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J. Castillo
Jueves, 14 de noviembre 2024, 00:05
9 de cada 10 usuarios de pantallas sufren actualmente fatiga ocular. Y no es de extrañar: si sumamos el tiempo que pasamos a diario mirando al televisor, teléfono móvil u ordenador, seguramente rebasemos las diez horas de exposición, lo que impacta significativamente en nuestros ojos.
La estadística proviene de la compañía farmacéutica STADA, que advierte sobre la distinción entre el mentado estrés visual y patologías como la presbicia o la vista cansada: «Si bien la sensación de fatiga puede ser molesta, no suele ser grave y acostumbra a desaparecer una vez la vista ha descansado correctamente. Surge tras realizar un esfuerzo acomodativo excesivo y prolongado con la musculatura de los ojos. Esta musculatura debe trabajar más para enfocar la vista en distancias cortas, como a las que normalmente se tienen las pantallas digitales, por lo que presenta un cansancio mayor que al mirar a distancias más largas».
Respecto a los síntomas asociados, la doctora A. Rombouts (Admira Visión) explica que «la mayoría están relacionadas con la concentración y atención especiales que requiere el trabajo con ordenadores», lo que ha derivado en el llamado Síndrome de la Pantalla de Visualización o SPV. Con todo, las siguientes señales también son comunes al empleo prolongado de smartphones, consolas de videojuegos o tabletas electrónicas: visión borrosa, lagrimeo, fotofobia (sensibilidad a la luz) y visión doble son repercusiones visuales a las que se suman otras de tipo ocular, como «dolor de las cuencas, sequedad, rojez, pesadez y sensaciones de quemazón o arenilla», sentencia la experta.
Menos conocidos son algunos de los síntomas enumerados por la prestigiosa Clínica Mayo, que asocia a la fatiga ocular el dolor de cabeza, cuello, hombros, espalda, brazos, muñeca y manos; la dificultad para concentrarse, el picor corporal e incluso el enrojecimiento e hinchazón de la cara. Todo ello potenciado por las situaciones de estrés, los problemas oculares subyacentes o la exposición al aire seco en movimiento proveniente de ventiladores o aparatos de aire acondicionado.
Todos somos conscientes de la necesidad de rebajar el tiempo que pasamos consultando el teléfono móvil y, de hecho, los principales sistemas operativos cuentan ya con herramientas para monitorizar la utilización de las aplicaciones instaladas. Ahora bien, con los ordenadores la cosa se complica: numerosos puestos de trabajo implican pasarse ocho horas diarias frente a un monitor, sin excepción. ¿Existen medidas efectivas para que no lo paguen nuestros ojos? La Academia Americana de Oftalmología (AADO) propone estos siete consejos:
■ Parpadear: El ser humano suele parpadear unas 15 veces por minuto, pero la media se reduce drásticamente cuando prestamos atención a las pantallas (hasta las 5 veces por minuto). Esto supone un problema porque el parpadeo es el método que tiene el ojo para humedecerse, lo que evita que se reseque. En este sentido, AADO recomienda colocar un post-it en nuestro escritorio para recordarnos parpadear con frecuencia.
■ Lubricar los ojos: Si solemos tenerlos secos, se aconseja refrescarlos mediante lágrimas artificiales. Tampoco está de más emplear humidificadores cuando trabajemos en entornos secos.
■ Mirar hacia arriba y a lo lejos: Levantar la vista de la pantalla y mirar a cualquier punto situado a distancia, de cuando en cuando, ayuda a descansar los ojos.
■ Usar gafas específicas para el ordenador: Ciertas lentes de prescripción permiten enfocar los ojos a una distancia intermedia de la pantalla. Cualquier oftalmólogo podrá determinar si nos convienen, en cuyo caso las usaremos siempre que estemos al teclado.
En este punto, la AADO recalca la diferencia con las gafas diseñadas para bloquear la luz azul, proveniente de los paneles de los dispositivos electrónicos. Hasta la presente (y pese a la insistencia de las principales cadenas de ópticas) no se ha demostrado que esta luz resulte peligrosa para nuestros ojos, pero sí encontramos estudios que la refieren como «factor de riesgo añadido en algunas enfermedades que afectan a la retina y al nervio óptico cuando existe una alteración celular previa», expone el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.
■ Ajustar el brillo y el contraste: Se ha demostrado que incrementar el contraste de la pantalla reduce la fatiga ocular. Igualmente, si ésta brilla más que nuestro entorno, tendremos que esforzarnos más por ver. Para evitarlo regularemos el brillo a conveniencia o activaremos la funcionalidad de brillo automático, presente ya en la mayoría de gadgets.
En los últimos modelos de Mac, iPhone y iPad encontramos también 'True Tone', opción que ajusta el balance de color de la pantalla en función de la luz ambiente circundante para proporcionar una experiencia visual «más cómoda y natural».
■ Optar por pantallas mate: Siempre que sea posible, adquiriremos dispositivos con paneles de filtro mate, diseñados para reducir los reflejos. Volviendo al ejemplo de Apple, algunos de sus productos más recientes pueden adquirirse con pantalla de 'vidrio nanotexturizado', cuyas ventajas adicionales son una mayor resistencia a los arañazos y la repelencia al agua.
■ Graduar la posición de la pantalla: Finalmente, procuraremos colocarnos a una distancia adecuada del monitor (correspondiente a la longitud de nuestro brazo) y lo dispondremos de forma que nuestros ojos miren ligeramente hacia abajo, y no directamente al frente o hacia arriba.
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