La hostelería y el comercio de la capital han notado un fuerte descenso de clientela durante la primera jornada de confinamiento en Burgos. Así lo manifiestan la mayoría de los empresarios del centro de la capital, que han abierto sus puertas esta mañana temiendo ... que el cierre de la ciudad, unido a las incesantes lluvias, desanimara a los clientes a la hora de salir a consumir.
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No se han equivocado, muchos comerciantes aseguran que «el bajón» se hizo notar el lunes, «desde que la gente supo que nos cerraban». La propietaria de un establecimiento del sector textil afirma que las tardes están siendo aún peores «entre la lluvia y el miedo de la gente al virus y a gastar, pocos clientes se animan a salir», confiesa.
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Entre las medidas que han tenido que implementar para adaptarse a la ley en este nuevo escenario, no hay ninguna novedad en los comercios: «Nosotros ya teníamos el aforo reducido, los geles y desinfección de objetos», señala una empleada. Algunos incluso han ido más allá y se han hecho con filtros Hepa «que purifican el aire en espacios cerrados, porque con esto de que permanece en el ambiente el virus y se transmite por aerosoles, sin un filtro no podemos cerrar la puerta«, reconoce la propietaria de una tienda de ropa.
«Desesperación», es el término que emplean muchos hosteleros al ver cómo la mesas de sus locales y las terrazas estaban hoy vacías. Tal y como explican algunos de ellos, la crisis que venían padeciendo se agravó el pasado jueves, cuando los burgaleses fueron advertidos de que la ciudad podía confinarse.
«Tenemos todo vacío», lamenta un hostelero que indica que, en su calle, «muchos han optado por echar el cierre durante estos días» porque «no pueden soportar los gastos». Se sienten maltratados y señalados cuando, exponen han cumplido «escrupulosamente» con las medidas que se les impusieron.
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Otros en cambio, sobreviven gracias «a los almuerzos y cafés» que los clientes continúan tomando en la calle, «nos salvamos porque tenemos soportal», admiten desde una conocida cafetería del centro de la capital. Coinciden con los comerciantes en que «por las tardes hay menos gente que por las mañanas« y, sobre todo, que las lluvias empeoran la situación aún más.
Además, algunos temen que las ayudas «no lleguen». Aseguran que desde marzo ha sido imposible acceder a estas bonificaciones para pagar el alquiler, «es insostenible sobrellevar esto sin apoyo», concluyen.
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