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J. Castillo
Miércoles, 27 de marzo 2024
Las redes sociales se han convertido en una parte fundamental para la vida de los más jóvenes. Quien no cuenta con un perfil en alguna de las principales plataformas se encuentra luego fuera de la conversación; ajeno a una camaradería digital tanto o más importante ... que las tradicionales reuniones con amigos en parques y plazas.
Según el informe 'Nacer en la era digital: La generación de la IA', elaborado por Qustodio, una plataforma especializada en seguridad online y bienestar digital, los adolescentes españoles pasan una media de 420 minutos a la semana absortos en este tipo de aplicaciones. Cuando no se dedican al intercambio de mensajes privados, comentan las publicaciones de sus amigos: fotografías y vídeos que muchas veces retocan para amoldarse a la imagen de perfección vendida por el 'influencer' de turno.
Esto último representa en la actualidad uno de los riesgos inherentes a plataformas como Instagram o TikTok. Se distorsiona de tal forma la realidad que el menor siente malestar al verse reflejado en el espejo tal y como es, sin filtros. Y hasta tal punto que puede querer obtenerla a toda costa. De hecho, no es casual un dato que revelan desde la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME): la edad de los primeros retoques en España ha bajado de los 35 a los 20 años.
La psicóloga Gloria R. Ben, especializada en entornos digitales, destaca que los filtros, o mejor dicho su abuso, suponen un peligro para la salud mental de los jóvenes. E identifica cuatro situaciones que explicamos a continuación.
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«El uso excesivo de los filtros y la búsqueda de aceptación personal a través de ellos pueden producir una afectación significativa en nuestro estado de ánimo», explica Ben. «Compararnos constantemente con esa imagen no realista y tratar de conseguirla, nos puede generar una obsesión. Y no llegar al objetivo nos puede causar mucho estrés», prosigue la experta. Asimismo, recuerda que «la ansiedad y la depresión son trastornos que pueden desarrollarse cuando nos ponemos metas irreales». Y ser perfecto es la primera de ellas. De ahí que haya que trasladar el mensaje de que lo que se ve en redes no es la realidad, sino una proyección.
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El uso de filtros no solo genera la búsqueda de una belleza imposible, también tiene influencia en el comportamiento de los adolescentes a otro nivel. Como precisa la psicóloga, muchas veces se usan también por la necesidad de aprobación ajena.
«Vivimos en una sociedad en la que el número de 'likes' está directamente relacionado con el bienestar personal, por lo que el intento de acercarse a esos supuestos estándares impuestos por la perfección puede generarnos una dependencia de la opinión del otro. Todo esto conlleva la necesidad de utilizar esos filtros», continúa. Todos queremos recompensa: «Observar cómo las imágenes modificadas de otros producen elogios, nos lleva a pensar que nosotros recibiremos más atención cuando nuestra imagen concuerda con esa 'perfección'». Sin embargo, todo ello «aumenta la inseguridad» de los adolescentes, que acaban «temiendo ser juzgados por mostrar la realidad», afirma Ben.
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«Con la cultura de los filtros, podemos entrar en una dinámica en la que realidad y fantasía se difuminan. Esto genera que busquemos cosas en ocasiones inalcanzables e irreales», remarca Ben. Y es que los filtros eliminan todas las imperfecciones tanto a nivel facial como corporal. El problema es que estamos expuestos continuamente «a imágenes muy retocadas y ello puede hacernos caer en la tentación de compararnos y crearnos una percepción distorsionada de la realidad y la belleza», advierte la experta.
«Estos retoques artificiales producen que, cada vez más, lo bello se entienda como lo perfecto, que es prácticamente inalcanzable, ya que todos, en más o menos medida, tenemos imperfecciones en nuestro cuerpo». Así pues, esa comparación continua hace que «no estemos nunca de acuerdo con la realidad que nos devuelve el espejo». «Hay que aceptarnos con todas nuestras diferencias», aconseja.
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Este último punto está muy relacionado con el anterior. Como no podemos conseguir ese prototipo de belleza, que por otra parte es irreal, nuestra confianza se ve debilitada. Y lo que es peor «no solo a nivel físico sino a todas las áreas de nuestra vida».
Y es que los filtros de las redes sociales pueden suavizar la piel, suprimir manchas, ensanchar o reducir partes del cuerpo... prácticamente todo. Aunque ojo, esto no solo genera insatisfacción entre los jóvenes, también entre los usuarios adultos que acaban creyéndose que no están a la altura.'.
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