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Burgos tiene un «hongo» de contaminación lumínica de 30 kilómetros, lo que se traduce en que «hay que alejarse esa distancia para poder disfrutar del cielo», aclara Enrique Borallo, presidente de Astroburgos.
Las luces de Burgos son perfectamente visibles desde el pantano del Ebro. Desde ... allí también se aprecian las de Madrid, ya que se ven desde 300 kilómetros de distancia. Aunque la contaminación lumínica de Burgos es menor que la de la capital española, tiene consecuencias negativas.
Una racionalización del consumo eléctrico y de la iluminación en las ciudades «vendría muy bien económicamente», pero tambien en cuestiones ambientales. Dentro de las ciudades es prácticamente imposible ver el cielo.
ENRIQUE BORDALLO
La contaminación lumínica impide ver el paisaje estelar, a pesar de que los cienificos solicitan que sea declarado Patrimonio de la Humanidad. De hecho, hay que salir de las ciudades para ver el cielo nocturno. «El cometa de 2021 era tan brillante que se veía desde la ciudad, pero desde el campo podías ver la cola gigante que dejaba en el cielo», recuerda Bordallo.
El principal problema de la contaminación lumínica es «el desperdicio económico». La Asociación Astronómica de Cantabria aprecia un ahorro de casi el 30% en la factura de la luz desde que la Comunidad de Cantabria ha cambiado las luminarias. Ha sido más rentable cambiar la luminaria por otra más ecológica a nivel municipal.
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Además, altera el biorritmo de los seres vivos. Cualquier animal nocturno al tener constantemente iluminada la ciudad. Es el caso de los corzos, que se acercan a Burgos porque está iluminado, lo que puede resultar peligroso para ellos.
Los seres humanos también padecen consecuencias derivadas de la contaminación lumínica, como insomnio u otros transtornos del sueño. Si hay muchas farolas iluminando la casa por la noche, hay que bajar la persiana y, aún así, entra luz por las rendijas.
La primera acción necesaria es cambiar las luminarias, «haciéndolas más racionales». Los carteles publicitarios no deben iluminar de abajo hacia arriba, sino de arriba a abajo.
Respecto a los monumentos, es necesario hacer lo mismo. Además, no hace falta iluminarlos hasta las 04:00 horas de la mañana. «Es una pasada viajar de Burgos a Madrid y ver Lerma a 20 kilómetros de distancia porque el parador está iluminado de abajo a arriba», opina Bordallo.
También sería favorable que desaparecieran las luminarias «tipo globo», una farola tipo burbuja en la que la luz escapa en todas las direcciones. El palo que la sujeta es el único sitio donde hace sombra. Entonces, ilumina el cielo y no el suelo.
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«Prácticamente no sirven para nada más que desperdiciar energía», según Bordallo. Muchas plazas de Burgos y los polígonos están iluminados así. La ley que están poniendo en marcha a partir de la crisis favorece a los astronómos, pero también «la gente se va a dar cuenta de que no hace falta tanta iluminación para estar bien».
El ayuntamiento de Burgos ha introducido cambios durante estos años, por ejemplo, ha cambiado algunas luminarias para que sean mas ecológicas. El objetivo es que iluminen perpendicularmente al suelo en vez de en oblicuo. Se ha hecho esfuerzo, pero todavía queda por hacer.
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