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Si va a consultar sobre un tratamiento para la cara y le preguntan qué tipo de piel tiene, ¿sabría contestar más allá de 'con granitos y algunas rojeces' o 'me pica mucho si no me pongo crema'? «En realidad, no es fácil de responder», reconoce ... la dermatóloga Paloma Borregón. «Más que catalogarla dentro de un tipo concreto, la piel hay que entenderla. El diagnóstico depende de muchos factores que, además, pueden variar en función de la estación del año en la que nos encontramos, picos de estrés, cambios hormonales, alimentación... Ahora bien, aunque no sea del todo correcto, solemos generalizar y hablar de tres tipos de piel: grasa, seca y mixta», explica la doctora Borregón, miembro de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Esta clasificación obedece fundamentalmente «a sus características en cuanto a la producción de sebo y la proporción de agua de su barrera cutánea», añaden las doctoras Natalia Jiménez y Rosa del Río, dermatólogas del Grupo Pedro Jaén.
Tal y como advierten las dermatólogas, se debe tener muy presente que una misma persona puede presentar una piel con características diferentes en distintas etapas de su vida e incluso a lo largo de un mismo año. «Se puede tener la piel seca en invierno y propensa a engrasarse en verano, por ejemplo. De ahí que la tendencia actual sea más a hablar sobre estados que sobre tipos de piel», coinciden. Tecnicismos al margen, cuando los expertos califican una piel como normal (eudérmica) se refieren a aquella que «está bien hidratada y con un equilibrio adecuado en lo referente a la producción de grasa, sudor… Es fina, elástica y no presenta rojeces, descamaciones ni comedones», resuelven las dermatólogas.
Sin embargo, la piel grasa «se caracteriza por una producción excesiva de sebo, que tiende a acumularse en los folículos pilosebáceos (puntos negros, espinillas...), presenta un aspecto engrosado, superficie irregular, rojeces y luce oleosa y brillante». Pero mucho ojo porque «grasa no significa hidratada», puntualiza la doctora Borregón. «Las personas que tienen una piel con tendencia acnéica suelen pensar que no deben ponerse crema hidratante porque entonces se les engrasa la cara todavía más. Y es justo al revés. Si no hidratas una piel grasa, sus glándulas van a interpretar que está deshidratada y se van a poner a trabajar para crear más grasa todavía. Este es un error que comete mucha gente. Lo ideal es usar productos ligeros y sin grasas (oil free) para hidratar sin tapar demasiado», aconseja la doctora Borregón.
Lava la cara dos veces al día
En el otro extremo se sitúa la piel seca, que apenas produce sebo. «Es fina, adelgazada y con tendencia a sufrir arrugas de manera prematura. Presenta un aspecto mate, incluso tirante sin poros dilatados ni brillos», precisan las doctoras Natalia Jiménez y Rosa del Río. Lo que ocurre en este caso es que la barrera cutánea no tiene la capacidad para retener el agua y se deshidrata con más facilidad. «La recomendación es mantener la piel muy hidratada siempre y en este caso con cremas más oclusivas. Es decir, que retengan el agua», explica Paloma Borregón.
La mixta, una de las más habituales, se encuentra a medio camino entre las dos anteriores. «Suele tener las características de la piel grasa únicamente en la denominada 'zona T' (frente, nariz y mentón). La del resto de la cara puede ser normal, seca o incluso estar deshidratada». Además de estos tres grandes grupos, las dermatólogas destacan la piel sensible, «que reacciona de manera exagerada ante estímulos cotidianos que en pieles normales no provocan ningún efecto negativo, como frío, calor, cosméticos, ciertos tejidos… Se enrojece e irrita con facilidad. En su base, existe una piel con una función barrera alterada».
Y otro mito que destierran las expertas: No existen las cremas de hombres y de mujeres. «Los tratamientos se hacen en función del estado de la piel, no del género». Lo que ocurre es que generalmente la de los hombres es más grasa y gruesa que la de las mujeres, pero los tratamientos son los mismos. Y en ambos casos se incluye lavar la cara dos veces al día (mañana y noche) con agua y un jabón adaptado a cada tipo de cutis: más secante (astringente) para las pieles grasas y más suaves e hidratantes para las secas.
MAÑANA Limpieza con agua y un jabón específico para cada tipo de piel con el fin de eliminar los restos de cosméticos de la rutina nocturna y la grasa segregada durante el sueño.
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