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«Mientras no dejan de bombardearnos con mensajes sobre la importancia de mantener una dieta adecuada y hacer ejercicio físico para tener un cuerpo sano (con toda la razón del mundo), a la salud mental le hacemos poco caso. Aunque nos despertemos en mitad de ... la noche con ataques de ansiedad, o apenas podamos ir a trabajar porque todo se nos hace cuesta arriba, hablar de ello y ponerle remedio aún es un tema tabú», coinciden los neuroinvestigadores Juan Pérez (Universidad de Vigo) y Roberto de la Torre (Karolinska Institutet), partidarios de no estigmatizar el hecho de ir a al psicólogo o al psiquiatra.
Sólo en nuestro país, una de cada diez personas ha sido diagnosticada de algún problema de salud mental a lo largo de su vida, por lo que «fomentar hábitos de higiene emocional» es «fundamental» para llevar una vida lo más saludable posible en todos los sentidos. «La clave de casi todo está en el equilibrio, pero ¡ojo! porque este punto medio no siempre está a nuestra disposición», advierte la psiquiatra Rosa Molina, que acaba de publicar 'Una mente con mucho cuerpo' (Ed. Paidós), un libro con el que pretende «ayudar» a entender las emociones y a «cuidar de nuestro bienestar mental». La psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid describe siete hábitos que se pueden poner en práctica en el día a día para mejorar, precisamente, la salud emocional.
LA IMPORTANCIA DEL DESCANSO
La doctora Rosa Molina es tajante en este aspecto. «El descanso nocturno es uno de los principales factores de disregulación emocional. No debemos olvidar que el insomnio produce las cinco íes: irritabilidad, impulsividad, inatención, inestabilidad e incapacidad para tomar decisiones. Así que tener el sueño controlado será un elemento esencial en nuestra capacidad para autorregularnos emocionalmente».
Los expertos aconsejan acostarse «siempre a la misma hora» y evitar, en la medida de lo posible, lo que los especialistas califican como los grandes enemigos del sueño: el alcohol (altera los ritmos y las fases del sueño profundo), los excitantes (se debe evitar bebidas como el café o el té a partir del mediodía), la luz azul de las pantallas (altera la conciliación del sueño), el ruido (no solo el físico sino también el mental), la hiperproductividad («ese no poder parar, la sensación de perder el tiempo») o el enamoramiento. «Aunque si hay que saltarse algún enemigo, por favor, que sea este».
EL DEPORTE COMO 'ANSIOLÍTICO'
La práctica deportiva es el hábito de higiene emocional «favorito» de la doctora Molina. «No cabe duda de que el ejercicio físico es uno de los mejores reguladores emocionales y una de las mejores prevenciones en salud mental, ya que disminuye los factores de estrés que suelen actuar como disparadores de muchos de los cuadros que atendemos en consulta psiquiatras y psicólogos. Es más, casi se podría decir que el deporte es el mejor 'ansiolítico' de caracter preventivo que existe, porque nos ayuda a que esta ansiedad no aparezca», explica la psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos.
Una opinión con la que coincide plenamente la psicóloga Patricia Ramirez, autora de 'Somos fuerza' (Ed. Grijalbo). «La práctica regular de ejercicio físico no solo nos ayuda a tener sanos nuestros neurotransmisores –que hacen que sintamos sensación de bienestar y felicidad– sino que también nos permite mantener sanas nuestras funciones cognitivas como nuestra capacidad de atención, concentración, memoria, la toma de decisiones o el pensamiento creativo».
PEDIR AYUDA NO ES UN FRACASO
Partimos de la base de que somos seres sociales y sin lo social no podemos vivir. Nuestra capacidad de autorregulación emocional al nacer es muy limitada. «Son nuestras figuras de apego las que nos ayudarán a consolarnos y calmarnos –explica la doctora Molina–. Cuando un niño pequeño está jugando en un parque y se cae, inmediatamente va corriendo a donde sus padres a buscar consuelo». A medida que las personas se hacen mayores aprenden a autorregularse y se olvidan de que «no todas las emociones se pueden autogestionar. Nos cuesta una barbaridad pedir ayuda. Lo vivimos como un fracaso y a veces preferimos llevarlo todo en silencio. Pedir ayuda, ya sea a un familiar, un amigo o un profesional, es de por sí una estrategia de regulación emocional. Así que, si te sientes desbordado y no consigues avanzar, ten en mente esta herramioenta». aconseja Rosa Molina.
PERDÓNATE Y PERDONA
Aunque suene un poca a frase hecha, la psiquiatra Rosa Molina considera que «perdonar puede liberarnos de las cadenas del rencor, la frustación o la ira, emociones que todos hemos experimentado alguna vez cuando nos hemos sentido heridos o traicionados por alguien. En este sentido, el perdón no nos hace más débiles sino más libres, porque este proceso no tiene por qué suponer una reconciliación con el agresor sino más bien una liberación personal», argumenta la autora de 'Una mente con mucho cuerpo'.
Pero no basta con practicar el perdón al prójimo, perdonarnos a nosotros mismos también tiene beneficios para la salud. «De hecho, esta es la base de terapias como la de los doce pasos del alcoholismo», precisa la experta en neurociencia clínica, convencida de que muchas veces nosotros mismos nos convertimos en nuestros peor enemigo. «Por ejemplo, cuando nos exigimos demasiado por ser muy perfeccionistas o cuando no nos perdonamos o mantenemos un férreo control sobre el cuerpo o la comida, como sicede en el caso de los pacientes con anorexia».
CAMBIAR TÚ Y NO AL OTRO
Mantiene la psiquaitra en su libro que querer cambiar a los demás es la mejor manera de frustarnonos y no avanzar. «¿Por qué no te centras mejor en lo que sí puedes cambiar?», propone.
RELÁJATE, BAILA, ESCUCHA MÚSICA... SIENTE LAS EMOCIONES
Otro de los hábitos que nos puede ayudar a mejorar nuestra higiene mental es precisamente «observar nuestras emociones y permitirnos sentirlas. Relájate, baila, escucha música... Se trata de conectar con el cuerpo para liberar la mente», resume la especialista.
PON EN PALABRAS LO QUE TE PASA'
La doctora Molina suele decirle a sus pacientes que el solo hecho de ir a consulta, aunque sea una sola vez, y hacer el esfuerzo de responder a todas aquellas preguntas que se les plantean ya tiene un efecto terapéutico. ¿Por qué? «Porque poner en palabras lo que sentimos tiene un efecto regulador en sí mismo. Al tratar de explicar lo que nos pasa, nuestro cerebro procesa y elabora, pone en contexto, tira de recuerdos, sopesa la emoción. Poder expresarla, nos ayuda a ventilarla».
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