Tras las imágenes de la batalla campal que se desató la pasada noche en las calles de Gamonal el barrio ha retomado su vida habitual durante la jornada del sábado. Paseos en familia aprovechando el buen tiempo con los más pequeños disfrazados celebrando Halloween ... y un tema de conversación común: los disturbios de la noche del viernes.
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Por las calles, pocas huellas que recuerden lo vivido hace menos de 24 horas. Los contenedores quemados han sido remozados gracias a una capa de pintura que esconde los efectos de las llamas y tan solo un par de marquesinas de autobús rotas recuerdan lo ocurrido.
Sin embargo, la indignación entre los vecinos es palpable, sobre todo entre aquellos que se encontraron con los altercados cuando cerraban su negocio, como le pasó a Miguel Mozo, propietario del bar '¿Por qué?'.
En su bar parece que este último sábado de octubre nada tiene de especial. Los parroquianos ven el partido de fútbol desde sus mesas mientras que las cintas limitan los espacios que se pueden usar. Pero Mozo anoche vivió en primera personas los disturbios que alteraron el silencio del toque de queda.
«Todo empezó antes de las diez, vi que habían cortado la carretera, pero luego empezaron a tirar sillas, aquí cayeron cafés con leche, unas piedras gordas y tuve que meter las sillas», explica. En su negocio había una pareja joven con su bebé a los que Miguel Mozo tuvo que dar refugio: «Les dije que se metieran para dentro, que se olvidasen de la hora que era por el toque de queda y que se refugiasen en el bar».
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Con las sillas dentro del bar para que no pudiesen usarlas como armas arrojadizas echó la verja de su negocio. Mozo asegura que la Policía Municipal estuvo presente desde el principio, pero «poco pudo hacer» hasta que no llegaron «los de negro». Con la presencia de los antidisturbios en la calle Vitoria el paisaje cambió. Asegura que en la concentración en la iglesia, la protesta que dio inicio a todo, habría más de 300 o 400 personas, pero después solo se quedaron unos 125.
«Eran chavalitos, alguno no tenía ni 16 años», lamenta. Además, muestra su enfado porque no se siente representado por este grupo, un sentir que se deja notar en el barrio. «Cuando ya llegué a casa vi que en las noticias los titulares eran que había habido disturbios en Barcelona y en Burgos en Gamonal, solo conocen a Burgos por Gamonal, no por algo bueno», expresa enfadado.
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Miguel Mozo pudo salir de su negocio a las 00:00, cuando los disturbios se calmaron y se alegra de que él no tiene que lamentar ningún daño en su negocio. Sin embargo, sí tiene claro que las protestas violentas van a volver: «Esta noche ya verás, como vea lío a las nueve me voy, ni recojo ni nada».
A unos metros del '¿Por qué?' se encuentra el bar 'Sí quiero'. Por suerte, ellos no estaban abiertos cuando todo comenzó y los clientes debaten sobre el asunto. «Son cuatro que están pagados, no os equivoquéis», dice un hombre. «Son chavales que están hartos», replica otro. Y pronto vuelven a recordar los disturbios de Gamonal del 2014.
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Quien más indignada se muestra es Matilde Flores, que vivió la noche asomada al balcón mientras los contenedores ardían bajo su ventana. «Las llamas subían hasta arriba, pensaba que la terraza estaba ardiendo», recuerda.
Flores asegura indignada que «esta gente es la que nos contagia a todos» y se pregunta todavía cómo «lo hicieron para esconderse» cuando llegaron los agentes de policía.
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«Son unos sinvergüenzas», continúa, «podían haber pillado a cualquiera por la calle, si no quieren medidas que se vayan a un monte», finaliza mientras en el bar continúan comentado los hechos.
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En la calle la vida continúa. En la otra acera, tan solo unos metros más abajo, una ambulancia del Sacyl con sus ocupantes vestidos con los trajes anticovid acude a un aviso por un posible positivo que necesita asistencia médica.
Pero en el barrio también conviven partidarios de los disturbios que ocurrieron noche. Como el chaval, que difícilmente alcanza la mayoría de edad, que se acerca a los periodistas que trabajan para una televisión nacional sin mascarilla al grito de «manipuladores». «Por vuestra culpa estamos así, solo hay un cristal roto, por vuestra culpa nos tienen encerrados», repite como un mantra.
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En el autobús de la línea 01 el tema estrella de conversación también es este. Y la mayoría vuelve a coincidir en sentir «vergüenza» por la imagen que se proyecta del barrio por culpa de «un grupo» que anoche «salió a liarla».
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