos vecinos, aumentando significativamente su población y cambiando radicalmente la estructura social y urbana de un buen puñado de localidades.

Para muestra, un botón. Los diez municipios con edades más bajas de toda la provincia se ubican precisamente en el área periurbana de la capital.

Quizá, el ejemplo más paradigmático sea el de Arcos, que puede presumir de dos logros en materia demográfica. Y es que, se trata del municipio más joven (34,2 años de edad media) y el que más ha crecido proporcionalmente de toda la provincia este siglo, pasando de 276 habitantes en el año 2000 a los 1.840 empadronados en 2022 (un 666% más).

Su ejemplo es el más radical, pero no el único. A él se unen la práctica totalidad de los municipios del entorno de la capital, desde Villalbilla hasta Modúbar de la Emparedada, pasando por Quintanadueñas o Villagonzalo-Pedernales, los dos más populosos. En la mayoría, la edad media está muy por debajo de la edad media de la provincia y de la capital provincial.

En este sentido, el precio de las viviendas y la propia tipología de las mismas se erigen como factores fundamentales en esta ecuación. «Se trata de un modelo de baja densidad, denominado clorofílico», explica Martínez, basado en viviendas unifamiliares de un tamaño mayor al de los pisos o apartamentos que ofrece el casco urbano de la capital y generalmente con un jardín. En muchos casos, de hecho, las viviendas se levantan directamente en una urbanización, ni siquiera en el centro de la propia localidad.

Se trata, según afirma Martínez, de un modelo de expansión urbana que en Burgos se ha desarrollado en menor medida que en otras capitales del entorno. «Esa expansión comenzó muy tarde en Burgos, a finales de los 90' y principios de los 2000, y se frenó en seco con la crisis» inmobiliaria, señala. De hecho, recuerda, aún son visibles los esqueletos de algunas promociones fallidas, como la planteada en Buniel.

Aún así, lo cierto es que durante esos años, las localidades del área periurbana de la capital consiguieron atraer a población joven, convirtiéndose en una suerte de pueblos-dormitorio. «En realidad, la mayoría es población de mentalidad urbana. Aunque viva en un entorno que podríamos considerar rural, todas sus relaciones funcionales se centran en el casco urbano de la capital», que es donde compran, disfrutan del ocio, estudian y trabajan, afirma.

Además, y a pesar de presentar una radiografía más 'joven', las localidades del área periurbana de Burgos están sometidas a los mismos factores generales que la propia capital y el resto de la provincia. Así, la edad media aumenta sin que parezca que haya posibilidad de revertir la dinámica y ni siquiera la llegada de inmigrantes consigue frenar la tendencia.