Los langostinos, el cava y las uvas ya están preparadas. Y los hosteleros burgaleses también lo están. Se acerca la Nochevieja, una de las citas clave para la hostelería de la ciudad, que este año se presenta con muy buenas previsiones. La crisis sanitaria ... parece haber quedado atrás y los burgaleses tienen ganas de celebrar la entrada del nuevo año como se merece: en compañía.
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Así, el sector ha preparado una amplia oferta destinada a cubrir esas ganas de «reencuentro». La oferta, en este sentido, es variada, y responde, tal y como explica el presidente de la Federación Provincial de Hosteleros, Fernando de la Varga, al paulatino «cambio de hábitos» de los últimos años.
Antaño, los cotillones de traje, corbata y vestido de gala, con entrada reservada tras las uvas eran los grandes protagonistas. Hoy, sin embargo, ese formato de celebración ha cedido su espacio a otras opciones, como son los bonos de copas ofrecidos por bares en diferentes zonas, las fiestas privadas y las noches de cena, uvas, espectáculo y fiesta. «El formato tradicional» del cotillón «ha caído en declive» y apenas sobreviven unos cuantos ejemplos en la ciudad, explica De la Varga, quien vincula esta circunstancia al cambio de «gustos» y a los numerosos «requisitos» que se exigen para la organización de este tipo de eventos. Este año, por ejemplo, sólo se ha solicitado autorización especial para la celebración de dos cotillones tradicionales en la capital provincial.
En todo caso, afirma, la oferta depende mucho de factores como el perfil de los clientes. Los más jóvenes apuestan por los bonos de copas, por fiestas privadas o por celebraciones de mayor tamaño. Quienes buscan algo más «tranquilo», sin embargo, apuestan por otros formatos.
Lo que está claro es que, ya sea una opción u otra, la Nochevieja en Burgos pinta bien. «Nosotros terminamos de completar el aforo el día 22. Ya no tenemos más sitio», explica Daniel Mata, responsable del cotillón del Coco Atapuerca. Allí se juntarán más de 350 personas para disfrutar de una cena y posterior fiesta, una cifra similar a la registrada en años previos a la pandemia de la covid. «En 2020 no pudimos hacer nada, y el año pasado salió adelante el cotillón de Nochevieja, pero tuvimos que suspender el de Reyes», recuerda Mata, quien insiste en que cada vez se valora más «el detalle». «Ya apenas se hacen cotillones al uso». Básicamente, ahora ya no basta con ofrecer música y barra libre. Ahora hay que currárselo mucho más.
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Sus clientes, explica, son fundamentalmente «familias» que se juntan para festejar el año a mesa puesta. Eso sí, normalmente, también hay algún «grupo de amigos», generalmente de mediana edad, que se juntan para celebrar la entrada del año lejos de sus hogares.
Muy diferente es el perfil de los clientes de los bonos de copas, ya sean compartidos entre varios locales o adscritos únicamente a un establecimiento, como es el caso del Sohho, uno de los habituales en este tipo de citas. «Solemos llenar el aforo, y este año lo volveremos a hacer», explica su responsable, Juan Antonio Llorente, quien afirma que el año pasado, pese a todos los condicionantes, fue hasta cierto punto «normal».
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A este respecto, Llorente comparte las conclusiones de Mata y De la Varga. «Nochevieja es una fecha en la que se da mucha importancia a los detalles: un ropero bien organizado, algo de catering, sin masificaciones y con una buena organización».
Ese, apuntan unos y otros, es el secreto del éxito de una de las noches de mayor facturación del año, aunque en realidad, todas las fiestas de Navidad están marcadas en rojo en el calendario. «Son fechas muy importantes para el sector», ya que «muchos hosteleros se juegan entre un 20% y un 25% de su facturación anual» durante las Navidades, explica de la Varga.
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Y, a la espera de que la Nochevieja cumpla las previsiones que se manejan, lo cierto es que este año la cosa va «bien». «Las cenas y comidas han funcionado muy bien» después de dos años muy complicados a causa de la pandemia de la covid-19. «Vemos que el encuentro de la gente se ha retomado con fuerza», lo que es «muy importante, no sólo para el sector de la hostelería, sino para el conjunto de la sociedad», subraya De la Varga.
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Unas impresiones muy similares comparten Mata y Llorente, que valoran los resultados, no sólo de las últimas semanas, sino de todo el ejercicio «El año ha sido muy bueno en todos los sentidos. Hemos dado muchos eventos y la cafetería y el restaurante han funcionado muy bien», empujados, en parte por la demanda retenida de eventos cancelados y retrasados durante los momentos más complicados de la pandemia, asegura Mata.
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También el ocio nocturno parece haber recuperado su dinamismo. Y no sólo por parte de los más jóvenes, que fueron los primeros en regresar a los bares. «Durante la pandemia, el tramo de la mediana edad desapareció un poco» de la noche, pero ahora parece que se ha «normalizado» y los clientes de 40 o 50 años han regresado, explica Llorente.
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