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Desde Fuentecillas hasta Kiev, toda pequeña aportación puede salvar vidas en Ucrania. Esa es la idea que transmite Oksana Sloyko, ucraniana residente en Burgos, que junto a su marido y su hijo se ha puesto manos a la obra para recoger materiales y víveres de ... primera necesidad durante esta semana que sirvan a sus compatriotas para calentarse en las frías nevadas de la estepa eslava y poder alimentarse en sus refugios.
La comunidad ucraniana de Burgos y provincia, presente en las manifestaciones en contra de la invasión rusa de su país, se ha organizado para poder mandar sustento, ropa de abrigo, medicamentos y otros productos a la frontera polaca de Ucrania donde refugiados desplazados por la guerra las llevarán en autobús hasta la frontera.
Una vez allí, varios ucranianos que aún se encuentran en el país intentarán repartir los bienes entre sus allegados y personas víctimas del conflicto que lo necesiten.
«Les hemos dado las direcciones de nuestros familiares y amigos y esperemos que todo pueda llegar bien» asegura Oksana mientras acumula bolsas y cajas con calcetines, abrigos y mantas en uno de los despachos de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en Fuentecillas.
Estas dependencias, cedidas para la labor, facilitan desde ayer el almacenaje y recogida de unas aportaciones que se estarán recogiendo en horario de 17 a 20 horas el lunes, miércoles y viernes, y el sábado por la mañana de 10 a 13 horas.
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«Tenemos familiares y amigos allí repartidos por todo el país. Hablamos día y noche con ellos. Algunos, cerca de la capital, tienen la casa destrozada por las bombas y se tienen que refugiar donde pueden. Otros no pueden escapar hacia la frontera porque las carreteras están destruidas», explica.
Respecto a la solidaridad de las personas que se han acercado para entregar lo que pueden, la ucraniana agradece el apoyo de sus vecinos. «Los españoles, los burgaleses en general se han portado muy bien y nos han dado muchas cosas», destaca Oksana. «También ha venido gente de Georgia y otros países de alrededor de Ucrania que viven aquí y nos han traído cosas», apunta.
Por otro lado, una ausencia duele por encima del resto. «Sabemos de algunos que viven aquí, pero ningún ruso ha venido a hablar con nosotros», señala sin sorprenderse la ucraniana afincada en Burgos.
Una de las claves fundamentales para que la ayuda recolectada llegue a su destino está en el transporte. «Estamos buscando transportistas para que lo lleven hasta la frontera. Después, hay gente que lo lleva al país y lo distribuye», expone Vasil Sloyko, hijo de Oksana, mientras colabora junto a su padre colocando las donaciones. «En apenas dos horas acabo de traer dos coches llenos de cosas», comenta sobre la colaboración que han notado el mismo día del inicio de la recogida.
Con «tres o cuatro» días de camino por delante para recorrer los casi 2.800 kilómetros que distancian Burgos del paso fronterizo entre Polonia y Ucrania, Vasil espera encontrar un transportista que recorra esta ruta en su itinerario.
«Tenemos familiares en León que están haciendo lo mismo que nosotros para ir mandando, si podemos, algunas cosas el fin de semana en furgoneta», desea con intención de seguir recabando útiles. «Esta guerra no va a terminar esta semana así que nosotros vamos a intentar recolectar todo lo que podamos para mandarlo y ayudar a los que siguen allí».
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