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Higinia Garay
¿Qué es y cómo se trata la psoriasis?

¿Qué es y cómo se trata la psoriasis?

Esta enfermedad de la piel, con consecuencias no solo físicas sino también emocionales, afecta ya a un millón de personas en nuestro país

Jueves, 22 de abril 2021, 00:01

Montse debutó con 47 años. Javier lo hizo 15 y Antonio era tan pequeño que ni se acuerda. Así es como llaman los pacientes a su primer contacto con la psoriasis, una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta a más de un millón de ... personas en nuestro país (2,3% de la población) y cuyas consecuencias para quienes la padecen van más allá de las lesiones cutáneas. «Los pacientes se sientes estigmatizados, señalados. Mucha gente todavía piensa que se trata de una enfermedad contagiosa», lamenta el doctor Pablo de la Cueva, Jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Leonor (Madrid). Su diagnóstico es sencillo, lo realmente complicado viene después. La psoriasis es una patología «caprichosa» que requiere de un tratamiento individualizado para cada uno de los pacientes. «Los brotes se manifiestan con distinta frecuencia e intensidad. Desde una pequeña inflamación en una zona muy localizada a lesiones muy aparatosas por todo el cuerpo», explica el especialista madrileño. Estas son algunas de las claves para comprender mejor una enfermedad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) califica como «incapacitante, incurable y crónica».

Causas

De origen desconocido, no es una patología contagiosa

La psoriasis suele manifestarse «con lesiones de color rojo con escamas en la superficie y piel gruesa». Aunque las heridas pueden presentarse en cualquier parte del cuerpo, las zonas más habituales son las rodillas, codos, tronco y el cuero cabelludo. «Y cuatro de de cada diez tienen también afectados los genitales», precisa el doctor Pablo de la Cueva, miembro de la Junta Directiva de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Se trata de un enfermedad «autoinmune que no tiene cura», pero que en ningún caso es contagiosa. «Hay un gran desconocimiento sobre la psoriasis. Desafortunadamente es muy habitual que la gente se te quede mirando con cara de desagrado e incluso se aparte porque piensa que se trata de una patología contagiosa», se duele Montse Ginés, afectada y vicepresidenta de Acción Psoriasis, asociación de familiares y pacientes de psoriasis y artritis psoriásica.

La causa final de la enfermedad todavía se desconoce, si bien es cierto que los especialistas coinciden en que tiene «cierto componente genético. Es decir, existe una mayor probabilidad de desarrollar psoriasis si tenemos unos determinados genes o sus variantes», precisa el dermatólogo del Hospital Infanta Leonor. Ahora bien, también influyen «factores ambientales como infecciones, determinados fármacos, traumatismos o interacciones como la microbiota, que todavía tenemos que estudiar más», enumera el doctor Pablo de la Cueva. El estrés, por ejemplo, no causa psoriasis pero sí que la empeora.

Consecuencias emocionales

Uno de cada diez pacientes sufre depresión

Al margen de las consecuencias físicas, que son numerosas e incapacitantes en los casos más graves, los enfermos de psoriasis «sufren mucho desde el punto de vista emocional». Tanto que uno de cada diez dice tener depresión y un 26% sufre episodios de ansiedad, según una encuesta realizada por Acción Psoriasis.

«Se trata de una patología que causa un gran impacto en la trayectoria vital del enfermo. Afecta a todas las esferas de su vida, desde la más personal a la parte social e incluso a la laboral», coinciden los especialistas en el tratamiento de esta enfermedad. «Las lesiones en la piel son muy llamativas y el paciente nota que le miran, que incluso genera rechazo y eso va calando en su mente hasta el punto de condicionar su vida. Suelen tener problemas para encontrar pareja, se cortan mucho más en las relaciones sexuales, cambian su forma de vestir para que no se vean las placas, dejan de ir a la playa...».

Tratamientos

Cremas, fototerapia y fármacos biológicos

La psoriasis se manifiesta en diferentes grados de intensidad. Desde lesiones leves y localizadas que se pueden controlar con tratamientos tópicos como cremas o lociones hasta los casos más o menos graves, en los que ya son necesarias otras herramientas terapéuticas. Cuando los ungüentos no funcionan, el siguiente escalón son las cabinas de rayos ultravioletas, siempre bajo supervisión médica, o los llamados fármacos sistémicos clásicos. «No obstante, los tratamientos para combatir la psoriasis han mejorado muchísimo en los últimos años y lo siguen haciendo. Ahora mismo existen un total de once fármacos biológicos que son capaces de parar la cascada inflamatoria y mejorar notablemente la calidad de vida de los pacientes. El problema es que no siempre se acierta a la primera con el tratamiento más adecuado para cada enfermo y algunos se desaniman», admite el directivo de la AEDV.

En el caso de Montse Ginés, por ejemplo, tuvieron que ajustar la medicación hasta en tres ocasiones. «A todas las personas que tiraron la toalla en su día porque no encontraban una solución eficaz a su problema de salud, les recomendaría que volviesen a pedir una cita con su dermatólogo porque los tratamientos en este campo han avanzado muchísimo y probablemente ahora tenga una mejor solución», aconseja la vicepresidenta de Acción Psoriasis.

«Estuve muchos años sin ir a la playa porque me daba vergüenza»

Carmen cuenta que estuvo «muchos años» sin ir a la playa porque le daba «vergüenza» y le resultaba «muy incómodo» y «frustrante» sentirse continuamente observada y juzgada por el aspecto de su piel. «A veces la gente te mira como si les fueses a contagiar la peste. Resulta mentalmente agotador. De adolescente fue muy duro. Iba siempre en pantalón y manga larga, incluso en pleno verano. No soportaba que me mirasen», confiesa Antonio, que debutó de niño. Este es el día a día de muchos afectados por psoriasis, una enfermedad crónica con «consecuencias físicas, pero también emocionales».

Otras veces, la psoriasis va acompañada de patologías asociadas (comorbilidad) como la hipertensión, sobrepeso, problemas cardiovasculares o diabetes. Y en el 30% de los casos, desemboca además en una artritis psoriásica, que cursa con dolor e inflamación en las articulaciones –generalmente en las muñecas, rodillas y tobillos– y que debe ser tratada por el reumatólogo.

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