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FELIP ARIZA
Bidé, camarera y otros muebles 'vintage'

Bidé, camarera y otros muebles 'vintage'

La moda, caprichosa e implacable, y los nuevos usos domésticos, han relegado al trastero piezas que fueron icónicas

Domingo, 8 de noviembre 2020, 01:05

La moda es implacable. Cambiante y caprichosa, esa falda que tan moderna era ayer, mañana queda arrinconada en el armario. Ese peinado que llamaba la atención hoy llama la atención... pero por lo contrario. La volubilidad de los gustos no solo se refiere al aspecto físico, a los peinados... ¡hasta a la forma de ligar! –cortejar antes–. Nuestra propia casa es un reflejo de esa moda que evoluciona. Prueba de ello es que ya muy pocas viviendas tienen bidé, por ejemplo.

Aunque siempre hubo que aplicar algún criterio para distribuir el mobiliario, la Revolución Industrial y su fabricación en serie favorecieron la proliferación de elementos domésticos y la necesidad de establecer cierto orden en su disposición. España se sumó alegremente al consumo a principios de los años 60 y trasladó ese afán también al hogar, vistiéndolo según unas pautas que, medio siglo después, han perdido vigencia.

La cocina resulta la estancia más afectada por los cambios. Aquella que antes concentraba las batallas cotidianas, donde se celebraban las comidas familiares y guardaban utillajes variopintos, concentra ahora las mayores transformaciones. «El cambio ha sido radical», asegura el decorador bilbaíno Carlos Ortega. «Antes la cocina era una taller lleno de ruidos, cacharros, desorden... la estancia más descuidada de la casa, y ahora es la más cara y evolucionada». Goza incluso de un nuevo estatus. «Se ha integrado en el salón ocupando un rincón o aislada en un cubo de cristal», indica, y señala que este reflejo del gusto y la modernidad del anfitrión ha experimentado modificaciones estéticas. «Ya no se alicata, sino que se recubren las paredes con paneles y maderas para dotarlas de más calidez».

La fisonomía de la cocina ha cambiado, asimismo, por el desarrollo técnico, que lleva camino de convertirla en un algo similar a un laboratorio electrónico. «Entre las últimas incorporaciones, destacaría las placas de cocción con extractor integrado y las lavadoras y secadoras sincronizadas». Pero, a veces, las demandas del cliente superan la realidad. «Una vez me pidieron una videocerámica de intuición», recuerda. Quizás no fue un error, y aquel cliente era un visionario. «Tal vez, algún día, el horno se active cuando vea que nos acercamos y presienta que queramos usarlo», bromea.

Mientras esperamos ese futuro robotizado, hemos hecho lista de esos muebles que la vanguardia y las modificaciones de costumbres han relegado a la feria 'vintage', los almacenes de reciclado o, directamente, al olvido. Algunos se antojan perdidos en el tiempo, pero otros, aún siguen con nosotros, resistiéndose a esa fecha de caducidad que impone la veleidosa moda doméstica, tan implacable como cualquier otra.

Bidé

El bidé ha propiciado la aparición de fortunas a lo largo de la historia. Quienes fabricaban este pequeño baño en el siglo XVIII se beneficiaron de la demanda procedente de la Casa Real y la nobleza francesa, pero también de la elite del Imperio. El accesorio no conocía ideologías y causaba furor tanto en la corte de Luis XV como entre Napoleón y sus generales. Su expansión alcanzó el cénit durante la pasada centuria. Sus distribuidores en España a lo largo de los años 60 y 70 gozaban del apoyo de algunas normas municipales, que obligaban a instalarlo en las edificaciones de nueva planta. La banda catalana La Trinca le dedicó una canción humorística antes de ponerse serios y crear Gestmusic, otro filón. En la última década, el pequeño caballito, traducción de su nombre francés, ha perdido popularidad y las ventas han disminuido más de un 50% en los últimos años.

Bañera con asiento

A lo largo de la Historia, los baños han sido un lugar de disfrute para aquellos que podían permitírselo. El reposo en una gran tina llena de agua, jabón y sales, es uno de esos lujos de clases privilegiadas que se democratizaron con la llegada del consumo masivo. Pero, estos tiempos de premura y apartamentos minúsculos no favorecen su permanencia. Por otra parte, han aparecido modelos exentos con un interés más decorativo que funcional para una clientela con aseos amplios. La bañera no es un invento moderno, ya aparecía en los frisos de la cultura minoica, datada en el 1700 a C. Además, ¿quién puede olvidar la imagen del moribundo Marat apuñalado mientras disfrutaba de la espuma? ¿Cómo desprendernos de un elemento tan sensual? Sí, también todos tenemos en mente 'Psicosis' y al psicópata que apuñalaba a su víctima en un simple plato de ducha. El crimen, ya ven, se adapta a la evolución de nuestros hábitos higiénicos.

Lámparas

Las lámparas de araña son fastuosas, pero se antojan un poco excesivas si no contamos con un vasto salón de baile y veladas con amigos de la talla y el drama de Anna Karénina. En realidad, los actuales sistemas de luz tienden a prescindir del techo y decantarse por accesorios auxiliares. El concepto de luz intensa y general parece en franca retirada frente al que preconiza la creación de atmósferas más íntimas, prácticamente personalizadas, con ayuda de flexos y similares. La irrupción de la iluminación indirecta ha supuesto un giro de tuerca, ya que esconde los puntos de luz o los sitúa en lugares tan inusuales como el bajo de una mesita o alrededor de la cama, y busca que el reflejo nos envuelva sin resultar hiriente. La aparición de tiras de LED, baratas, ha impulsado su uso hasta convertirla en uno de los factores esenciales para dotar de identidad a una decoración.

Molduras

No corren buenos aires para el barroquismo. El estilo nórdico, tan calvinista y sobrio, nos ha conquistado. La utilización de elementos como ribetes, cornisas o cornisas, elaborados en escayola, también ha sufrido cierto declive por esa relación con un pasado un tanto pomposo y recargado. Pero las molduras no se rinden y han pasado al contraataque renovando su oferta y adaptándose a los nuevos gustos. Los diseñadores contemporáneos optan por modelos más sencillos, de líneas rectas e, incluso, se decantan por nuevos materiales como el PVC, el poliouretano y poliestireno.

Grifos de agua caliente y fría y cisternas altas

¿Quién no recuerda algún episodio de súbito abrasamiento de espalda por un chorro incandescente o la sensación de fracaso al no ser capaces de conjugar adecuadamente los grifos de agua caliente y fría en la ducha de una habitación de hotel? Forma parte de nuestra educación sentimental. Nos han permitido reconocer que la lógica no siempre impera y que la derrota siempre nos acompaña. El monomando nos ha robado un pedazo de juventud. La grifería empotrada, conectada a una llave de paso, favorece la tarea y tiene un indudable impacto decorativo. Los acabados metalizados y el rojo y azul que identificaban la temperatura han dado paso a la profusión temática y a lavabos reducidos a una cubeta y el grifo. La mejora estética es evidente, pero ¿qué ha sido de la tolerancia a la frustración? El baño también ha sufrido la pérdida de las cisternas altas. Hoy, prácticamente todas son bajas, más accesibles y con menor impacto estético. Si, la funcionalidad predomina. Pero, ¿y la deuda del cine con las elevadas? ¿dónde esconderán los delincuentes ahora las bosas repletas de droga y el botín con los dólares encintados?

Cocina de quemadores

La cocina de quemadores encontró su Goliath particular con la invención de la vitrocerámica. Las primeras aparecieron en Estados Unidos en la década de los 50 del pasado siglo, pero fue a partir de los 70 cuando la comercialización empezó a difundirlas. Las primeras recurrían a una resistencia eléctrica bajo el vidrio, mientras que la inducción utiliza un campo magnético para trasmitir la energía, lo que favorece el ahorro. La eliminación de la llama no es un asunto baladí. La aparición de este sistema ha favorecido un ambiente más limpio y seguro en la cocina y favorecido esa visibilidad del espacio y su conexión con el salón.

Mueble bar

No es posible imaginarse las películas fechadas entre los años 50 y 70 sin mueble bar. ¿Cómo olvidar la imagen del ejecutivo que se dejaba caer en la butaca mientras tomaba una copa de whisky? El cine ha cambiado y también los depósitos de bebidas. La sofisticada vinoteca se ha instalado en la cocina y desplazado a aquel elemento del salón. Hoy, además, no existe un receptáculo formal para las botellas. En este mundo ecléctico, se recurre a alacenas o cualquier otro afortunado hallazgo en ferias vintage y de brocante.

Camarera

Aquel carrito auxiliar con bebidas que arrastraba el servicio es ya difícil de encontrar. Las camareras pueden ser un mueble en peligro de extinción, sobre todo en decoraciones que tienden al minimalismo, pero, curiosamente, también son solicitadas por amantes del 'art nouveau' y 'déco'. El rastro madrileño exhibe pequeñas joyas con ruedas, elaboradas con maderas nobles como el palo rosa y metales, caso del hierro, el bronce o la plata.

La televisión de panza y su mueble auxiliar

El televisor es el rey del salón, de las veladas y los fines de semana lluviosos. Sí, pero las circunstancias han cambiado. No solamente el ordenador ha llegado para plantarle batalla, sino que la técnica ha revolucionado su diseño. Los monitores de tubo de rayos catódicos, los conocidos como de panza, han dejado paso a los de visualización electrónica, de pantalla plana. Su extrema liviandad los ha conducido a la pared, a la manera de un cuadro, se levantan sobre un soporte, como si se tratara de una escultura o, incluso, se pueden ocultar en el suelo tras utilizarlo, igual que una performance que se ejecuta y desaparece. El resultado también incide en nuestro imaginario. Adiós al mueblecito con los DVDs, los CDs, la docena de mandos, la sevillana y el toro. El progreso no tiene clemencia con nuestros recuerdos.

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