A lo largo de la costa almeriense, un mar de plástico se divisa desde la vista de pájaro de los satélites europeos y estadounidenses. «Lo que más se ve es el campo de invernaderos del sur de Almería, eso es lo que más se ve ... de todo el mundo», aseguraba el exministro de ciencia y astronauta, Pedro Duque, en un programa de televisión. En total, a fecha de 2022 y según datos de la Junta de Andalucía, 32.827 hectáreas de maderas, aluminio y plásticos. Mucho plástico.
Bajo estas lonas blancas hay toneladas de tomates, pimientos, berenjenas, calabacines, melones, sandías, pepinos, crisantemos, plantas ornamentales… y dióxido de carbono. «En toda agricultura bajo plástico hay una necesidad de CO2 y hay déficit, aunque parezca mentira», explica a este periódico Antonio Cambil, socio de Ecco2.
El dióxido de carbono es el alimento de las plantas y su consumo, por lo general, suele oscilar entre los 0,12 y 0,24 kilogramos hora por 100 metros cuadrados. Para asegurarse de que las plantas no se queden sin CO2 para usar, los agricultores de invernadero se encargan de que los niveles ronden entre los 800 ppm a 1200 ppm. «Desde hace unos años hacemos unas instalaciones industriales de gas natural que dan calor y CO2», apunta Cambil. «Con ello se multiplica la calidad y la productividad en invernadero», añade.
Sin embargo, el uso de estos grandes calefactores aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero. «Nos empezamos a plantear cómo solucionar este problema», apunta el empresario almeriense. Y las miradas se dirigieron a los alrededores de estos invernaderos en Carboneras (Almería).
A una decena de kilómetros de éstos, entre las playas de La Martinica y Torres Viejasm imponente sobre la costa mediterránea se alza la cementera de LafargeHolcim. Este sector, aproximadamente, es el responsable del 8% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. «Tenemos un compromiso de ser net zero en 2050 y con compromisos intermedios en 2030», explica Mariano García, director de sostenibilidad de Holcim España.
En las chimeneas de esta instalación se encuentra «parte de la solución a nuestros problemas de emisión», señala Cambil. «Nos hemos planteado cómo unir ese exceso y esa necesidad», responde el promotor de Ecco2. Así nace esta idea fruto de la colaboración de LafargeHolcim, Sistemas de Calor y Carbon Clean.
«En España hay proyectos para hacer la captura completa y hay tecnología que lo permite»
Mariano García
Director de sostenibilidad de Holcim España
El propósito del proyecto es capturar el CO2 de las emisiones que se generan durante el proceso de fabricación del cemento, tratar el dióxido de carbono capturado y su posterior uso agrícola. «En España hay proyectos para hacer la captura completa y hay tecnología que lo permite», destaca el directivo de la compañía suiza. «Capturaremos en torno a un 10% de nuestras emisiones, unas 50.000 toneladas», apostilla. Aunque los datos de este proyecto, que cuenta con apoyo de la Junta de Andalucía, elevan esa captura a las 700.000 toneladas de dióxido de carbono, «lo que sería la descarbonización total de la planta», aclara García.
A la caza en el aire
«En España, llevamos 17 años trabajando en I+D y sabemos cómo hacerlo», apunta el presidente de PTECO2, Pedro Mora. «Es una solución de aminas y está bien probada», apostilla García.
La tecnología más usada es la postcombustión en la que los gases surgidos es mezclado con aminas, filtrado por membranas o utilizados en ciclos de carbonatación y calcinación. A continuación, a través de reacción química, se separan las moléculas de carbono del resto para ser aisladas. Las segundas se expulsan al aire y el CO2 está listo para ser transportado. El último viaje de este dióxido de carbono es el almacenamiento bajo tierra, en el fondo del mar o para paliar el déficit de los invernaderos. «Elegimos esta última, porque es una solución real a corto plazo», comenta García. «A día de hoy son pocos los invernaderos que tienen o están en un cierto nivel de aplicación que les permite utilizar esta fertilización carbónica», detalla el director de sostenibilidad de la firma cementera y de áridos.
Fertilización carbónica
Una vez capturado ese CO2 y convertido en estado líquido, no estará disponible hasta 2024 según los datos de la iniciativa, será transportado a tanques cercanos a invernaderos para luego ser inyectados en estado gaseoso a las plantaciones a través de unos vaporizadores. «Cada línea de plantas lleva junto a la raíz unos tubos que dosifican este gas», explica Cambril. «Todo esto se hace con el control total del agricultor. Hay que hacerlo de día, porque es necesaria la radiación solar para que la planta consuma el dióxido de carbono», comenta.
«Cada línea de plantas lleva junto a la raíz unos tubos que dosifican este gas»
Antonio Cambil
Fundador de Ecco2
«La fertilización carbónica, es decir, el enriquecimiento ambiental con CO2 dentro del invernadero aumenta la productividad, la calidad y mejora los ratios de eficiencia del cultivo y, además, la inversión inicial es mucho más baja», detalla el promotor de Ecco2.
De momento, el CO2 de LafargeHolcim ya tiene sus primeros clientes. «Este proyecto contribuirá a crear más valor en la agricultura intensiva, con una iniciativa de economía sostenible al reciclar y reutilizar unas emisiones que acabarían en la atmósfera», apunta en un comunicado el gerente de Coexphal, Luis Miguel Fernández.
El acuerdo, firmado en 2022, prevé difundir los beneficios de la fertilización carbónica en el sector agrario de Almería, que contarán con todo el apoyo técnico para su empleo eficiente en los invernaderos.
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