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Álvaro Muñoz, Gloria Díez y Aythami Pérez Miguel
Valladolid | Burgos
Jueves, 11 de febrero 2021, 20:02
Son testimonios desgarradores. Ya se cuenten por teléfono, en la televisión o se vivan en primera persona. Hay mucho dolor en sus palabras, pero ese sentimiento se escenifica exponencialmente en sus lágrimas. Las mascarillas cubren sus bocas, pero el resto de rasgos faciales manifiestan todo ... aquello que padecen desde hace más o menos medio año, cuando tuvieron que despedir, de forma prácticamente inesperada a sus hermanas e hija.
Lydia Sainz-Maza, Fátima Bayona y Lidia García se pusieron esta semana cara en la redacción de BURGOSconecta. Se habían telefoneado todas las semanas para compartir su dolor y el pasado miércoles se dieron el pésame en persona. Sus historias las conocen de primera mano ellas y gran parte de España, al traspasar su relato todas las fronteras. Hasta el The New York Times se hizo eco de lo que pasaba en Burgos, donde la Fiscalía estudia hasta cinco casos de posible negligencia médica en plena pandemia. Sus historias están unidas por un principio, porque «la covid ha eclipsado todos los recursos sanitarios».
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Son la punta del iceberg de una situación derivada por la pandemia y con su denuncia social pretenden que el sufrimiento que han vivido estas tres familias no se repita por ningún rincón de la geografía provincial ni nacional. «No queremos que se sigan enterrando familiares porque no se les atiendan en Atención Primaria», apunta Lydia Sainz-Maza. Frase que secundan Fátima y Lidia.
Por eso mismo solicitan a la Junta de Castilla y León que no se olvide de la importancia de atender de forma presencial a los ciudadanos, «sobre todo para que no se vuelvan a repetir nuestras historias». No saben si una atención temprana a las enfermedades que padecieron sus familiares hubieran salvado a sus seres queridos, pero tienen claro que, de ser analizadas por un profesional sanitario de forma presencial, hubiera sido diferente. «Nos han quitado esa esperanza», lamentan las tres protagonistas.
Ahora sus casos se encuentra en manos de la Fiscalía de Burgos, la de Lidia González en la de Valladolid. Esta última puede tener más recorrido, porque hay informes médicos que pueden dar la razón a la madre, que vivió un verdadero calvario en las últimas semanas de vida de su hija de tan solo 22 años. A la joven, recién operada de un tumor cerebral en el Clínico de Valladolid, la enviaron a casa a Melgar sin tratamiento y sin diagnóstico. Se murió a los dos meses sin que el informe llegara a sus manos.
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Las historias de Sonia Sainz-Maza y Lidia Bayona tienen más similitudes. El retraso en el diagnóstico de sus cánceres propició que la enfermedad avanzara. La cita presencial llegó cuando los tumores ya eran irreversibles y lamentan que fallecieran en pocas semanas después de que las víctimas hubiesen «peregrinado» su dolor por diferentes consultas durante varios meses sin que ningún profesional les realizara una exploración a fondo ni una prueba diagnóstica porque todo ocurrió en pleno estallido de la pandemia.
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Por eso reclaman, tal y como puede verse en el vídeo, que la atención primaria vuelva a ser presencial, «por teléfono no se cura», insiste Lydia Sainz-Maza. Con una fortaleza admirable, estas tres mujeres reclaman que la investigación de las posibles negligencias médicas cometidas en el caso de sus seres queridos, llegue hasta el final y que «se depuren responsabilidades».
«Hablamos de casos de negligencia médica», explica Sainz-Maza. Ella, junto a Fátima Bayona, continúa esperando a que la Fiscalía de Burgos se ponga en contacto con ellas para conocer la versión de las familias de primera mano. «Yo creo que tenemos para largo si es que no se paraliza esto», confiesa Bayona.
A Lidia García, madre de la joven fallecida en Melgar, sí la contactó la Fiscalía de Valladolid, ya que su hija fue operada en el Hospital Clínico y la posible negligencia se cometió en este centro. «Nunca sabré si mi hija se podría haber curado», con esta desgarradora afirmación, Lidia reconoce que, una vez tuvo en sus manos el informe con el diagnóstico, le dijeron que había tratamiento. Pero la joven ya había fallecido debido a una inflamación cerebral, derivada, según explica su propia madre, del abandono que sufrió tras ser operada.
Las tres coinciden en otro punto, «la falta de humanidad» que tuvieron los médicos que no atendieron presencialmente a sus familares. «Que el médico de familia de mi hermana, pese haberse enterado de que le diagnosticaron un cáncer en el hospital después de haber ignorado los síntomas que mi hermana le describía durante tres meses, en ningún momento la llamara y tampoco a la familia para dar el pésame cuando supo del fallecimiento, es que deja mucho que desear no solo como médico, sino también como persona», recuerda Sainz-Maza.
Quieren evitar que sus historias caigan en el olvio y por eso están haciendo lo que consideran «justicia social». Seguirán adelante «mientras nos queden fuerzas», para que lo que han tenido que vivir, «no vuelva a pasarle a nadie más». «Sabemos que hay muchísima más gente como nosotras en toda España», afirman y lanzan su reivindicación, «que las consultas vuelvan a ser presenciales» porque, insisten, «nos va la vida en ello».
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