Algunos concejales lo echaban de menos; otros, sin embargo, se habían acostumbrado a contar con mayor espacio físico para abordar los debates; y otros, directamente no lo conocían, como es el caso de Andrea Ballesteros o Isabel Arribas. Pero todos estaban de acuerdo hoy en ... que el regreso al Salón de Plenos del Ayuntamiento es un símbolo de normalidad tras dos años marcados por la pandemia, que ha obligado a los corporativos burgaleses a ir de allá para acá durante estos meses para evitar el contacto estrecho. Hoy, sin embargo, la sede de la soberanía local regresaba a la Casa Consistorial. Y lo hacía, por cierto, acompañada de manifestantes, pancartas, consignas y gritos. De gente cabreada, vamos.
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Parte de ellos eran los propios agentes de la Policía Local. Acostumbrados habitualmente a manejar a la multitud enfervorecida por lo que sea, hoy eran ellos los protagonistas de una movilización para exigir un convenio justo a los responsables del Ayuntamiento.
Junto a ellos, un puñado de vecinos de la Barriada de los Ríos, pancarta en ristre, exigían el cumplimiento de la palabra dada y el traslado de las barracas a otro punto de la ciudad tras 18 años de supuesta 'provisionalidad'. Si en las últimas semanas han protestado los vecinos de Fuentecillas, Villatoro y el entorno de los antiguos depósitos de la CLH a cuenta de la futura ubicación de las atracciones, como para no movilizarse los que llevan casi dos décadas comiéndoselas con patatas. Lo curioso es que, en esta ocasión, los manifestantes estaban del lado del equipo de Gobierno, algo sin duda difícil de ver.
Eso sí, hay cosas que no cambian, sea cual sea el escenario. El baile en el fango, las descalificaciones y los debates infructuosos siguen estando a la orden del día. Hoy, el protagonismo del chascarrillo se repartió entre 'los amigos de Putin' de unos y el 'alcalde en prácticas' de otros. Sólo se pusieron de acuerdo todos en condenar la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso. Algo es algo. Eso sí, el concejal no adscrito Julio Rodríguez-Vigil sigue sin decir esta boca es mía.
En fin. Dos años después, la actividad regresó al Salón de Plenos. Quizá todo haya cambiado en este tiempo, pero en realidad, nada lo ha hecho.
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