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¿Sirve de algo prohibir los móviles en las escuelas?

¿Sirve de algo prohibir los móviles en las escuelas?

Algunos académicos hablan ya de una 'medida cosmética', en consonancia con los últimos estudios publicados

J. Castillo

Jueves, 16 de mayo 2024, 00:16

A comienzos de año, el Ministerio de Educación hizo propia la recomendación emitida por padres y educadores a través del Consejo Escolar del Estado: prohibir que los alumnos de Infantil y Primaria lleven sus teléfonos móviles al colegio salvo causa justificada. Por su parte, los ... mayores de 12 años deberían mantener apagados tales dispositivos (incluidos los horarios de patio y comedor).

La decisión final recae en las autonomías, a las que están transferidas las competencias en Educación, siendo varias las que ya se han pronunciado al respecto. En su mayoría instan a que los centros educativos incluyan pautas sobre el uso de las nuevas tecnologías en sus reglamentos internos, algo que ya se ha implementado (o contempla) en países como Francia, Italia, Portugal, Suecia, Reino Unido, Finlandia o Países Bajos.

La preocupación porque el uso de smartphones esté impactando en el rendimiento escolar se exacerbó el pasado verano, cuando la UNESCO publicó un informe rotundo en sus conclusiones: «Incluso tener un móvil cerca con su baile de notificaciones afecta a la concentración de los estudiantes, que pueden tardar hasta 20 minutos en recuperar la atención sobre la tarea asignada». Meses después, el último informe PISA reafirmó la conexión entre el uso inadecuado del móvil y un detrimento en el desempeño escolar, lo que terminó de alertar a la comunidad educativa.

Razonamientos científicos

¿Acaso expulsar los teléfonos móviles de las escuelas es el Santo Grial que convertirá a nuestros hijos en mejores estudiantes? Tanto la UNESCO como el citado informe se basan en razonamientos científicos: los dispositivos inteligentes (pulseras y relojes inclusive) evitan que el adolescente afronte la realidad y minan su autocontrol. Cuestión aparte es si estas conclusiones se encuentran lo suficientemente contrastadas, algo a lo que que sendas investigadoras de la Universidad de Queensland (Marilyn Campbell y Elizabeth J. Edwards) acaban de responder.

El propósito de Campbell y Edwards fue recopilar todas las evidencias (publicadas y sin publicar, a nivel global) en torno a la prohibición de los smartphones en los colegios: ¿afectan a las calificaciones o a la salud mental de los alumnos? El equipo de investigación escrutó 1.317 artículos, informes y tesis doctorales, además de 22 estudios comparativos del antes y el después a vetarse los móviles en determinados centros escolares.

Un primer dato revelador fue que existe poca investigación al respecto: 12 de los mentados estudios no fueron realizados por investigadores, sino por estudiantes supervisados y la mayoría son extremadamente recientes (fueron publicados a partir de 2020). Entre los estudios más rigurosos, si bien cuatro encontraron una mejora «ligera» del rendimiento escolar al prohibirse los móviles en las clases, otros dos demostraron que dichos beneficios se limitaban exclusivamente a los estudiantes más desaventajados. Es más, tres estudios no detectaron diferencia alguna en los logros académicos antes y después de las prohibiciones (dos estaban basados en muestras considerables: un 30% de las escuelas noruegas y la totalidad del sistema educativo sueco).

Campbell y Edwards también determinaron que algunos de los estudios utilizados por organismos y educadores para validar sus tesis estaban incompletos o partían de una base errónea: la de comparar escuelas en las que el móvil se había prohibido por completo con otras en las que éste podía utilizarse parcialmente.

Salud mental

En cuanto al efecto de los móviles en la salud mental de los estudiantes, el análisis comparativo encontró pocos estudios que respaldasen una correlación negativa: dos determinaron que el bienestar emocional de los adolescentes no sufría cambios al prohibirles los móviles y otros tres que su salud mental se resentía, precisamente, al imponerse la prohibición. Las investigaciones que vincularon a las escuelas sin móviles con unos alumnos más felices se basaron, por su parte, en la percepción de padres y profesores, pero no preguntaron por sus sentimientos a los principales interesados.

En consonancia con lo expuesto, cada vez más profesionales están matizando la demonización de los smartphones en colegios e institutos. Ya en 2021, el académico Neil Selwyn achacó el ansia por vetar los teléfonos a intereses electorales: «Estas prohibiciones responden a las preocupaciones de la comunidad más que a evidencias probadas». Más recientemente, José César Perales (Catedrático de la Universidad de Granada) recordó que «la prohibición de los móviles para uso no educativo en horario lectivo ya era lo habitual en la mayoría de los centros», por lo que el debate actual se centra en una «medida cosmética, mientras que las que sí podrían contribuir a mejorar la salud mental de nuestros adolescentes siguen en algún cajón».

No extraña entonces que algunos centros estén comenzando a revertir las prohibiciones de móviles, entre ellos los de varios distritos canadienses y los de la propia ciudad de Nueva York, donde se evidenció que la medida dificultaba el contacto entre padres e hijos.

Como en tantas cosas, la respuesta al titular que planteamos tal vez pase por el término medio: educar en un uso responsable de la tecnología en lugar de apartarla de una vida escolar a la que puede aportar mucho, como herramienta para la dinamización del aprendizaje.

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