La estampa es tan desagradable como habitual. El parque del Parral ha amanecido hoy bajo toneladas de basura después de acoger entre sus muros la celebración del Curpillos, una fiesta que cada año reúne a miles de burgaleses y foráneos para comer y beber ... durante un día y que deja tras de sí una cantidad ingente de residuos.
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A sabiendas de lo que iba a pasar -todos los años es la misma historia-, un buen puñado de operarios de Urbaser, empresa concesionaria del contrato de limpieza de la ciudad, han madrugado para intentar dejar el parque en perfectas condiciones cuanto antes.
Así, a las siete de la mañana, varios trabajadores estaban ya con el rastrillo y las bolsas de basura en la mano recogiendo todo lo que pillaban por su camino. Vasos, plásticos, botellas, garrafas, comida... De todo. Habrá que esperar, no obstante, a hacer el recuento de los kilos de basura recogidos.
También se están terminando de desmontar todas las instalaciones montadas días atrás para la celebración de la fiesta, incluyendo algunas casetas de peñas, vallas, contenedores especiales o baños portátiles.
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Patricia Carro
Gabriel de la Iglesia
El objetivo, evidentemente, es que las huellas del Curpillos desaparezcan cuanto antes de un parque propiedad de Patrimonio Nacional por el que además atraviesa el Camino de Santiago y que cada año sufre las consecuencias de una de las celebraciones más multitudinarias de Burgos.
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