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Raquel Romero
Burgos
Sábado, 13 de julio 2024, 09:14
Trasladarse a un hospital diariamente supone un gran esfuerzo para muchos pacientes que tienen problemas de movilidad y que necesitan atención sanitaria continuada. Por ello, centros como el Hospital Universitario de Burgos (HUBU), cuentan con una unidad especializada en atender personalmente en sus propios hogares a los habitantes que lo precisen.
Esta área es la Hospitalización a Domicilio, que atiende a aproximadamente 1.000 personas al año dentro de la ciudad de Burgos y sus barrios, según afirma Ana Sancha, coordinadora de dicho sector en el HUBU. Las curas de heridas, los tratamientos intravenosos, las transfusiones, los sondajes, las extracciones sanguíneas y la atención psicológica son todos los servicios de los que se benefician este tipo de pacientes. Y sin moverse de sus casas.
Médicos, psicólogos y enfermeros de esta unidad médica se desplazan diariamente a decenas de hogares burgaleses. Para ello, cuentan con cuatro coches, una furgoneta y varios taxis que el Hospital de Burgos pone a su disposición. La hospitalización a domicilio de la ciudad cuenta con capacidad para 40 camas, aunque a veces, la afluencia de pacientes es tan alta que los medios son escasos. «Nuestro trabajo es muy variable», asegura Sancha. «No somos suficiente gente, en momentos puntuales sobre todo», añade.
«La hospitalización a domicilio se define como una alternativa a la hospitalización convencional», explica Ana. Es por eso que para muchos es el gran invisible de los centros sanitarios. «Creen que estamos desde ayer y esta unidad trabaja desde 1985, que ya empezó en el General Yagüe», asegura la médica.
Sancha cree que hay mucho «desconocimiento» entre «la gente de la calle» con respecto a la hospitalización a domicilio. También está segura de que las «altas estancias» no creen en dicho formato; no la dirección del HUBU, sino de los de «más arriba», ya que, según sus palabras, el trabajo de su equipo «no es como una especialidad como tal». «No existe reconocimiento institucional, porque no creen en ello, no les parece lo suficientemente atractivo», ratifica la coordinadora.
La hospitalización a domicilio es una unidad médica que tiene la empatía como principal premisa entre sus profesionales. Atiende a algún paciente en consulta de manera alternativa pero su principal función es acercarse a los hogares de los burgaleses que lo necesiten y darles cuidados médicos. La unidad recibe pacientes de dos vías, una de consultas internas del hospital y otra de médicos de atención primaria que llaman al HUBU y solicitan la hospitalización a domicilio de alguno de sus pacientes. Así «evitamos ingresos y también facilitamos altas tempranas», afirma Ana.
La mayor ventaja de su trabajo es poder atender a los pacientes en sus propias camas «es como el fútbol, ellos juegan en casa», explica la médica. Así se sienten más cómodos y seguros en diferencia con el hospital que es un «medio hostil» para ellos, según Sancha; ya que, cuando los pacientes llegan a estos centros «vagan de un lado para otro, entran en la espiral del hospital que les absorbe y empiezan a girar».
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Sara Sendino
Los médicos de hospitalización a domicilio mantienen una íntima relación con pacientes y familiares de principio a fin. «Procuramos acompañar hasta el final», asegura la coordinadora. En este «último viaje», como lo denomina Ana, tener un profesional que no sólo ayude al enfermo en términos sanitarios, sino que, sea el apoyo y el hombro sobre el que llorar de los pacientes, es un desahogo; ya que para algunas personas «es la peor situación con la que se van a enfrentar en la vida», en palabras de la médica burgalesa.
«Yo estoy enamorada de lo que hago», manifiesta Sancha con total seguridad. Pero de las mil cosas que ella calificaría como las más gratificantes de su trabajo, una destaca sobre las demás. «Hay muchos pacientes que mueren en casa con nosotros y eso, aunque resulte difícil de entender, es de las cosas más satisfactorias», destaca. Y más cuando se encuentra con los familiares de sus pacientes tiempo después de tratarles. Todas las muestras de cariño que estos les dan «aporta una satisfacción tremenda», según las palabras de Ana.
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