Al menos dos perros han sido atacados por víboras en el parque de San Isidro de Burgos este verano

«Yo iba con mi perra por el camino hacia el parque donde está la tirolina, ella iba oliendo por las orillas entre las hierbas y de repente saltó como que había pasado algo y al volver hacia casa le vi que se le hinchaba toda la cara». Es la experiencia que narra una vecina cuya mascota fue mordida por una víbora en San Isidro. El veterinario que le atendió, Amancio Fisac, afirma que los síntomas de la picadura de estos ofidios es muy característica. Provoca hinchazón en la zona donde se ha producido el mordisco, se aprecia la marca de los colmillos y una serie de consecuencias a nivel local y orgánico que pueden variar en función de la cantidad de veneno inoculado y del tiempo que se tarde en reaccionar.

Por este motivo, hay que acudir a un especialista «cuanto antes» y la mayoría de los perros con mordedura de víbora necesitan hospitalización y varios días de tratamiento. Así lo explica Fisac que a finales del mes de mayo atendió a otro perro mordido por una de estas serpientes también en San Isidro.

Por su parte la concejala del área de Sanidad en la capital, Estrella Paredes, explica que han recibido llamadas de algunos vecinos de Burgos alertando de la presencia de estos animales pero que, cuando han acudido los profesionales a comprobarlo, no han encontrado rastro de ellos. En este sentido, manifiesta que necesitan pruebas documentales, como fotografías para poder identificar si se trata o no de una víbora y anima a la ciudadanía a dar aviso si hacen un avistamiento.

Aunque no haya pruebas fotográficas de momento, en el barrio de San Pedro y San Felices son ya cinco las mascotas atendidas por picadura de víbora este verano. Lo más habitual sin embargo, es que una mascota se tope con estas serpientes en zonas más periféricas o municipios del Alfoz de Burgos, como Sotopalacios o Villatoro. Aunque este año hay varios factores que han favorecido la aparición de estos animales en determinados espacios urbanos.

Tras los meses de confinamiento, la presencia humana en parques y jardines ha sido menor y, por tanto, el mantenimiento de estas zonas también. Esto propicia, según los expertos, que las víboras se acerquen a estos espacios urbanos y se escondan entre la maleza para criar.

Esto, sumado a las intensas lluvias de la primavera, ha hecho que la hierba crezca considerablemente, haciendo que algunos parques sean lugares más que acogedores para los ofidios.

Ante un encuentro con una víbora o sospecha de que ha atacado a una mascota, Fisac recomienda «mantener la calma, observar las características de la serpiente para tratar de asegurarnos de que es una víbora, se sabe por la cabeza triangular, o la pupila vertical». Llamar inmediatamente a emergencias en caso de que muerda a un humano y acudir lo antes posible a una clínica veterinaria en caso de que haya atacado a una mascota.

Algunos vecinos que pasean a sus mascotas por San Isidro procuran que los perros no se adentren entre la maleza pero se preguntan «si no será peligroso también para niños y jóvenes que acuden al parque y que se sientan o se tumban por la hierba». Los expertos aseguran que, al contrario de lo que pueda parecer, las víboras son serpientes «tímidas», huidizas y poco agresivas. Solo atacan al sentirse en peligro, lo que hace más fácil que un perro acabe siendo mordido en el hocico o en las extremidades.

Fisac además, recuerda que las víboras son una especie protegida, por lo que lo más recomendable en todo caso es alertar a las autoridades para que la recojan y la dejen en un lugar alejado de la ciudad. Al tratar de «molestarlas» es cuando se corre el riesgo de que la serpiente ataque.