La apertura de la calle Rodrigo de Sebastián, condicionada por el desastre del Peña Amaya

En la reunión de la semana pasada, el alcalde Daniel de la Rosa ya explicó a los vecinos de la Barriada de los Ríos que la calle no se podía abrir. A cambio, se comprometió a adecentarla, con firme, iluminación, limpieza y restringiendo el aparcamiento, y también a cumplir con el compromiso de renovar la calle Francisco de Vitoria, otra de las demandas vecinales.

Las razones que esgrimió De la Rosa fueron de «propiedad». Sin embargo, son mucho más complicadas. La calle Rodrigo de Sebastián está cerrada por las vallas que delimitan el antiguo colegio Peña Amaya, cuya propiedad «está en litigio», recuerda el concejal de Urbanismo, Daniel Garabito, tras el cúmulo de despropósitos en torno a la permuta pactada en 2005 y que fue anulada en 2009.

La intención era abrir la conexión por los terrenos aledaños al edificio pero «su propiedad es indisoluble a la propiedad del Peña Amaya», explica Garabito. Así las cosas, y sin tener la propiedad, el Ayuntamiento no puede hacer una inversión que suponga la urbanización de la nueva calle, ya que puede perderla. Habría que esperar a que se resuelva el contencioso y negociar con el nuevo propietario.

De ahí que el compromiso municipal pase por intervenir en la calle para que, con un firme en condiciones y la iluminación pertinente, la vía sea segura y deje de ser poco más que un estercolero. O un lugar dónde aparcan, no solo turismos, sino también camiones y vehículos de gran tonelaje. Así lo demandan los vecinos, especialmente aquellos que tienen sus viviendas o negocios en esa calle porque sí, allí viven burgaleses.