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Los establecimientos hosteleros no abrirán sus puertas hasta, por lo menos, dos semanas.

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Los establecimientos hosteleros no abrirán sus puertas hasta, por lo menos, dos semanas. Aythami Pérez

La hostelería echa el cierre con los burgaleses apurando el toque de queda

Hostelería, gimnasios y centros comerciales se despiden de sus ingresos desde esta noche de jueves hasta dentro de 14 días, aunque los hosteleros no son optimistas y creen que el cierre se alargará

Jueves, 5 de noviembre 2020, 22:12

La última caña, la última mancuerna levantada, la última compra en centros comerciales... los últimos ingresos para esos negocios, al menos durante 14 días. Así lo decidió la Junta de Castilla y León por la alta incidencia de la covid en la región. Además, Burgos ... es la provincia de Castilla y León con la incidencia acumulada en los últimos 14 días más alta con 1.135 casos por 100.000 habitantes, según datos de la Consejería de Sanidad.

La Junta ordena el cierre de determinados negoscios y así lo han acatado los sectores afectados, aunque con amplias críticas, resignación y mucha tristeza. Algunos se quejan de las «inexistentes» ayudas, además de sentirse señalados como los responsables de los contagios. Otros se emocionan al poner en palabras su preocupación, «no sabemos cuándo volveremos a tener ingresos» porque esa es otra idea que muchos hosteleros burgaleses repiten, «esto se va a alargar más de 15 días. Creo que hasta que no se acerque la Navidad no volveremos a abrir».

Aunque el reloj aún no marcaba las 0.00 horas, momento en el que entran en vigor las nuevas restricciones, cuando se acercaban las 22 horas los bares burgaleses comenzaron a recoger las terrazas, limpiar las mesas y bajar la verja, hasta nuevo aviso. En los bares se sentía que el cierre de esta noche sería largo. «No nos queda esta cerveza en el barril, si no te importa te pongo otra porque abrir hoy un barril...», comentaba una camarera a un cliente.

Cuando se acercaban las 22 horas, momento en el que, salvo contadas excepciones, los burgaleses deberían estar en casa, pocas señales había en el centro de Burgos que indicasen que en menos de una hora todos deberían estar en casa. Los burgaleses han salido a sus bares para despedirse de ellos. Por eso, cuando se acercaban las 22 horas algunos seguían apurando la bebida, otros marchaban con reticencias a casa. Mientras la Policía Local llama la atención a la gente en la zona de Fernán González porque eran más de las 22 horas y no se recogían a sus casas, los hosteleros se quedan sin ingresos hasta próximo aviso.

Poco a poco el toque de queda hizo acto de presencia y todo se finiquitó, por el momento. Incluso algunos clientes ayudaban a los camareros a recoger sus terrazas. Esas que esta noche no duermen en la calle porque mañana no saldrán. La nostalgia se notaba en muchos hosteleros y consumidores que apuraban el último sorbo y la ciudad empezó a 'llorar' con una fina lluvia que acompañó la retirada. «El cierre de la hostelería es un confinamiento encubierto. Estoy seguro que a partir de mañana a estas horas (21:00 horas) hay muy poca gente en la calle», ha apuntado un hombre en un bar céntrico de la capital.

Aunque a los hosteleros no les pilló de nuevas el anunció del cierre de sus negocios, esta noche se les notaba alicaídos. Les ha tocado bajar la persiana y eso les transportaba a mediados del mes de marzo. «Ahora es diferente. En aquel momento entendíamos que teníamos que parar por el bien de todos. Ahora nos sentimos señalados porque se piensan que somos un foco de contagio. Y no es así, somos los primeros en preservar la salud de los clientes», ha señalado el propietario de un local.

La nostalgia se palpaba en el ambiente, incluso muchos clientes habituales ya no se acercaron a despedir a su local de referencia. «Muchos han optado por no venir pero a última hora hemos tenido mucho movimiento. Se ha notado que la gente ha venido a despedirse. Pero un día como el de hoy, estaríamos funcionando mucho mejor, pero el toque de queda ya nos hizo mucho daño», añade.

Once días de toque de queda que han servido de preámbulo para el cierre total de la persiana hasta nuevo aviso, ya que los hosteleros consideran que esto no acaba con 14 días de cierre total. Aun así, esperan que el daño económico que están padeciendo sirva para contener al virus. «De lo contrario sería una catástrofe aún mayor para todos», afirman varios hosteleros.

En la jornada de este jueves también se apagaron las luces de gimnasios y centros comerciales. Forman parte de las restricciones y también van a padecer un cierre total durante las dos próximas semanas. Al igual que la hostelería, se sienten señalados, aunque acatarán las medidas. No se puede hacer deporte en el interior, sin excepciones. Los gimnasios, que tampoco han tenido una buena recuperación este verano, vuelven a quedarse sin ingresos y lo peor es la incertidumbre de no saber cuándo regresarán.

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