CARLOS BENITO
Viernes, 1 de mayo 2020
Puede resultar chocante que, en mitad de una tragedia humana y un desastre económico como la actual pandemia, nos pongamos a hablar de metáforas. ¿No es algo así como plantarnos en una unidad de cuidados intensivos para recitar rimas de Bécquer? En realidad, llevamos sumidos ... en las metáforas desde el inicio de la crisis sanitaria: hemos escuchado una y otra vez que estamos en «una guerra nunca antes librada», por utilizar la expresión exacta del presidente Pedro Sánchez, pero que finalmente alcanzaremos «la victoria» frente al «enemigo invisible». ¡Hasta términos como 'trincheras' o 'munición' salpican las reflexiones sobre el coronavirus! Una guerra, en realidad, es otra cosa, pero ese lenguaje metafórico nos ayuda a trasladar lo desconocido (la pandemia) a parámetros que podemos manejar con más facilidad.
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«La metáfora bélica funciona porque hay elementos comunes entre ambos contextos, como la amenaza hacia la vida o la necesidad de tomar medidas para interrumpir el avance de la enfermedad», aclara Paula Pérez Sobrino, profesora de la Universidad de La Rioja y creadora del 'hashtag' #ReframeCovid (algo así como 'reformula el COVID'), que aglutina los esfuerzos de un colectivo internacional en la búsqueda de metáforas alternativas para esta situación. La iniciativa partió el 22 de marzo de otra profesora, Inés Olza, de la Universidad de Navarra, y tiene sus antecedentes en el empeño por encontrar mejores maneras de presentar el tratamiento del cáncer, donde las analogías bélicas también son muy socorridas.
«En principio, las metáforas bélicas no tienen por qué ser necesariamente perniciosas. De hecho, fueron muy efectivas en los primeros días de la crisis para alertar de la magnitud y el peligro que acechaba, pero empiezan a ser problemáticas al haberse extendido su uso en el tiempo y para todos y cada uno de los aspectos de la crisis. Por ejemplo, no explican claramente que la manera de combatir el virus es la falta de acción, 'quedándose en casa'. En una guerra, para sobrevivir hay que luchar o huir, y la falta de acción es sinónimo de derrota. Además, las metáforas bélicas no solo arrastran toda su lógica al discurso sobre el virus, sino también el bagaje emocional característico de las guerras: tristeza, pesadumbre, desmotivación, frustración... Acentúan y cronifican la negatividad en nuestra forma de afrontar la pandemia», desarrolla Pérez Sobrino. Y, por supuesto, el planteamiento bélico tiene una obvia dimensión política, ya que durante un conflicto armado se toleran medidas de emergencia que, en tiempo de paz, los ciudadanos jamás aceptarían.
La iniciativa alrededor de #ReframeCovid fue impulsada por un grupo de lingüistas cognitivas (de las universidades de La Rioja, Zaragoza, Valladolid, Navarra y Valencia, pero también de Lancaster, Nottingham, Columbia y Bolonia) y ha reunido ya más de 250 metáforas de 40 colaboradores y en 41 idiomas. ¿Cuáles son las favoritas de Pérez Sobrino? «La idea principal es que no hay una metáfora única, sino muchas metáforas útiles para describir aspectos concretos de la pandemia. Por ejemplo, la metáfora del virus como un fuego que se puede apagar pero que inmediatamente puede resurgir en otra zona refuerza la idea de responsabilidad social y nos ayuda a entender que todos debemos ser disciplinados y tomar las medidas necesarias de protección para extinguir de forma definitiva el virus».
«También son útiles –añade– las metáforas deportivas, como 'remar juntos' o 'jugar en equipo', para destacar la necesidad de la solidaridad y cooperación. Otra idea útil fue la de la 'hibernación', que daba a entender que el parón de la actividad económica tenía un aspecto positivo, el de ahorrar energías para salir al mundo exterior cuando pasara el invierno, o la pandemia. El problema con esta metáfora es que se asoció con la idea de 'resucitar' la economía, reemplazando así la idea del 'ser dormido' por la del 'ser muerto' que necesita un milagro para salir adelante». Las aportaciones pueden surgir de fuentes inesperadas: la canción de Rozalén 'Aves enjauladas', por ejemplo, elabora de forma creativa la idea de dejar volar la imaginación durante el confinamiento.
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¿No es una pérdida de tiempo andar dándoles vueltas a las metáforas en estos momentos de angustia y drama? La profesora de la Universidad de La Rioja tiene muy clara la respuesta: «Las metáforas cumplen una función mucho más importante que la de embellecer poemas. Reflejan nuestra manera de estructurar conceptos y emociones y actuar en consecuencia. Son ventanas a nuestro pensamiento. Saber cómo funcionan las metáforas, y reflexionar sobre su significado, nos ayuda a ser ciudadanos más críticos. Las metáforas ayudan a crear comunidad y esto es de vital importancia». Y ahí se siente obligada a añadir una puntualización: «Vital, ahora sí, de forma literal, puesto que hay vidas en juego».
Lo que podríamos llamar la guerra contra la metáfora bélica tiene ya cierta tradición entre los oncólogos y los enfermos de cáncer, cargados con ese planteamiento que convierte en perdedores a quienes no superan la enfermedad. «Muchos estudios han demostrado que las metáforas bélicas pueden tener un efecto desmotivador y derrotista para algunos pacientes. Proyectan un papel agresivo sobre el paciente, sugieren la presencia de un enemigo dentro del cuerpo y, lo más grave, asocian la no recuperación con una derrota», explica Paula Pérez Sobrino. Hay iniciativas como el 'menú de metáforas' impulsado por Elena Semino, de la Universidad de Lancaster, con propuestas que presentan el cáncer como una disarmonía musical o como un huésped que se resiste a marcharse.
También en la situación actual, las quejas por el belicismo del discurso político han partido especialmente de entornos sanitarios: «No ha sido ninguna sorpresa que sea uno de los sectores más críticos con este tipo de lenguaje. Rechazan ser identificados con 'soldados'».
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