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Y ahí estaban este lunes varios operarios de Carruseles Ortega instalando el tiovivo en la Plaza Mayor de Burgos. El mismo del año pasado y en las mismas fechas. A pesar de seguir inmersos en una pandemia y con la crisis económica azotando al ocio ... y a lo que no es el ocio, la empresa vallisoletana se ha vuelto a presentar este año al concurso para colocar una atracción en el corazón de la ciudad. Solo que en esta ocasión esperan que la historia del año pasado no se repita.
El 12 de marzo de 2020, mientras el alcalde, Daniel de la Rosa, y el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, «blindaban la ciudad» ante el avance de la covid-19, Carruseles Ortega montaba sus caballitos con la intención de amenizar la primavera de los más pequeños.
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Pero llegó el primer estado de alarma y sus correspondientes prórrogas, lo que propició que el tiovivo de Carruseles Ortega permaneciera varado en la Plaza Mayor hasta finales de mayo de 2020, cuando se acababa el vínculo contractual con el Ayuntamiento. Y todo esto, con la lona echada.
Ahora, desde la empresa vallisoletana se espera que el guion del año pasado no se repita, aunque optimismo no les falta. «Nos hemos tenido que amoldar a la situación actual. Nuestro carrusel tiene 65 plazas y las hemos reducido a 25 por las exigencias sanitarias. Aun así, vamos a desinfectar la atracción cada vez que se monten los clientes», relata Juan Carlos Clemente, propietario de la empresa.
Además, tienen preparadas unas alfombras de goma para delimitar la distancia de seguridad en la fila de acceso al carrusel, la entrada se hará por uno de los lados del mismo y la salida por otro, y tampoco habrá fichas para montar, sino tickets desechables. Asimismo, en las filas de caballos, donde hay tres, solo podrían montarse niños en los de los extremos, dejando libre el del medio para garantizar la distancia física. Y, por supuesto, la mascarilla obligatoria para los mayores de seis años.
Las pérdidas del año pasado por montar el tiovivo en Burgos las estimó el propio Clemente en más de 4.000 euros. «Gastamos alrededor de 3.000 euros en traslados y grúas de montaje para un carrusel de estas dimensiones. Además, una vivienda en alquiler para el personal que iba a gestionar el carrusel y el sueldo de la persona que permaneció en Burgos para cuidar de la instalación», relataba a finales de mayo del año pasado Clemente.
Ahora, Carruseles Ortega confía en que la pandemia, en esta ocasión, sí que permita que su tiovivo gire. Y lo podrá hacer hasta el 31 de mayo de 2021, si la covid lo permite.
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