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El 12 de marzo los caballitos de la empresa Carruseles Ortega completaban su desembarco en la Plaza Mayor de Burgos. Paralelamente, y casi al mismo tiempo que su montaje terminaba, el alcalde de la ciudad, Daniel de la Rosa, y el vicepresidente de la ... Junta de Castilla y León, Francisco Igea, blindaban la capital castellana ante el coronavirus y decretaban la cuarentena social.
Este es en este momento un tiovivo convertido en el paradigma de la mala suerte. Tras finalizar la temporada navideña en Valladolid, el carrusel llegó hasta Burgos dispuesto a completar el periodo de su licencia, vigente hasta finales de mayo. Pero el coronavirus tenía planes diferentes para todos, incluidos los caballitos.
Al otro lado del teléfono Juan Carlos Clemente se lamenta de la mala suerte. «Ahí lo tenemos montado», recuerda. «El otro día nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento, a ver si en la nueva fase en la que vamos a entrar podíamos funcionar, abren las terrazas de los bares y pensábamos en las nuevas medidas de higiene, pero creo que no vamos a poder abrir», asegura.
Aunque en las medidas de desescalada se contempla el ocio, los carruseles quedan en un limbo difícil de ubicar. Pese a ello, Clemente tenía ya pensado el plan de acción para que los niños burgaleses pudiesen disfrutar de los caballitos. «Vamos a desinfectar el carrusel con máquinas de ozono, vamos a proporcionar guantes a los niños, gel hidroalcohólico, una pantalla que mide la temperatura de todo el que accede al tiovivo y a reducir el aforo de 70 personas a unas 25», continúa explicando.
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Además, tienen preparadas unas alfombras de goma para delimitar la distancia de seguridad en la fila de acceso al carrusel. La entrada se hará por uno de los lados del mismo y la salida por otro. Tampoco habrá fichas para montar, sino tickets desechables y solo un pasajero en cada figura. En las filas de caballos, donde hay tres, solo podrían montarse niños en los de los extremos, dejando libre el del medio para garantizar la distancia física. Además de la mascarilla obligatoria para los mayores de seis años.
Desde la empresa mandaron un escrito con las normas sanitarias que iban a tomar en la atracción y solicitando funcionar en la fase 1 como están haciendo otros carruseles instalados en otras zonas, como por ejemplo el de Castro Urdiales, que lleva funcionando desde el día 11 de mayo.
Pero no podrá ser, porque, al no figurar de manera específica en ninguna de las fases ideadas por el Gobierno, el Ayuntamiento no da permiso de apertura. Lo que plantea un nuevo problema: tampoco se puede viajar entre provincias y desmontar el tiovivo para devolverlo a Valladolid necesita de permisos especiales. «Tendremos que pedir algún permiso en el Ayuntamiento para que nos lo autoricen y con eso poder trasladarlo», cuenta Clemente.
Si nada lo impide, el tiovivo se irá de Burgos sin llegar a girar. «Acabábamos de montarlo y quedó confinado. Estábamos terminando los últimos retoque y a la una y algo nos llegó el comunicado», recuerda.
Esta experiencia, nueva para todos, tampoco tiene ninguna similitud con otras experiencias anteriores. «Quizás algún luto local que no te permitía abrir, pero un día o dos, nunca hemos montado y cerrado indefinidamente», asevera Juan Carlos Clemente.
Las pérdidas de una situación así comienzan con los gastos que no se van a poder recuperar: unos 3.000 euros de traslados y grúas de montaje para un carrusel de estas dimensiones. Además, una vivienda en alquiler para el personal que iba a gestionar el carrusel. Como no se ha puesto en funcionamiento, pero el carrusel no podía quedarse 'solo', se ha mantenido el alquiler del piso y a un operario al cargo. «Hemos mantenido el piso y el sueldo de la persona que vigila que nadie entre en el carrusel, rompan la lona, etc. Hay que pagar su Seguridad Social también», enumera Clemente.
La lona azul y blanca ha formado parte de un escenario singular, el de la Plaza Mayor silenciosa y vacía. Desde hace un par de semanas los niños se le acercan sigilosamente, pero la carpa seguramente no llegue a abrir. «Nosotros somos profesionales y los primeros interesados en ofrecer seguridad a los usuarios, pero nadie quiere arriesgarse a que podamos abrir», lamenta.
El tiovivo, seguramente, se desmontará igual que se montó, en medio de la incertidumbre, a la espera de una nueva oportunidad. Esta, quizás, llegue en Andalucía, donde la mayoría de sus provincias ya están en fase 2. Las medidas de higiene preventivas se mantendrán a la espera de que su consejería de Sanidad les haga llegar directrices. Mientras tanto, los niños burgaleses tendrán que esperar una nueva oportunidad para que el tiovivo siga girando.
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