«Ni mala praxis, ni negligencia médica» es la conclusión a la que ha llegado la Fiscalía de Valladolid en el caso de la joven de Melgar de Fernamental, que falleció en julio de 2020 tras esperar durante dos meses el resultado de una biopsia ... tras ser operada de un tumor cerebral en el Hospital Clínico de Valladolid.
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Una decisión que ha «destrozado» a la madre, Lidia García, que no se quedará con los brazos cruzados y asegura que denunciará por lo civil «para que se haga justicia». Precisamente, la Fiscalía de Valladolid ha derivado el caso a la de Burgos, que tendrá que investigar si esa negligencia existió en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU), donde los profesionales sanitarios esperaban a los resultados de la biopsia para establecer el tratamiento. «De los servicios en Burgos nada se puede informar dado que no se ha podido acceder al estar el disco duro remitido vacío», recalca la Fiscal Jefe de Valladolid, Soledad Martín Nájera.
Una denuncia que presentará en las próximas semanas, a la par que organiza una movilización social en Melgar de Fernamental. «Quiero que sea este mes. Tengo el apoyo de los vecinos», añade la madre.
La muerte de Lidia González ha sido catalogada dentro de los otros fallecidos de la pandemia, siendo Burgos una de las provincias con más causas abiertas, hasta siete, todas ellas interpuestas por el Defensor del Paciente.
Lidia González trabajaba de higienista dental y residía en Palencia, allí notó los primeros síntomas en el mes de mayo de 2020, en pleno confinamiento del país. «Se mareaba y tenía náuseas, además empezó a ver mal», relata su prima, Beatriz. En Urgencias vieron «que algo no iba bien» y la enviaron directamente al Clínico de Valladolid donde, con la evidencia de que tenía un tumor de grandes dimensiones en el lado izquierdo del cerebro, decidieron operarla «cuanto antes». Según su madre, Lidia García, en ese momento empezó su calvario: «Pasó allí diez días completamente sola hasta que la operaron por fin el 14 de mayo».
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Cuatro días después de la operación enviaron a Lidia a su domicilio para recuperarse mientras esperaban una biopsia del tumor extirpado que, según declara la familia, «mandaron a León». Y nada se supo de aquellos resultados hasta dos meses después, cuando la joven ya había fallecido.
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«Había que poner nombre y apellidos al cáncer que padecía para que el oncólogo de Burgos pudiera ponerla un tratamiento cuanto antes», explicaba Lidia, que alababa el trabajo de los profesionales que las atendieron en el HUBU porque «se tomaron muchas molestias tratando de que alguien les pasara la información sobre el tumor de Lidia».
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Tras recibir el alta, les aseguraron que «los resultados tardarían solo unos días», confiesa su madre. «Recién operada de un tumor cerebral, la mandaron a casa con un paracetamol», lamenta Lidia que no comprende por qué le prescribieron «ir reduciendo la cortisona» ya que «se quedó abandonada, sin ningún tratamiento». Al cabo de una semana sin noticias, la familia decidió llamar por teléfono al Clínico de Valladolid para obtener noticias. «A los diez días de llamar, llegaron a recriminarla que era muy pesada», manifiesta la prima de la fallecida.
Mientras tanto, los facultativos de la capital regional insistían en que los resultados debían enviarlos desde León y Lidia, desgraciadamente, comenzó a empeorar en su domicilio de Melgar. «El día 25 de junio volvimos a consulta con la neurocirujana que la había operado a Valladolid porque mi hija tenía mucho temblor en las manos, se levantaba y apenas sabía caminar y se le olvidaban las cosas», expone su madre que denuncia el trato recibido allí porque «la doctora no se levantó ni de la mesa y solo preguntó que cuándo teníamos cita con el oncólogo que se lo explicásemos a él», indica Lidia.
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El tiempo corría en contra de la joven y nadie parecía saber nada de los informes que catalogarían la dolencia exacta que la estaba dejando poco a poco sin habla, sin movilidad y sin memoria. «El oncólogo de Burgos no podía hacer nada sin saber qué tipo de tumor tenía Lidia y por eso sin diagnóstico, le enfermedad avanzaba sin poder ponerle tratamiento y todo por el retraso y el caos del coronavirus», denuncia su madre. «Nos llegaron a decir en el Clínico que si nos pensábamos que las pruebas tardaban poco, que había un montón de pruebas con el coronavirus».
Finalmente, en medio del caos, Lidia falleció el 12 de julio sin haber recibido un diagnóstico y sin haber sido sometida a ningún tratamiento.
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