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La 'nueva normalidad' continúa haciéndose esperar en las estaciones de Burgos. Con el veto levantado desde el domingo a las 00:00 a los viajes entre diferentes provincias y comunidades, el silencio sigue siendo el protagonista de los vestíbulos de las estaciones de autobuses y ... trenes de la ciudad.
El culpable no es el miedo, o al menos no el único, sino la ausencia de normalidad en el servicio de transporte. Ni Renfe ni las diferentes compañías que operan en la estación de autobuses han retomado sus servicios en su totalidad.
Desde la entrada en fase 3 pueden vender el 100% de los asientos, pero ni todas las compañías lo hacen ni los servicios se han retomado.
En la estación de autobuses la 'nueva normalidad' dista tanto de la normalidad que conocíamos que cuesta creer que lo que se ve sea eso, normal. Los andenes continúan vacíos y los asientos en el vestíbulo precintados para asegurar el cumplimiento de la normativa relativa a la distancia física. La mayoría de los usuarios acuden con los billetes comprados en sus hogares y pocos son los que se aventuran a hacerlo en las máquinas de la propia estación.
El trajín de viajeros se limita a un conteo irregular. El responsable de la estación tiene claro el motivo de esta desescalada lenta: «Las compañías no han retomado los servicios aún, tienen a mucha gente en ERTE y seguramente hasta julio no comience a notarse la vuelta a la normalidad». Además, añade que aunque se puede completar el aforo de los autobuses al completo, la mayoría de las empresas no quiere hacerlo y «siguen vendiendo alrededor de un 30% de los billetes nada más». Esto supone, como es de esperar, un lastre económico para las compañías que, sin embargo, anuncian que retoman sus viajes de larga distancia.
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Echando la vista atrás y recordando lo que han sido estos más de tres meses de estado de alarma, el responsable de la estación de autobuses se congratula porque no se ha registrado ningún incidente: «La gente está muy concienciada y no ha habido ningún problema». Las mascarillas y los geles hidroalcohólicos se han convertido en parte del equipaje y la policía y seguridad privada forman parte de un paisaje que poco a poco buscar retomar el ritmo habitual.
Tampoco se han registrado muchos cambios en la estación de trenes. Renfe tampoco han retomado la totalidad de sus trayectos aunque ya se puede elegir en algunos viajes al menos tres horarios diferentes, todavía muy lejos de la normalidad que recordamos.
Sin embargo, la afluencia de viajeros sí ha aumentado con respecto a la semana anterior, cuando todavía los viajes estaban restringidos a aquellos que cumplían con los supuestos que el Gobierno marcó desde el inicio del estado de alarma. Renfe se ha encargado de recordar a cada viajero los nuevos protocolos a llevar a cabo en sus viajes: el uso de la mascarilla es obligatorio, puntualidad para no permanecer demasiado tiempo en las estaciones o guardar un orden para descender del tren comenzando por los viajeros más próximos a las puertas. Sin embargo, esto último ha desaparecido de su protocolo una vez levantado el estado de alarma.
Los viajes, tan necesarios para que muchos recuperen su normalidad, buscan recuperar la suya. Los protocolos y restricciones han quedado, en la mayoría de los casos, relegados a la responsabilidad individual para que esta 'nueva normalidad' pueda dar paso a que normalidad que todos añoramos.
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