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Muchas veces buscamos la solución a todo en botecitos. Ojalá fuese tan fácil como acercarnos a la estantería de un comercio y elegir el frasco que necesitamos: para arreglar malentendidos, superar decepciones y tristezas, recuperar la juventud perdida, afrontar una desgracia, arreglar defectos físicos, parar el tiempo, anestesiar desamores, suavizar nostalgias... Pero no, esto ya sabemos que no se vende en cómodos envases, ¿verdad? Lo que quizá no tengamos tan claro es que los humanos tampoco podemos comprar en tiendas, farmacias, parafarmacias y grandes superficies sustancias 'mágicas' que mejoren nuestra salud y aspecto de forma espectacular... ¡Y sin pasar previamente por el médico! Nos referimos a los suplementos alimenticios que tomamos por nuestra cuenta, animados por la publicidad, por internet o por la vecina del primero, que cuenta maravillas.
Sí, estamos ávidos de soluciones 'fáciles' –en forma de pastillas, polvos solubles, jarabes– sin ser conscientes de que a veces sí tenemos en nuestra mano una alternativa gratuita y racional para nuestros supuestos males (a veces inexistentes): cambiar la dieta y nuestros hábitos. Aunque, claro, esto cuesta esfuerzo. Por eso, 7 de cada 10 españoles afirman que han tomado en el último año algún complemento alimenticio, según un completo estudio de la Fundación Mapfre y la Academia Española de Nutrición y Dietética presentado ayer. España se sitúa así entre los países que más sustancias de este tipo consumen, sólo detrás de Dinamarca y Estados Unidos, tal y como recoge el dossier. Vitaminas, calcio y omega 3 son algunos de de los más usados, sobre todo con el objetivo principal de mejorar el estado general de salud (71%), pero también para tener más energía (35%), potenciar el funcionamiento de los huesos y los músculos (34%), tratar enfermedades como la osteoporosis y las molestias gastrointestinales (28%) y reducir peso, entre otros motivos. Además, recurrimos a ellos sin una justificación de salud suficiente. «Los estudios que analizan la seguridad de utilizar este tipo de complementos son escasos y la mayoría aportan poca o ninguna información que demuestre, de forma clara, que tienen propiedades saludables y que son eficaces y seguros», alerta el informe.
Óscar Picazo, experto en Nutrición del Área de Promoción de la Salud de Fundación Mapfre, y Eduard Baladía, dietista-nutricionista de la Academia Española de Nutrición y Dietética –dos de los autores del estudio–, responden a algunas de las dudas sobre este tipo de productos, un mercado boyante que mueve al año 12.000 millones de euros y que va al alza, especialmente por el interés entre los 'millennials', las mujeres y los mayores de 60 años
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El 50% de los encuestados afirman que percibieron los efectos que prometía el producto, «aunque de un modo leve o transitorio», recoge el estudio. «Es una incógnita que esos efectos prometidos tengan relevancia clínica y para la salud», concluye el informe. «En general sigue muy vigente el pensamiento mágico de que, tomando alguna cosa, mejorará nuestra salud de manera espectacular. Cuando lo que deberíamos pensar es que lo correcto es conservar la salud con la que nacemos», indica Eduard Baladía, quien recalca que muchas empresas dedicadas a este negocio, con sus publicidades «a veces angañosas», refuerzan esta idea de que hay panaceas a nuestro alcance. «¡Los suplementos no son milagrosos! Solo se deben tomar cuando hacen falta y lo considera necesario un profesional», subraya.
Entonces, ¿no valen para nada? «Sirven, sí, pero no para su uso generalizado e indiscriminado en la población para prevenir enfermedades crónicas. Por ejemplo, si tienes una anemia ferropénica o riesgo de padecerla necesitas un tratamiento de hierro, diario o intermitente. O, si vas a quedarte embarazada, tomar ácido fólico evita problemas del tubo neural... Sí. Lo que no es correcto es tomar suplementos de forma crónica para solucionar déficits inexistentes. Sólo debería realizarse una suplementación si lo decide un profesional sanitario». Es decir, si tomamos determinadas vitaminas o minerales y no tenemos carencia de ellos..., estamos tirando el dinero. Con suerte sólo eso (aunque muchos son muy caros), porque también podemos estar causándonos daño. Y con la pandemia, según Óscar Picazo, en nuestro afán por hacer algo para reforzar nuestro organismo y sentirnos mejor, ha aumentado el consumo de vitamina D, C, zinc y selenio. «La gente se 'informa' por internet... y lo toma», lamenta Picazo. Así de fácil.
40% de los españoles toma vitaminas, sobre todo mujeres menores de 35 años y con estudios universitarios. Usan, sobre todo, vitamina D y C
13 y 12% es la proporción de gente que toma magnesio y calcio, respectivamente. Sus 'fieles' son personas de entre 26 y 35 años.
21% es el porcentaje de los encuestados que toma omega-3 a partir de fuentes vegetales como el aceite de onagra. El 27% consume probióticos y el 28% toma algún complemento con extracto de plantas o fitoterapia, como, por ejemplo, polen, jalea real y fibra. En estos dos últimos apartados dominan también las mujeres
18% es el promedio de personas que toman multivitamínicos con minerales, el complejo más consumido.
20% de los participantes en el estudio indica que toma productos para deportistas, como barritas, bebidas especiales y preparados de proteínas. Sobre todo son hombres de entre 18 y 45 años.
13% es el porcentaje que consume preparados para perder peso, especialmente sustitutos de alguna comida del día (11%) o incluso todas ellas. Las mujeres de 18 a 45 años que no están satisfechas con su silueta son el grupo que más recurre a estos remedios.
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¡Error! «En la mayoría de los casos son ineficaces, sin más, pero también pueden generar efectos nocivos, sobre todo si se toman de forma continuada o interactúan con algún medicamento», advierte Picazo. Y pone un ejemplo: en algunas comunidades ya empiezan a pedir receta médica para vender vitamina D. ¿Por qué? Porque puede interactuar con la vitamina K y, si hay un exceso de vitamina D en el organismo, los riñones pueden dañarse. «Hay preparados de plantas que pueden causar daño hepático agudo en algunos casos, la vitamina A en embarazadas puede provocar malformaciones en el feto... Existen efectos indeseados graves», repasa Picazo.
No obstante, afortunadamente, los efectos nocivos más comunes, según explica Baladía, son más bien leves y de carácter gastrointestinal: «Dolor abdominal, diarrea o vómitos son los más comunes». También taquicardias pasajeras. Pero para él hay algo peor, y es que mucha gente que tiene un problema de salud recurre a estos complementos y no pasa por el médico: «Creen estar solucionando el problema y no mejoran, claro. Y, cuando finalmente acuden al sistema sanitario, están mucho peor». Aveces, hasta es demasiado tarde.
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Puede parecer paradójico, pero son las personas más jóvenes y con mayor nivel de estudios quienes más recurren a suplementos alimenticios, según el estudio. «Sobre todo mujeres con estudios universitarios, que realizan actividad física y que creen estar en su peso», apunta Picazo. Los hombres, sin embargo, son más dados a comer barritas energéticas y preparados para deportistas
No se trata de demonizar todos los suplementos alimenticios y preparados a base de plantas. Hay algunos, como se recoge en el estidio, de eficacia probada. El informe destaca el ácido fólico, que es el suplemento nutricional más eficaz para la prevención de defectos del tubo neural (espina bífida) en el embarazo; la cafeína, ya que produce una mejora del rendimiento deportivo; la vitamina D, que mejora el tratamiento de infecciones respiratorias en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC); y el calcio, que puede tener efectos positivos para la prevención de la hipertensión, especialmente en hombres y menores de 35 años.
Asimismo, recoge el dossier, el hierro puede ser eficaz en estados carenciales, como por ejemplo en caso de anemia. Y los productos de uso médico especial para la pérdida de peso en dietas muy bajas en calorías también son eficaces, aunque los expertos aconsejan utilizarlos siempre bajo control médico. Es decir, que algunos, bajo determinadas circunstancias, sí son valiosos para nuestro organismo. «El problema es cuando hay una 'autoprescripción' o un uso indiscriminado...», apunta Baladía.
No obstante, en el estudio se señala que hay un grupo de complementos de efectividad dudosa. «En él se encuentran los probióticos, cuya eficacia solo está demostrada en caso de rehidratación ante diarrea aguda o por consumo de antibióticos; los compuestos ricos en omega-3 y los extractos de plantas. Los complejos de extractos de hierbas, así como la glucosamina, el ginseng y el extracto de ajo, son los productos de este tipo más estudiados por los científicos, mientras que las valoraciones relativas a la equinácea, los extractos de arándanos y la alcachofa son menores y no hay pruebas claras de efectividad para ninguno de esos suplementos», se recoge en la investigación.
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Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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