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En el Centro Histórico de Burgos están cansados de ver cómo, ante el cierre de un comercio, en su lugar se abre un establecimiento de hostelería. Bares, cafeterías y restaurantes proliferan, acaparando plazas y calles de la ciudad. Mientras, se van perdiendo servicios y el comercio local. Una realidad que ni es nueva ni exclusiva de Burgos, de ahí la preocupación de los comerciantes, que ya saben cuáles son las consecuencias de esta derivada comercial.
«Los centros históricos de Cáceres o Santiago de Compostela son guetos hosteleros, y eso es algo que nosotros no queremos que pase en Burgos», apunta Belén Marticorena, la gerente de la Asociación Centro Burgos. Centro Comercial Abierto. En la zona centro «tiene que haber vida, y la vida la dan los comercios, los servicios y la gente que reside»; la hostelería genera otro tipo de actividad, pero no atrae vecinos, más bien al contrario, insiste Marticorena.
Por ese motivo, la asociación de comerciantes lleva años reclamando al Ayuntamiento de Burgos una ordenanza de actividades y usos. Se trataría de regular la implantación de negocios en la zona centro para garantizar un equilibrio entre hostelería, comercio y servicios, con presencia uniforme de los tres. La medida debería ir acompañada de otros recursos, como la creación de una oficina de promoción para fomentar la creación de comercio local.
Belén Marticorena reconoce que falta relevo generacional, por ese motivo se cierran negocios de toda la vida cuando a sus propietarios les llega la edad de jubilación. Sin embargo, cree que con unas políticas de promoción adecuadas se podría atraer comerciantes. Dar facilidades a la implantación de nuevos negocios e, incluso, que el Ayuntamiento hiciera un banco de inmuebles, comprando locales vacíos y alquilándolos a precios módicos.
Con ello se podría controlar la actividad económica que se va implantando en la ciudad, ordenándola, también en lo relativo a la instalación de grandes cadenas comerciales. «Preferimos que estén a que no, aunque puedan dejar grandes locales vacíos (como ha ocurrido con H&M) pues atraen otro tipo de comercio, son una locomotora», apunta Marticorena. Y el ejemplo está en las calles Almirante Bonifaz y La Moneda, que han notado la partida de El Corte Inglés.
Desde la asociación de comerciantes del centro histórico insiste en que «estamos a tiempo» y recuerdan que Oviedo acaba de aprobar una ordenanza de estas características. Es el momento de dar el paso definitivo de impulso al comercio local, que ha sido uno de los más afectados por la pandemia. «El comercio ha sufrido bastante, y sigue sufriendo. Mucho más que la hostelería», afirma Belén Marticorena, principalmente porque han cambiado los hábitos de consumo.
Internet se ha hecho fuerte, y ofrece una competencia desleal al resto de la actividad comercial. Sin tiendas físicas, sin personal y sin pagar casi impuestos, los precios de los productos son más baratos que en el comercio local. Si a eso se le añade un cambio en los hábitos del consumidor, que compra desde casa, recibe el paquete dónde y cuándo quiere, pues al comercio de proximidad le toca reinventarse, ofrecer un valor añadido.
«Necesitamos más fuerza que nunca para reconquistar territorios perdidos y conquistas nuevos», apunta la gerente. Y, para ello, es imprescindible el apoyo de las administraciones. «El comercio es un elemento diferenciador», que hay que tomarse en serio como se hace con la industria, la cultura, el turismo o la gastronomía. «Una ciudad se valora por su comercio», y el comercio es el que ha conseguido mantener vivo el centro histórico de Burgos.
Lo que falla es un plan de ciudad, apunta Antonio Blanco, vicepresidente de la asociación Centro Burgos. Los equipos de gobierno son cortoplacistas y, en muchas ocasiones, intentan gestionar de espaldas a la ciudadanía. «Plantean proyectos sin contar con nosotros o intentando decirnos cuáles son nuestras necesidades», se lamentan. Es más, el Ayuntamiento lleva veinte años con el mismo plan de apoyo al comercio, lanzado por M.ª Ángeles Pérez durante el gobierno de Ángel Olivares.
Belén Marticorena considera que ya ha llegado el momento de «dar un paso más» y recuerda que no será por ideas. Llevaban años reclamando los bonos al consumo, así como un cuarto de siglo, y finalmente se han puesto marcha. Y se ha demostrado que son «la medida perfecta para compensar ese cambio de hábitos». La gerente pone esta medida como ejemplo de que, cuando se quiere, se pueden lanzar proyectos y regulaciones que impulsen el comercio de proximidad.
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