¿Serías capaz de deshacerte de 465 objetos de tu casa en solo un mes

«Los estadounidenses guardan en casa más de 300.000 objetos». Lo escuché en un documental de Netflix sobre la revolución minimalista ('The Minimalists. Less is now'), una moda que promulga el 'menos es más' e invita a deshacernos de lo que no usamos. Lo de los 300.000 objetos que dicen suena a exageración pero, claro, en Estados Unidos las casas tienen una superficie media de 200 metros. Como aquí son más pequeñas, pongamos que tenemos la mitad. ¿De verdad guardo 150.000 cosas en mi casa? Echo un ojo a la estantería y cuento 287 libros; del armario cuelgan 95 perchas, a tres prendas en cada una... pues tantas como libros; por curiosidad, cuento los túperes y salen más de quince, en la cajonera de las bolsas de tela se apretujan más de una treintena (¿saben que deberíamos usarlas 101 veces para que resultaran más ecológicas que una de plástico de un solo uso?) y cuento decenas de pares de pendientes y de calcetines, algunos desparejados.

No tengo 150.000 objetos en casa, ni muchísimos menos, pero sí demasiados. Así que me apunto al reto minimalista de un mes. Lo ha inventado (y lo ha hecho) la escritora portuguesa pero afincada en España Claudia Davide, autora del libro '¿Qué hago con esto? Un minuto minimalista. Consiste en que el día uno del mes que decidamos hacerlo tiremos un objeto de casa, dos el segundo día, tres el tercero... así hasta final de mes. Elijo hacerlo en septiembre, que tiene 30 días, así que el reto es deshacerme de 465 objetos. No me he empezado y ya me parece inasumible...

Con todo, el reto de Claudia se antoja mucho más sencillo que el que se propusieron Josua Fields Millburn y Ryan Nicodemus, los dos tipos que han puesto de moda el minimalismo y que protagonizan el documental de Netflix que me inspiró en la idea. Uno tiró en pocos meses el 90% de los objetos que guardaba en su casa. El otro empaquetó todo lo que guardaba en su piso, lo metió en cajas de cartón y durante las siguientes tres semanas fue sacando lo que necesitaba. Las cosas que tras esos 21 días seguían en las cajas, directamente las llevó al contenedor de basura porque entendía que algo que no necesitó en tres semanas no era necesario para su vida cotidiana.

A la vista de estos ejemplos, deshacerme de 465 cosas no me parece ya para tanto. Porque vale de todo: desde tirar el sofá a desprenderse de un bolígrafo que no pinta y lleva seco en el cajón dos años. Descartado tirar el sofá, me pongo a rebuscar en los cajones…

Para el primer objeto que irá a la basura encuentro varios candidatos: un neceser con la cremallera rota, el rallador de queso que nunca uso, el exprimidor que me ha dejado sin zumo de naranja hace unos días… y montones de cajas de zapatos que almaceno y almaceno vacías. Me decido por la caja por una cuestión práctica: puedo meter dentro los objetos pequeños que vaya retirando los días siguientes. La idea es guardar en casa durante este mes de septiembre todos los objetos descartados para luego fotografiarlos para este reportaje. Cojo la caja. Primer paso dado. Y los siguientes se dan solos porque tirar un objeto el primer día, dos el segundo, tres el tercero… es sencillo. ¡Y gratificante!

Es el empujón que necesitaba para tirar por fin el mp4 que hace años que no funciona. Vale que no ocupa nada, que cabe casi en el bolsillo pequeñito de los vaqueros, pero ¿para qué guardar algo que no sirve? Y lo mismo con las tarjetas de Ikea, Yves Rocher y otras tiendas a las que ya no voy y que me abultan la cartera, los libros que me he leído y no quiero conservar. Ojo, no se tira todo a la basura, otras cosas se regalan o se donan, como los libros… El reto es sacarlos de casa. Pero, ¿cómo?

Recurro a Claudia Davide, ideóloga de esta iniciativa, en busca de consejo. «Si eres una persona a la que le gusta planificar, establece el orden de las habitaciones a revisar, los armarios o los cajones. Si no eres de planes, improvisa». Como improvisar treinta días me parece mucho, hago el planning y especifico los lugares donde buscar: cajones del armario de la entrada, armario de ropa, baul de disfraces, joyero, neceser…

Me da otro consejo: «Prepara tres bolsas: una para objetos que vas a donar, otra para vender y otra para reciclar tirar». No tengo intención de vender nada así que habilito dos espacios: cosas para tirar a la basura y cosas para regalar. Empezamos

La primera semana el reto me resulta casi un entretenimiento. Y como encuentro más cosas de las que se me exige retirar esos días, las voy apartando para echar mano de ellas las jornadas venideras. De modo que, finalizada la primera semana, tengo un 'excedente' de más de veinte objetos que me vendrá muy bien para la siguiente.

En un armario encuentro una carpeta abultadísima. Ni idea de lo que hay dentro. ¡Un hallazgo! Porque acumula papeles que ya no sirven, especialmente esas instrucciones de electrodomésticos que ya incluso he cambiado. Eso sí, el día 12 me encuentro por primera vez en apuros. Como no sé qué tirar recurro a la balda de libros, quería recurrir a ello más tarde, pero no es posible. Y así, van cayendo libros, que luego donaré o regalaré. Le escribo a Claudia para contarle que me he atascado un poco y me dice que a ella le ocurrió lo mismo: «Entre el décimo y decimoquinto día me parecía que ya no tenía nada para eliminar de mi casa, me sentía cansada y con poca motivación para seguir con el reto». Dice que «fue cuestión de abrir un cajón olvidado y volver a ver cosas que no servían para nada».

Creo que he revisado ya todos los cajones de la casa. Y he encontrado cosas que no recuerdo ni haber metido, como una cinta de Sabrina. Los cassetes antiguos me dan un respiro y, tras retirar 16 cintas, guardo otra caja para revisar la siguiente semana. El día 19 el bloqueo es total, así que 'pasapalabra', acabo de perder la oportunidad de completar el reto. Y el día 20 hago lo que llamo la primera trampa: para no dejarlo vacío, echo mano de las bolsas de basura usadas y me deshago de las que ya tienen algún agujero.

Es, sin duda, la semana más complicada por el volumen de objetos a retirar, así que recurro a lo que más tengo: pendientes, cds… que se acumulan por decenas. Dudo y hay cds que han entrado a la bolsa de basura y han salido diez minutos después. «Para quitarte las dudas aplica este método. Analiza si un objeto es positivo o negativo basándose en tres características clave: utilidad, estética y afecto. Debes responder a estas tres preguntas en menos de un minuto», acude en mi socorro Claudia Davide. Y me brinda otro consejo: «Revisa un cajón que ya hayas revisado hace unos días. Seguro que encuentras algo más que no debe ocupar espacio en tu hogar. De hecho, tu mente ya está más flexible y preparada para deshacerse de cosas, así que es más fácil. Por ejemplo, si antes guardabas veinte bolsas de plástico y haces unos días decidiste quedarte con diez, vuelve a ese punto y ahora quédate con cinco».

Aunque eran los días que más objetos había que retirar, curiosamente me cuesta menos. Será que la perspectiva de acabar en dos días me anima. Me cuesta desprenderme de las revistas del 'National Geographic', pero rápidamente se me ocurre quién las acogerá con gusto. Mucho menos me cuesta tirar los pendientes desparejados. ¡Ya era hora!