La ley de Sturgeon o por qué el 90% de cualquier cosa «es basura»
Sirve de algo abonarse a esta máxima? Parece que sí puede tener una aplicación práctica en nuestra vida diaria ·
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Sirve de algo abonarse a esta máxima? Parece que sí puede tener una aplicación práctica en nuestra vida diaria ·
Julio Arrieta
Sábado, 18 de noviembre 2023, 18:59
Haga la prueba en su red social favorita. X/Twitter, sin ir más lejos. Escriba en el buscador las palabras «el 90% es basura» y vea el resultado. Se encontrará con una catarata de afirmaciones categóricas como «nunca he escuchado mucho la radio pero hoy en día el 90% es basura»; «Como amante del cine y defensor del cine español, te puedo asegurar que el 90% es basura»; o «consumir contenido online nos proporciona la sensación de que estamos aprendiendo, pero el 90% es basura inútil que desplaza la información real». Si hace la búsqueda en inglés, el chaparrón de negatividad porcentual puede ser épico. Este principio, según el cual el 90% de cualquier cosa tiene una calidad deficiente, es conocido como la Ley de Sturgeon y está tan extendido que casi nadie se para a pensar en su origen. Que en realidad fue casi un chiste.
Esta ley, que nunca fue ideada como tal, debe su nombre a quien la enunció, el escritor de ciencia ficción estadounidense Theodore 'Ted' Sturgeon (1918-1985), autor de obras como 'Más que humano', 'Venus más X' o 'Un poco de tu sangre', y ganador, entre otros, de los premios Hugo, Nebula e International Fantasy Award. Primero se la conoció como la Revelación de Sturgeon y es un adagio, «sentencia breve y, la mayoría de las veces, moral», o mejor un corolario, es decir una «proposición que no necesita prueba particular y se deduce con facilidad de lo demostrado previamente».
Según contó él mismo, aunque en varias versiones que divergen en no pocos detalles, la revelación de Sturgeon fue una válvula de escape ocurrente al fastidio que el autor llevaba acumulado respecto al desdén con el que era tratada la ciencia ficción, vista por muchos críticos como un subgénero literario muy 'sub'.
Dice el 'Oxford English Dictionary' que «el primer uso conocido del sustantivo Ley de Sturgeon se remonta a la década de 1960». En realidad es algo anterior. Tal y como recordaría James Gunn, en la Convención Mundial de Ciencia Ficción, un encuentro de autores celebrado en Chicago en 1953, en el que participaron figuras como Isaac Asimov y L. Sprague de Camp entre otras muchas firmas, Sturgeon dio una charla ante todos los asistentes en la que pronunció la dichosa frase.
«Cuando la gente habla de la novela de misterio», dijo, «mencionan 'El halcón maltés' y 'El sueño eterno'. Cuando hablan del western, dicen que está 'Camino de Oregón' y 'Shane, el desconocido'. Pero cuando hablan de ciencia ficción, la llaman 'esos rollos de Buck Rogers', y dicen que 'el noventa por ciento de la ciencia ficción es basura'. Pues tienen razón. El noventa por ciento de la ciencia ficción es basura. Pero el noventa por ciento de todo es basura, y lo importante es el diez por ciento que no es basura. Y el diez por ciento de la ciencia ficción que no es basura es tan buena o mejor que cualquier cosa que se escriba en cualquier parte».
Sturgeon repitió la idea por escrito en dos artículos en la revista especializada 'Venture'. En el primero, publicado en 1957, hablando de sí mismo en tercera persona, explicaba que «Sturgeon tuvo una revelación. Después de veinte años defendiendo la ciencia ficción de sus críticos legos» llegó a la conclusión de que este género «es, en efecto, un noventa por ciento basura, pero que también –¡eureka! – el noventa por ciento de todo es basura. Todas las cosas –coches, libros, quesos, peinados, personas y alfileres– son, para el ojo experto y perspicaz, basura, excepto el diez por ciento aceptable que nos gusta a cada uno de nosotros».
Por supuesto, Sturgeon no fue el primero en señalar que la mayor parte de cualquier cosa es mediocre, mala o algo peor. En sus 'Confesiones de un crítico de libros' George Orwell escribió: «En mucho más de nueve de cada diez casos la única crítica objetivamente veraz sería 'este libro no vale nada'». Mucho antes, en 1870, Benjamin Disraeli había escrito que «los libros son fatales: son la maldición de la raza humana. Nueve décimas partes de los libros existentes son tonterías, y los libros inteligentes son la refutación de esas tonterías».
El caso es que la revelación de Sturgeon tuvo éxito, en buena parte porque contó con divulgadores de la talla de Isaac Asimov, que la citó en por lo menos una de sus autobiografías, y se ha convertido en un lugar común muy recurrido.
¿Pero sirve para algo? Dejando a un lado a quienes han tratado de comprobar de algún modo si el porcentaje de cosas malas es cuantificable –resultado: no–, algunos autores consideran que tener en cuenta la Ley de Sturgeon tiene su utilidad en la vida cotidiana. El filósofo estadounidense Daniel Dennett incluyó la Ley de Sturgeon entre sus siete herramientas para cultivar el sentido crítico. En concreto, en su principio número 6, que dice «no pierdas tu tiempo con basura».
¿El 90% de todo es basura? «Bueno, quizá sea una exageración, pero convengamos en que hay mucho trabajo mediocre en todos los campos. Algunos cascarrabias dicen que es más bien el 99%, pero tampoco no entremos en ese juego», consideraba. Pero lo mejor es que el propio Sturgeon sí enunció una ley que en cierto modo anula esta: «Nada es siempre tan absoluto».
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