Existen dos tapas en Burgos que antes de comerlas, ya conoces su sabor. Solo su mención ya invita a degustarlas y son tan sencillas como típicas de la ciudad. En efecto, la pareja que reina en el tapeo de la ciudad es el Cojonudo y ... la Cojonuda.
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De orígenes inciertos, se apunta al nacimiento de esta creación gastronómica en los pueblos fronterizos entre Burgos y La Rioja. Y esta sospecha adquiere sentido al echar un vistazo a sus ingredientes.
Una pequeña rebanada de pan tostado es la montura sobre la que cabalgan la morcilla, evidentemente, de Burgos, y el chorizo frito respectivamente.
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Con un huevo de codorniz frito como fiel escudero, la alegría riojana, una variedad de guindilla originaria de la comunidad vecina, pone el toque picante a un manjar que se corona con una pluma de pimiento rojo.
Sin necesidad de grandes alardes culinarios para elaborarlas, estas obras de arte del buen yantar se pueden degustar en numerosos establecimientos de la capital burgalesa.
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Pero es en la calle San Lorenzo donde se encuentran dos lugares de peregrinación para degustar esta icónica pareja burgalesa. El Mesón de los Herreros y Casa Pancho son los locales que mayor número de visitantes suelen acoger dada su tradición de décadas elaborando estas tapas.
Con la categoría de Ciudad Creativa de la Gastronomía por la UNESCO y la capitalidad de la gastronomía española en 2013, se podría decir sin temor a equivocarse que Burgos tiene un gusto 'cojonudo'.
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