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Julio Arrieta
Jueves, 21 de marzo 2024, 19:05
Un estudio dirigido por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard publicado a finales del año pasado daba a conocer que las plataformas de redes sociales Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok, X (antes Twitter) y YouTube habían ganado en conjunto casi 11.000 ... millones de dólares en ingresos publicitarios de usuarios estadounidenses menores de 18 años en 2022. Cuando se dio a conocer este resultado, el profesor Bryn Austin, primer firmante de la investigación, destacó que aunque estas plataformas aseguran «que pueden autorregular sus prácticas para reducir los daños a los jóvenes, aún no lo han hecho, y nuestro estudio sugiere que tienen incentivos financieros abrumadores para seguir retrasando la adopción de medidas significativas para proteger a los niños» de un uso que puede acarrear serios problemas como «depresión, ansiedad y alimentación desordenada».
¿Por qué? Merche Martín, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), explica que en la infancia y la adolescencia «las funciones ejecutivas están inmaduras, y este funcionamiento es esencial para los procesos cognitivos y el razonamiento. Por ello, no serán suficientemente maduros para percibir el riesgo de determinados peligros en línea, la autogestión del tiempo invertido o su capacidad crítica frente a contenidos inadecuados».
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Acceder a estas redes no supone ninguna dificultad para los menores a pesar de los supuestos filtros de las que están dotadas para impedirrlo. Básicamente cualquiera puede abrirse un perfil falso en ellas. «Resulta sencillo mentir sobre la edad, de manera que se exponen a contenidos sin ningún filtro que les sirva de protección», advierte Sílvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la misma Universidad. Algunas plataformas, como ha hecho Meta este enero, están intentando poner filtros específicos (limitación de mensajes por parte de desconocidos, avisos de tiempo máximo de uso, etc.) en aquellos perfiles registrados como menores de edad. Pero sucede que muchos no se identifican como tales en las redes.
Los expertos consideran que existen varios grandes peligros para estos menores, empezando por «la comparación social negativa: el contraste entre la vida de ensueño que suelen mostrar las redes y la vida real resulta demoledor si no hay conciencia de que estas plataformas no son un reflejo fiel de la realidad», apunta Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación. Luego está la facilidad de acceso a los contenidos nocivos, como los discursos de odio, el acoso, la violencia o la pornografía y el eco tóxico de las propias redes, que «te retroalimentan con lo que más te angustia», advierte Lalueza.
Martínez subraya, además, «el coste de oportunidad», es decir, estar usando estas redes en vez de hacer algo más enriquecedor. «Buscan mantener al usuario el mayor tiempo posible conectado, mostrando un sinfín de contenidos que se adapten a sus gustos y preferencias».
Este enganche permanente «supone resultados muy positivos para las plataformas en el ámbito publicitario, sobre todo, gracias a los jóvenes de hasta 17 años», como el informe de Harvard constata.
¿Cómo generan estos usuarios beneficios publicitarios para estas redes? «El tiempo de consumo que los menores dedican a las pantallas y a las plataformas los convierte en un público objetivo interesante». Al sentirse atraídos por un producto o servicio, «trasladarán su deseo a sus progenitores», dice Martínez. Es un canal muy efectivo, menos regulado, por el que los anunciantes están dispuestos a pagar. «No olvidemos que el público infantil es un público vulnerable y mucho más fácil de manipular». Curiosamente, Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Microsoft) o Sergey Brin (Google) han criado a sus hijos libres de pantallas. En Silicon Valley proliferan los colegios sin tabletas ni ordenadores.
En España, según un estudio de la UOC y la Universidad de Girona, más de la mitad de los adolescentes no tienen normas en casa para el uso de las TIC. «Las propias características de las redes sociales afectan a todas las personas, pero en los jóvenes son más peligrosas porque estos están definiendo su identidad y buscando su lugar en la sociedad». En algunos casos, algunos de los riesgos que se han relacionado con el uso de las redes sociales son a su vez señales de alerta de un uso excesivo o problemático. Podrían ser, según Martín, el empeoramiento del rendimiento académico y la disminución del tiempo de actividades de ocio al aire libre: deportes, salir con los amigos, aislamiento de la familia y/o las amistades, malestar emocional y físico o ciberacoso, grooming y sexting. «Por ello, es importante que la sociedad en general, y de manera especial el contexto social más inmediato, concretamente padres, madres y educadores, tomen conciencia de este fenómeno, asuman responsabilidades y orienten y acompañen hacia el uso responsable y saludable de las tecnologías y las redes sociales», concluye la psicóloga.
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