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Aunque todavía quedan tres semanas para su llegada formal, lo cierto es que la Navidad empieza a asomarse por todos los rincones de la ciudad. Los escaparates comerciales ya están plagados de elfos, árboles y nacimientos; las luces ya están instaladas en las calles y pendientes de su encendido oficial; la gente apura sus bonos al consumo para hacer compras; y los restaurantes ya están a tope. Tanto que, según apunta Enrique Seco, presidente de la Federación Provincial de Hostelería, apenas queda sitio en los establecimientos de Burgos de aquí a final de año.
Las reservas para comidas y cenas de Navidad, dice, «van muy bien», en la «misma línea que el año pasado». Atrás quedan los complicados ejercicios vividos durante la pandemia de la covid-19, que lastró la actividad hostelera durante un periodo tan importante para el sector como la Navidad. Un periodo en el que «en el peor de los casos» se concentra «el 20% de la facturación» de hoteles y restaurantes.
De hecho, el sector no sólo ha recuperado el terreno perdido durante la pandemia en Burgos, sino que ha visto cómo aumentaba la demanda. De esta forma, explica Seco, cada vez «se adelantan más» las reuniones de amigos y empresas en torno a una mesa. «En los últimos años estamos viendo que la campaña se adelanta y ahora es normal que a partir de mediados de noviembre comiencen las reservas» para comidas y cenas de Navidad, explica.
¿Por qué? Simplemente porque a medida que se acercan las fechas clave, encontrar sitio en algún establecimiento de la ciudad se antoja cada vez más complicado. Las reservas, a estas alturas, están prácticamente completas en todo Burgos. «Si no se ha reservado ya, es muy difícil encontrar hueco para esos días», subraya Seco al tiempo que incide en algún otro pequeño cambio de tendencia.
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Así, aunque las cenas siguen siendo mayoritarias, la opción de la comida va ganando enteros. «El tardeo está funcionando muy bien en Burgos en los últimos años» y muchas empresas y grupos de amigos apuestan por el horario vespertino, con «sobremesas más largas». A partir de ahí, lo que el cuerpo aguante.
En este sentido, eso sí, cada caso es un mundo. Dibujar un perfil tipo de comida o cena de Navidad se antoja prácticamente imposible. «Hay reservas de cuatro o cinco personas», ya sean compañeros de una pequeña empresa o un pequeño grupo de amigos, y otras multitudinarias. «Algunos establecimientos tienen reservas de hasta 400 personas» de todas las edades y condiciones, apunta Seco.
Sí que es algo más sencillo dibujar un perfil de la oferta. Y es que, en la mayoría de los casos, las comidas y cenas de Navidad van «a menú cerrado» previamente. Un menú en el que los diferentes establecimientos suelen aportar «algún toque especial», ya sea en la elaboración, en los productos o en la presentación. Lo que no pasa de moda, al menos en las grandes reuniones en las fechas clave, es la oferta de servicios más allá del menú, ya sea con consumiciones posteriores o espectáculos.
A este respecto, Seco valora la evolución del sector hostelero de la ciudad en los últimos años, en los que se han registrado «cambios y varias aperturas» de establecimientos en diferentes zonas de la ciudad, lo que ha ampliado y potenciado la oferta.
Además, en el marco específico de la restauración, la llegada de reconocimientos a varios establecimientos, como las estrellas Michelín de Miguel Cobo y Ricardo Temiño, suponen un espaldarazo. No en vano, además de impulsar el sector en las fronteras de la ciudad, hacen «que se hable bien de Burgos fuera de Burgos», explica el representante de los hosteleros.
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