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¿Cuántas veces en las últimos meses le ha tenido que decir a su interlocutor que hable un poco más alto porque no le entiende nada o directamente ni le escucha? Seguro que unas cuantas. La nueva normalidad tiene estas cosas. El uso de mascarillas ... y la distancia social nos obliga en muchas ocasiones a tener que elevar el tono más de lo normal para que la otra persona nos oiga. Un esfuerzo que en el caso de profesionales como los profesores se ha traducido en un «incremento muy notable» del número de bajas a causa de la ronquera desde el inicio de curso, hace poco más de un mes.
«Si de normal ya somos un colectivo que solemos tener problemas con las cuerdas vocales, este año es mucho peor. Para que nos escuchen los alumnos de las últimas filas, prácticamente tenemos que dar la clase a gritos. Entre las mascarillas y el ruido que se cuela del exterior al estar las ventanas abiertas por el protocolo de ventilación del aula terminamos la jornada con la voz hecha polvo», lamenta Irene Fernández, una de las muchas docentes españolas aquejadas de disfonía.
La solución que han encontrado en algunos colegios e institutos para evitar que los profesores se queden roncos a las primeras de cambio es facilitarles amplificadores de voz inalámbricos, similares a lo que llevan los guías turísticos para hacerse oír durante las visitas. Se trata de un pequeño dispositivo electrónico con micrófono incorporado y un altavoz portátil que el docente puede colocar donde le resulte más práctico para dar la clase. «Cuando nos hablaron de la posibilidad de trabajar con este tipo de micrófonos, la verdad es que no lo vimos nada claro. Entre la mascarilla, el pinganillo, el altavoz... Nos daba la sensación de que iban a molestar más que ayudar. Pero ahora que llevamos algo más de una semana usando los amplificadores estamos encantados», confiesa la directora de un colegio concertado vizcaíno, donde todos los profesores disponen de un micrófono inalámbrico comprado por el propio centro para impartir sus clases.
Y no debe ser una mala solución a juzgar por los datos de ventas de este tipo de aparatos desde principios de septiembre. El modelo más vendido en el gigante Amazon (25 euros) está agotado hasta su reposición en un par de semanas, mientras que el plazo de entrega de los altavoces más económicos se prolonga hasta mediados del mes de noviembre. La mayoría de estos dispositivos apenas superan el tamaño de la palma de la mano y prometen un sonido «claro y fuerte» para «ser escuchado desde cualquier parte del aula». La horquilla de precios abarca desde los apenas 13 euros del modelo más sencillo hasta los más de 100 de los dispositivos más sofisticados.
Una de las primeras voces conocidas en recomendar públicamente su uso fue la actriz y cantante Leonor Watling «después de un solo día de entrevistas con mascarilla en el que casi pierdo la voz. He preguntado a técnicos de sonido maravillosos y a gente que da clases en grandes espacios sin acondicionar. Usad micros de corbata o diademas con altavoz», escribió en redes sociales. Su propuesta fue acogida con gran interés por parte de muchos profesores, que no dudaron en compartir su experiencia con los amplificadores e incluso dar algún que otro consejo sobre su funcionamiento: «Hay de diferentes precios y características. Yo opté por uno con cable y diadema por la gran duración de su batería», «Mejor uno inalámbrico para poder separarte del altavoz y colocarlo estratégicamente al fondo de la clase», «El año pasado me quedé afónica durante meses. Es un aparatejo genial para las clases. Los primeros días nos reíamos mucho».
Pero además de hacerse con uno de estos dispositivos, los docentes también pueden recurrir a otra solución para no dañar las cuerdas vocales, y que a buen seguro también domina Leonor Watling: aprender a proyectar la voz como hacen los cantantes y actores. De hecho, esta técnica se conoce con el nombre de voz actoral o teatral. «Nadie se ha preocupado nunca de preparar vocalmente a los profesores pese a que la voz es uno de sus principales instrumentos de trabajo», lamenta Casimiro Díez, entrenador de voz en la academia valenciana Vozalia y locutor corporativo de Telecinco durante más de quince años. 'Uno, dos, uno, dos... probando'.
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